Masahiro Tanaka
Yuki Saito.
2 nombres que en 2006 resonaron por primera vez en todo Japón. ¿La razón? La final del Koshien (campeonato nacional de béisbol de preparatorias) de verano de ese año. Una batalla tan reñida que aún después de 15 entradas seguía empatada, y por primera vez en 37 años se tuvo que decidir con un segundo encuentro el día siguiente.
El ganador fue Saito, ponchando justamente a Tanaka y dándole la victoria a Waseda por primera vez.
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Saito llamó mucho la atención durante ese campeonato tanto por su habilidad en el pitcheo, como por usar un pañuelo para limpiarse el sudor en medio de los partidos. Algo simple, sí, pero que a fin de cuentas le hizo ganarse el mote de “ハンカチ王子” (Hankachi ouji, el príncipe del pañuelo).
Todos auguraban un futuro brillante para ambos jóvenes, especialmente para Saito. Estaban a punto de graduarse de la preparatoria y de escoger el camino que seguirían de ahí en delante.
¿La decisión? Tanaka escogió convertirse en beisbolista profesional, mientras que Saito escogió entrar a la universidad a estudiar una carrera, sin dejar el béisbol. Su idea era seguir jugando en la liga universitaria mientras conseguía un título universitario, y al graduarse, convertirse en beisbolista profesional.
2013.
Tanaka impone un récord al no perder ni un partido en la temporada, consolidándose como una estrella del béisbol en Japón, y expresa su deseo de irse a las grandes ligas en Estados Unidos para el próximo año, lo que en Japón significa que es élite, y que su nivel es realmente alto, independientemente de cómo le vaya por allá (obviamente si le va bien, como a Ichiro Suzuki o Hideki Matsui, mejor).
¿Saito? Se graduó de la universidad hace un par de años, y como estaba planeado, expresó su deseo de convertirse en beisbolista profesional. Causó mucho revuelo en el draft, y varios equipos se pelearon el derecho de negociar con él. A fin de cuentas entró en el equipo de Hokkaido. Durante las prácticas, la gente abarrotaba el lugar solamente para verlo, tomarse una foto, saber de él. Los medios de comunicación le prestaron una atención que era exagerada. Pero cuando hizo su debut como profesional, inmediatamente se notó que no tenía el nivel requerido, y de ser tratado como una estrella, en poco tiempo bajó de rango y entró a lo que serían las reservas. Este 2013 sólo jugó un partido, 4 entradas, y terminó perdiendo.
Ahora bien: no, no me picó ningún insecto extraño para escribir de béisbol aquí 😛
Haber visto el principio de estos jóvenes y la situación que viven actualmente, aunado con lo que ya conocemos de Bill Gates, Mark Zuckerberg, Steve Jobs y demás (que no terminaron la universidad), me recuerda la importancia de aprovechar las oportunidades y de tomar decisiones en el momento acertado.
¿Por qué me impacta todo esto? Porque por mucho tiempo fui un persona que creyó que el camino al éxito está 100% relacionado con los estudios (excluyendo obviamente a los deportistas), pero gente como la mencionada en el párrafo anterior, aunada con mi experiencia personal y corroborada con Tanaka y Saito, están para comprobarme que no siempre es así.
Estudiar es muy importante, cierto, pero no ir a la escuela, no tener un título ni un gran historial escolar no tienen para nada qué ver con el éxito que pueda tener alguien en la vida, ni tampoco para sentirse pleno. Y de la misma forma, tener todos los títulos del mundo no te hace ni más ni mejor persona que el ñor que hace la limpieza de tu escuela, trabajo o cuadra.
Ciertamente mi forma de pensar cambió hace mucho, pero lo menciono ahora justamente porque lo que está sucediendo con Tanaka y Saito me lo recordó. Si el segundo ya sabía qué quería seguirle como profesional, ¿cuál era el motivo para dedicarle 4 años a una carrera que a fin de cuentas no va a ejercer? Ojo: no es lo mismo que estudiar o graduarse de una carrera y después darte cuenta que no es lo tuyo y dedicarte a algo completamente diferente; nadie sabe el futuro y la situación de cada persona puede cambiar de la noche a la mañana. Me refiero al caso donde sabes que te quieres dedicar a algo pero por lo que quieras y gustes te desvías voluntariamente del camino, y no para probar suerte.
Los 4 años de experiencia que le lleva Tanaka a Saito pesan mucho, y todavía más por el hecho de que los deportistas tienen el tiempo más contado que otras profesiones: ya como a las 30 años eres veterano, y por más que quieras, es cada vez más difícil mantener el cuerpo en forma, mientras que nacen nuevas estrellas a las que la juventud les da una gran ventaja. Ambos tenían claro lo que querían hacer en el futuro, pero la diferencia es que Tanaka tomó la decisión en el momento adecuado y concentró sus esfuerzos en ello, mientras que Saito tomó una desviación y ahora tiene, además de un gran camino por recorrer, luchar contra el tiempo para poder lograr lo que Tanaka ha hecho durante este lapso. Es posible, y de todo corazón espero que lo logre, pero sin lugar a dudas no la tiene fácil.
Muchas veces estamos indecisos sobre lo que viene y lo que queremos hacer en el futuro. Tomar decisiones, equivocarse y rectificar es el pan de cada día al ir creciendo. Eso nos ayuda a visualizar objetivos, fijarnos metas y crear nuevos sueños. Da miedo tomar una decisión errónea, y ese miedo crece conforme los años pasan, pero mientras no se venza, encontrar lo que de corazón queremos hacer en el futuro se torna cada vez más difícil. Y esto no necesariamente tiene que ser en lo que respecta a trabajo o estudio. Simples sueños como “viajar a Japón”, “dar la vuelta al mundo”, “abrir un changarro propio”, pueden nacer de algo muy simple, y aunque no se tengan los recursos o conocimientos necesarios para cristalizarlos en ese momento, fijarse como meta algo y concentrar los esfuerzos en lograrlo trae consigo una gran satisfacción, y el cansancio que nace de todo eso hace que recordemos lo chido que es estar vivo, y que no importa el número de errores que se hayan cometido en el pasado, ni tampoco si al final se logra lo que uno se propone (hay factores externos que querramos o no también juegan un papel importante), el chiste es, creo yo, tratar de darle rumbo a la forma de pasar el tiempo que estaremos en este mundo.
No hay día en el que no me repita a mí mismo el párrafo anterior.