Notas rápidas al trabajar con Access

Ignoremos el hecho de que Access es MALO, pero MALO con ganas. No tengo idea de por qué no hicieron las cosas en Oracle, pero también pasaremos eso por alto.

Una pequeña lista de problemas que me he encontrado al trabajar con esta aberración. Nota: estoy trabajando con Access 2010.

  • Las consultas que usan LIKE necesitan * en vez de %. Ejemplo:
    (Mal) Select nombre from agenda where name like ‘%Medina%’
    (Bien) Select nombre from agenda where name like ‘*Medina*’
  • Lo anterior es FALSO si la consulta se envía desde fuera (en mi caso, C#).
    A fuerzas necesita el %
  • No se puede hacer un join de tablas con campos de tipo “Memo” (no me pregunten por qué tengo que hacer joins con ese tipo de información :S).
    El tipo de datos “Memo” no guarda los datos en la tabla, sino en otro lugar y la tabla contiene solamente un apuntador a esos datos. Como SQL no sabe qué onda con apuntadores, te dice que no es posible hacer el join.
  • Al parecer, al crear una consulta directamente en SQL es necesario guardarla primero antes de ejecutarla si se quiere que Access respete la indentación que le dimos. No he comprobado esto al 100%, pero sí golpeé el monitor cuando abrí una mega consulta que hice y Access me mostró todo por ningún lado, mientras que otras sí las dejaba como las había formateado.
  • No se puede poner comentarios con “–” en el SQL que maneja Access. Horrible, si me permiten el comentario.
  • Access no aguanta hacer subqueries muy pesadas. Una consulta estilo:
    Select id from agenda 
    where nombre in (
        -- Una súper consulta incluyendo más subqueries, union, left outer join, etc.
    )

    hace que Access te diga “esa operación no se puede realizar en subqueries.

    La misma consulta en MySQL y PostgreSql corre sin problemas, por lo que el SQL está correcto.

Sé que soy un completo Noob en esto de Access, por lo que se aceptan sugerencias y correcciones.

Programando “de forma normal”

La semana pasada, y de hecho también este lunes, estuvo simplemente fatal. En el trabajo aplicaron la súper estrategia de meter a alguien en un proyecto del que no tiene idea de cómo está compuesto, y le echan trabajo que, como siempre, era para ayer, sin contar que todo está hecho en un lenguaje que ese alguien nunca ha usado y un juguete que simula ser una base de datos (léase “Access”). ¿Necesito decir que ese alguien era yo?

He trabajado en desarrollo de sistemas antes y sé lo que son los tiempos que se manejan en el proceso: nunca son reales y uno tiene que andar a la carrera para poder sacar “los pequeños cambios” que curiosamente salen después de que los requerimientos fueron tomados, aceptados y congelados. Pero quizá lo que más me sorprende es la reafirmación de que en muchos lugares el software que se usa para producción dista mucho de tener una calidad siquiera aceptable, y Japón no es la excepción. Cierto. He visto código que sí está bien hecho, con buen formato y con su respectiva documentación, pero son pocos los casos.

Lo que tocó hacer estaba en C# y la base de datos en Access… simplemente increíble. El código estaba bien estructurado, pero había funciones que realizaban más de una tarea y que eran enormes; comentarios totalmente inexistentes que hacían mucho más difícil de entender lo que el programador pensó al momento de codificar. Lo grave del asunto es que, después de tanto tiempo y de haber trabajado en 3 países, ya considero esto como normal puesto que entiendo que muchas veces se anda a las carreras con tal de cumplir con los tiempos establecidos aunque tu vida social desaparezca por ello.

Justo el buen panda me envió este artículo en el que se habla de lo que aquí comento, especialmente aplicado a programas que manejan acciones de empresas y de cómo pueden hacer perder millones por un simple error. Además de los tiempos, muchas empresas no toman en consideración las pruebas ya que representan un costo extra, y es casi verdad universal que quienes manejan las empresas piensan que con ver correr el prototipo de un sistema es suficiente para decidir si funciona o no.

Aclaro aquí algo: yo también he estado en la situación de que hay que acabar a como dé lugar sin importar cómo quede el código, y estoy seguro que mi forma de estructurar programas puede mejorar. En resumen: no me creo ni soy el mejor desarrollador del mundo. No obstante, estoy completamente seguro de que muchos me darían la razón si vieran el código del que estoy hablando.

De código de investigación ni hablamos. Me da pavor ver lo que hice durante mi estancia en la universidad…

Como quieran y gusten, terminé lo que tenía que hacer en el tiempo que me establecieron, pero para lograrlo me tuve que quedar hasta muy tarde en el trabajo (el lunes salí a las 11:30 pm y apenas alcancé tren a la casa). Sin embargo, hoy ha comenzado a otra parte del proyecto, y para los tiempos que manejan no me va a quedar de otra que echarme un clavado al código ya hecho, entender lo que hace (y viendo como hay valores que pasan por referencia, como las propiedades de los objetos están definidas como públicas… y mejor no le sigo) y reusar lo que sea posible. El problema a resolver es interesante, y de hecho me gustaría pensarlo en términos de probabilidad y hasta algoritmos como el Hill Climbing, pero todo indica que no tengo el tiempo que necesito para realizar el análisis que eso implica.

Con todo, es totalmente un placer decirles que la diferencia entre mi trabajo anterior y éste es como del cielo a la tierra. Compadezco a mis ex compañeros por tener que trabajar en una situación tan estresante.

Aquí seguimos.

 

¿Sabías que…? – Parte 14

Actualización: Gracias al buen Wally por corregirme en el nombre de la nena en yukata en el video de hasta abajo. Se escribe Saki (咲), pero se lee “Emi”. Hasta ahora me vengo dando cuenta. ¡Muchas gracias Wally! 🙂

 

El verano ha llegado al país del sol naciente, y ya saben lo que eso significa: playa, chicas en bikini, comer sandía, chicas en bikini, chicas en yukata, chicas en bikini, etc. Pero hay un evento que, para los japoneses, es representativo de esta estación del año. Me refiero a los fuegos artificiales. Por tanto, esta vez el tema es algo que tiene que ver con ellos.

¿Sabías que los japoneses suelen gritar “¡Tamaya!” cuando asisten a un festival de fuegos artificiales al momento en que estos iluminan el cielo nocturno?

Ese grito tiene que ver con historia de Japón:

En la era Edo existía un fabricante de fuegos artificiales llamado “Kagiya” (鍵屋), radicado en Edo (lo que ahora es Tokio). Había ahí un discípulo llamado “Tamaya”(玉屋), que después se independizó y formó su propia fábrica de fuegos artificiales, la cual llegó a rivalizar con Kagiya, volviéndose incluso más famosa.

Durante el festival de fuegos artificiales de lo que hoy se conoce como el río Sumida (隅田川), Tamaya lanzaba al cielo sus creaciones desde la corriente superior del río, mientras que Kagiya lo hacía río abajo. Se dice que era un espectáculo precioso. La rivalidad entre las 2 casas fabricantes era ampliamente conocida, pero curiosamente en los escritos de esa época se cuenta que la gente gritaba el nombre de Tamaya cuando veían sus fuegos artificiales, pero a los de Kagiya no les gritaban nada por alguna razón. Un poema de la época reza lo siguiente:

橋の上、玉屋玉屋の声ばかり、なぜに鍵屋といわぬ情なし。

Hashi no ue, Tama ya Tama ya no koe bakari naze ni Kagi ya to iwanu jou nashi.

Traducido más o menos como “Sobre el puente, sólo se escuchan voces que gritan ‘Tamaya’… Gente sin sentimientos que no dicen “Kagiya”.

Según Wikipedia, en las pinturas Ukiyoe de la época se retratan los fuegos artificiales de Tamaya, no así los de Kagiya.

Un día, Tamaya sufrió un accidente que no sólo acabó con su fábrica, sino con media ciudad. Y tan mala suerte tuvo que el Shogun de la época (徳川家慶, Tokugawa Ieyoshi) esperaba a que amaneciera para ir a orar al templo, por lo que su castigo fue aún más severo: le confiscaron todos los bienes que le quedaban. Tamaya no se pudo levantar de esa situación y terminó su legacía en tan sólo una generación.

Kagiya, por su parte, aún continúa en el negocio de los fuegos artificiales, pero ya no en los más elaborados, sino en los llamados “uchiage”, que son los que se lanzan como entrada antes de una tanda de espectaculares.

Aquí les dejo un video con la preciosa Takei Emi, en donde brevemente se escucha cuando dice “Tamaya” al estar viendo los fuegos artificiales. Este video es parte de una serie que fue creada para promocionar el metro de Tokio.

https://www.youtube.com/watch?v=pxfIR7QlO3I

Sobreviviendo en Windows

Llevo semana y media en el nuevo trabajo, y lo que más me “duele” es que tengo que usar Windows 7 voluntariamente a fuerzas…

Dejando atrás el hecho de que muchos de los sistemas internos funcionan solamente con la fantabulosa combinación Windows + IE (del 7 para arriba) *pausa para que se les quiten las náuseas*… el hecho de tener que hacer reportes en Excel ya se me hace de lo más normal (sí, me siento sucio).

Hecho el respectivo rant…

He estado buscando la forma de dejar Windows lo más parecido posible a XMonad. Realmente los tiling window manager me hacen la vida más fácil, y al mismo tiempo me hacen más productivo porque no se pierde tiempo acomodando ventanas o buscándolas con el mouse. Total que después de navegar un rato, lo más cercano a XMonad a lo que he podido llegar es:

  1. mDesktop. Para crear los escritorios virtuales. Usa Alt como la tecla especial y se pueden crear hasta 10 escritorios.
  2. WinSplit Revolution. Para acomodar las ventanas en ciertas regiones de la pantalla. No es para nada tan funcional como XMonad, pero peor es nada. Tampoco se puede configurar mucho que digamos.
  3. Launchy. El launcher, para reemplazar a dmenu. De los 3 programas aquí mencionados es con el que más satisfecho estoy.

Sé que lo anterior no es remotamente nada similar a dwm o XMonad, pero algo es algo. Sigo todavía buscando opciones, sobre todo en lo que al acomodo de ventanas se refiere. Si alguien tiene sugerencias, son todas bien recibidas.

Para cliente de Twitter, he estado jugando con MetroTwit, y la verdad es que es muy recomendable. Linux carece de buenos programas en este rubro (yo uso Hotot). Sin embargo, hoy me recomendaron Janetter y también me gustó la interface. Es cuestión de decidirme por alguno. Pero aun así, estoy buscando uno que deje “tuitear” desde el system tray o un popup ahí cercano, porque eso de tener que abrir la ventana para mandar un tweet es una acción que prefiero evitar en el trabajo, y no es porque me regañen por estar en Twitter (no lo hacen. No está prohibido).

En lo que a navegadores se refiere, además del fatídico IE9 *pausa para que les quiten las náuseas*… ya instalé Firefox, Chrome y Opera, siendo este último el que estoy usando como “navegador personal”, mientras que los otros los tengo para pruebas. Tenía rato que no usaba Opera “seriamente”, y me dio gusto encontrar un navegador maduro con varias opciones interesantes. Si sólo Midori tuviera soporte para más tecnologías (entre ellas Flash), no dudaría en instalarlo (y sólo por el nombre, jeje).

Entre otras cosas que instalé:

  • WinScp
  • Virtual Clone Drive (para no extrañar el mount de ISO de Linux).
  • Notepad++
  • Haskell Platform
  • Leksah
  • Imgburn

Se aceptan tips de buenos programas para… dejen agarro aire… windows… que hagan más amena la experiencia.

Japón: ¿la punta de la tecnología?

Cuando se habla de Japón en el sentido tecnológico, lo primero que imaginamos es un mundo futurista; desde máquinas vendedoras que recomiendan bebidas dependiendo de la persona que esté enfrente hasta trenes sin chofer, el país del sol naciente nos ofrece una visión real de lo que la tecnología puede ofrecernos. Todo es bello,

Sin embargo, por tecnológicamente muy avanzado que Japón pueda ser, resulta realmente increíble el retraso que muchos lugares presentan en el mismo rubro:

  • Aún en esta época donde la conexión ubicua es prácticamente el pan de cada día por acá, el fax es una herramienta ampliamente utilizada por pequeñas y grandes empresas. Incluso en las tiendas de autoservicio se puede enviar fax, por lo que no es necesario tener uno en casa (aunque se siguen vendiendo en las tiendas de electrónicos).
  • Resulta penoso darse cuenta que todavía son muchas empresas, negocios, universidades y dependencias gubernamentales que o todavía no tienen presencia en internet o que la tienen desde hace muchos años y su página se quedó del estilo de geocities, y además con un contenido muy pobre. Basta ver páginas de ayuntamientos, o bien de tratar de encontrar un restaurante y solamente encontrar referencias de él en páginas de recomendaciones, de ésas que los usuarios comentan sobre un lugar y le asignan una puntuación determinada al ambiente, al servicio y a la comida.
  • Mariana, otra mexicana en Japón, labora en una empresa donde la información se guarda en discos de 3 1/2 (y que me late que algunos lectores nunca han usado). Los famosos “diskettes”… ¡Discos de 3 1/2! Poderosísimos 1.44 MB de almacenamiento en la palma de tu mano, y de una caja de 10 era casi un axioma que entre 2 y 4 salieran defectuosos.
  • Me he encontrado negocios (tintorerías, tiendas donde te hacen tu sello, tiendas de recuerdos, entre otras) que para dar notas todavía usan una 486 conectada a un monitor de esos negros con letras verdes, y la impresora es de matriz de puntos.
  • Hasta hace algunos años, el uso de la tarjeta de crédito por acá era limitado. En establecimientos donde en otros países podrías pagar con tarjeta, en Japón no se podía. Esto me consta que ha ido cambiando con el tiempo, pues nunca sufrí tanto para pagar con tarjeta de crédito como me pasó en una tienda de electrónicos de Den Den Town, en Osaka, cuando compré mi primera cámara digital en 2002. Ahora el uso de tarjeta de crédito es más común, y cada vez más establecimientos las aceptan.
  • Los noticieros y programas de variedades en televisión es el colmo de todo esto. Aun teniendo a la mano lo último en tecnología visual, prefieren hacer páneles que los presentadores toman con las manos y que tienen cubierta información con una especie de “post-it”; los presentadores van destapando poco a poco esas parte conforme la noticia se va dando, algo así al más puro estilo de “¿a que no sabían que esto estaba aquí”,  desperdiciando con ello un montón de papel.
Me tardé un buen en encontrar imágenes que ilustraran el punto anterior puesto que no tenía idea de cómo buscarlas. Afortunadamente las encontré acá. Es el blog fotográfico de Tim Arai, al que les recomiendo que se den una vuelta.
Vean bien el panel. La 2 partes inferiores son en realidad “post-it”
¡Ta da!

En serio: existiendo algo tan mísero como Power Point desde hace una eternidad, no me cabe en la cabeza por qué este tipo de paneles se siguen usando. El de arriba es un ejemplo pequeño. Hay paneles de unos 1.5 metros de alto por como 3 de largo. Siempre que los veo pienso en la cantidad de papel que se desperdicia.

Con lo anterior no quiero decir que esté mal usar cosas antiguas que aún sirvan (como las impresoras de matriz de puntos y las 486), pero en el caso de los discos existen infinidad de alternativas más confiables y de mayor capacidad, y en cuanto a los páneles mencionados arriba sinceramente no sé qué pensar. Y de la información en internet y las páginas web de dependencias mencionadas anteriormente de verdad que están para llorar.

Japón podrá ser la meca de la tecnología y para muchos puede parecer un país totalmente futurista. No obstante, existen este tipo de detalles que hacen pensar que una parte de Japón se quedó atrapada en el pasado tecnológico, lo que crea un constraste raro para le gente que ha sido partícipe de la revolución tecnológica de los últimos años.

De vuelta en Japón

Fueron nada más 2 semanas en Guadalajara. No vi a todas las personas que quería ver, ni tampoco fui a todos los lugares a los que quería ir, pero el viaje sí cumplió su cometido: recargar pilas y recordar que hay más vida que vivir en Tokio.

Han pasado casi 11 meses desde que llegué a la capital nipona, y sin temor a equivocarme puedo afirmar que todo ese tiempo ha sido sumamente pesado, estresante y para nada gratificante. Corría el riesgo de volverme un salary man al más puro estilo de las empresas japonesas más cuadradas, y aunque costó trabajo, logré salirme de ahí, puesto que ya he mencionado antes que mi idea de estar aquí no es la de ser un simple salary man.

Le perdí el gusto a muchas cosas que disfrutaba y ahora estoy en proceso de recuperarlo, y el viaje a mi rancho me ayudó a ver las cosas en perspectiva.

Quiero agradecer a las personas que se tomaron la molestia de llamarme o de verme personalmente mientras estuve por allá.

  • A todos los que desvirtualicé o conocí por primera vez: ¡muchas gracias! Su hospitalidad, sus ganas de salir adelante y su entusiasmo me dieron las fuerzas que necesitaba para volver al país del sol naciente y seguir con los planes.
  • A mis amigos ya de hace muchos años: sus palabras de aliento, su comprensión y el tiempo que se han tomado en escuchar mis quejas y problemas es realmente muy valioso para mí,. De corazón, muchas gracias.
  • A mi familia en general: no es por minimizar la mala situación por la que pasan varios miembros, pero el hecho de que estén juntos, se vean, se hablen e incluso que se peleen y se insulten, es un regalo tan valioso que quizá de su lado no se vea. Aprovéchenlo y disfrutense entre sí ustedes que pueden. No quiero que necesiten estar lejos de todo para que entiendan.
  • A quienes me desearon lo mejor en mi viaje sin siquiera conocerme: sí, me atasqué de vitamina T y de la calidez y alegría de la gente de México. Y sí: me traje mi “itacate” 😀

La nueva etapa de mi vida en Japón comienza el próximo 2 de julio. Mientras tanto, estoy en etapa de “preparación”. Hay muchas decisiones que hacer, varios caminos posibles y un montón de retos. Lo que viene se ve bueno y también difícil, pero creo que ya estoy curado de espantos. Veamos que me tiene preparado la vida para este ciclo que comienza. Yo estoy listo, y creo que esta vez ya nada me va a detener.

Por aquí andamos…

Profesionalismo

Una de las preguntas que más frecuentemente me hacen es si nosotros como mexicanos podemos hacer algo para que México funcione de mejor manera, justo como en Japón funcionan las cosas, como el transporte público, por ejemplo. La respuesta, aunque con palabras más o palabras menos, siempre es la misma: sí. La cuestión es que no es tan difícil como todo mundo cree.

¿Qué nos falta? Yo diría que profesionalismo al hacer las cosas.

Mi punto, totalmente debatible y refutable, es el siguiente.

Aunque sé y me consta que hay muchas excepciones, la norma en México al momento de realizar una labor es cansarse lo menos posible; si sale con eso, ya la hicimos: solucionamos el problema, nos evitamos la fatiga de pensarle más y nos van a pagar por ello. ¿Por qué lo digo? Porque la calidad del servicio que se ofrece en México dista mucho de ser la mejor. Y esto no va solamente para servidores públicos o atención al cliente, sino prácticamente a todos los sectores. Nos hace falta profesionalismo.

Ser profesional no es haber cursado una carrera y haberse graduado de la universidad, mucho menos tener maestría o doctorado. Los títulos salen sobrando. Ser profesional es hacer de la mejor manera lo que nos toca hacer, sea lo que sea. Si las cosas se hacen bien y le metemos espíritu mexicano, créanme que se puede hacer un gran cambio con relativamente poco esfuerzo.

Desde el dueño de una compañía hasta un “viene viene”, cada uno desempeña una labor (legal o ilegal es otra historia); si éste la realiza de la mejor manera, su trabajo hablará por él, y eso le puede abrir la puerta a nuevas oportunidades o incluso a mejorar sus ganancias.

Se supone que realizamos un trabajo para proporcionar un servicio, lo que significa que a final de cuentas alguien va a quedar satisfecho o decepcionado de nuestra labor. Tomando los ejemplos anteriores, el dueño de una empresa toma las decisiones que cree convenientes para llevar a su compañía a buen puerto, y al hacerlo todos los miembros de ese lugar deberían ver beneficios también (no necesariamente un aumento de sueldo, aclaro); el dueño le responde a la sociedad en general (por la confianza que depositan en él para proporcionar un servicio), a su grupo de directores (por las decisiones que toma para que la empresa siga generando ganancias), y a sus empleados (por los sueldos y las condiciones de trabajo que acuerda para que su idea marche sobre ruedas). Mientras tanto, el “viene viene” le responde a la gente que estaciona sus carros en los lugares “que cuida” (porque necesitan el lugar y el viene viene les proporciona también un cierto sentido de seguridad), a los que viven en las casas que dan con las banquetas que él cuida (para que no lo vayan a reportar) y hasta a las autoridades (para darles mordida y tenerlas contentas para que no lo vayan a quitar del lugar en donde está). En todos los niveles se necesita que el trabajo se haga bien.

De nuevo insisto: con lo anterior no consiento la actividad que realizan los viene viene, ni los que venden piratería, ni los que aceptan mordida, ni nada similar. Son simples ejemplos para demostrar que en donde sea que se realice una labor, si la hacemos de la mejor manera posible, los principales beneficiados seremos nosotros.

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Los años maravillosos – Parte 6

Esta vez sí me tomó tiempo escribir esta parte, así que sin más contratiempos, comencemos.

Recuerden las recomendaciones: agarren palomitas, refresco y pónganse cómodos.

Por si no saben qué onda con esta serie de escritos, aquí proporciono las ligas directas a las partes anteriores.

Mi viaje a Japón había terminado: había una chica que se había llevado mi corazón a su país, esperaba los resultados de la beca de Monbukagakusho… y estaba desempleado. Esto último era quizá lo que no podía resolver tan fácilmente, o al menos así lo creía yo, porque sin saber exactamente si me ganaría la beca o no, me daba “cosa” ir a pedir trabajo sabiendo que era probable que en unos meses renunciaría. Ética a fin de cuentas.

Con todo, me puse a buscar trabajo. Gracias a un contacto de la primera empresa donde laboré concerté una entrevista de trabajo en una empresa de desarrollo de software. No me fue mal, y ellos estaban interesados, pero como no quería mentir mencioné lo de la posibilidad de obtener una beca, y que en caso de conseguirla renunciaría a finales de febrero. Sobra decir que ahí perdieron mucho del interés que tenían porque me uniera a sus filas, por lo que creo que ni es necesario escribir cuál fue su respuesta.

Traductor

La escuela de japonés a la que asistí (el instituto de intercambio cultural México-japonés de Guadalajara) siempre me brindó todo su apoyo, y en esos momentos que no tenía trabajo una profesora me ofreció ser el traductor de un documento. La tarea: traducir de japonés a español una tesis de psicología.

Para ser sincero, aunque tenía N2 de la JLPT y había intentado ya el N1 con resultados no satisfactorios, no me sentía capaz para realizar el trabajo. Una cosa es poder comunicarse en japonés y otra es meterte a traducir escritos que contienen expresiones técnicas de un área que no dominas.

Obviamente decliné la oferta al principio, pero la insistencia de la profesora, sus palabras de apoyo y lo que me dijo que podría cobrar por esa labor terminaron por convencerme. Había aceptado mi primer trabajo como traductor. No sabía en lo que me estaba metiendo. Eso fue, si mi memoria no me falla, por ahí de finales de enero.

Cuando alguien que sabe japonés está viendo una animación japonesa en español y conoce la obra original, o en su defecto la ve en su idioma original con subtítulos en otro lenguaje que entiende (en mi caso inglés y español), es realmente sencillo encontrar errores de traducción, apuntar que existe una mejor forma de expresar en el idioma lo que están diciendo en japonés, y en general señalar todo lo que (se sabe que) está mal. Toooodas las veces que lo hice (y no de mala fe, debo aclarar) se me regresaron al momento de comenzar a traducir el documento arriba mencionado: palabras que en mi vida había visto, nombres en katakana que ni idea tenía de cómo se podían escribir con las letras que nosotros utilizamos, ciudades en el mundo que no me sonaban y que no podía escribir en español… en fin, se avecinaban meses complicados.

El documento tenía 62 páginas, y traducía un promedio de 2.5 por día (dedicándole entre 8 y 10 horas diarias). Para no hacerles el cuento largo, el documento lo terminé justo al llegar a Japón ya becado, y los que me habían pedido el trabajo pensaron que los habían timado porque recibí el pago justo un día antes de partir de México y no los pude contactar hasta una semana después. ¿Cómo me quedó la traducción? Legible y entendible, pero tenía mucho que, ahora que lo pongo en retrospectiva, pudo haber sido mucho mejor. En la escala del 1 al 100 yo le daría un 70, y estaría siendo muy generoso.

Lo que aprendí de esa experiencia es respetar todavía más a las personas que se dedican a hacer traducciones. Es difícil, y muchas veces no puedes traducir exactamente una expresión idiomática, lo cual te orilla a jugar con el lenguaje hasta encontrar algo que se pueda asemejar al original. No obstante, no quito el dedo del renglón: hay trabajos que pueden ser MUCHO MEJORES y que se nota que la persona que lo llevó a cabo no cuenta con la experiencia o el conocimiento para hacerlo.

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En Guadalajara, 2 años después

Sin avisarle a prácticamente nadie, aprovechando unas vacaciones forzadas en el trabajo y agradeciendo de corazón que haya vuelo directo de Tokio a la ciudad de México, aproveché para venirme a mi rancho

Este viaje se decidió repentinamente hace una semana. Renuncié al trabajo que tenía (historia que contaré por separado), y como el siguiente comienza hasta julio, aproveché para tomarme unas vacaciones. La idea original era irse a algún otro lado, pero considerando que tenía 2 años sin estar de este lado del charco y que necesitaba urgentemente una buena dosis de vitamina T, la opción sólo fue una.

Ayer visité mi antigua escuela de japonés y me dio mucho gusto ver a la directora, la profesora Noriko Tsuchiya, y también vi con gusto que el número de estudiantes ha crecido considerablemente.

Estaré por acá solamente un par de semanas. Planeo, de haber gente interesada, hacer otra plática informal para comentar acerca de las becas a Japón, del trabajo y la vida en el país del sol naciente. Intenté entrar al CUCEI, pero ahora resulta que no te dejan entrar a menos que justifiques la razón de tu visita. ¿Seguridad? Quién sabe, ahí sí no puedo decir nada, pero considero que las universidades deben ser espacios públicos abiertos.

Se aceptan invitaciones a la playa en lo que estoy por acá.

Todos los escritos pendientes por acá irán saliendo poco a poco. Como siempre, les agradezco su paciencia y su comprensión.

Por cierto, saludos a Baudelio, estudiante del instituto de intercambio cultural México-japonés, que ayer me saludó durante mi visita. ¡Gracias por leerme!

9 años después…

El pasado 2 de abril cumplí ya 9 años radicando en el país del sol naciente.

Siendo sincero, cuando dejé México aquel 1 de abril de 2003 no pensaba que pasaría tanto tiempo por este lado del mundo. Mi idea original era venir por la maestría, y si era posible, el doctorado, pero en esa época todavía no pensaba tan a fondo en lo que pasaría una vez que me convirtiera en maestro.

Iba a contarles aquí lo que sentí al llegar y lo que fueron los primeros meses en Japón, especialmente llegando al campo japonés, pero recordé que lo tengo planeado para otro escrito, así que no contaré eso, jejeje. Lo que sí puedo mencionar es cómo este país me ha mostrado muchas facetas de la vida que no tuve oportunidad de experimentar en México, y cómo he ido creciendo a lo largo de todo este tiempo.

Quienes me hacen el gran favor de leerme desde hace varios años (llevo 7 años y medio con el blog) han sido partícipes, en mayor o menor medida, de la forma en que he ido cambiando con el paso del tiempo, así como de los problemas a los que me he tenido que enfrentar y las experiencias que he vivido a lo largo de este tiempo. Y no es para menos: aunque me gradué en México (orgullosamente CUCEI, Universidad de Guadalajara) y laboré en 3 diferentes compañías, creo que es acertado decir que mi verdadero desarrollo comenzó en Japón, y todavía no concluye (ni creo que tenga final).

Estar aquí sigue siendo un sueño, por malos que sean los días o por amargas que sean las experiencias. Cada día aprendo algo nuevo de esta cultura, lo que me ayuda a:

  1. Conocer más profundamente este país.
  2. Darme cuenta de la belleza y de la riqueza cultural de México.
  3. Asombrarme del talento que mi país tiene (y del que hay que estar orgullosos)
  4. Entender que nunca podré disfrutar todos los videojuegos que existen (la vida no me va a ajustar 😛 ).

Japón, como cualquier otro lugar en el mundo, tiene sus pros y contras. Durante estos años he tratado de mantener una posición crítica sobre lo que este país ofrece a los extranjeros, y planeo seguir con ella, aunque es claro que mi forma de pensar y analizar las cosas se basa en el hecho que soy mexicano.

Durante estos años, he tenido el gusto y honor de conocer a muchas personas muy valiosas, inteligentes y amables, no sólo japonesas, sino de muchas nacionalidades. He entendido el concepto de “diversidad de razas, culturas y creencias” y de lo importante que es respetar todo lo que es diferente a lo que uno vio cuando creció (incluyendo al chino de mi trabajo al que deberían escuchar cuando come…). Por supuesto, también he conocido a muchos mexicanos que tienen o cumplieron el mismo sueño de venir para acá, de conocer este país.

Cuando llegué, era muy difícil encontrar información de mexicanos en Japón y de las becas del gobierno japonés para estudiar posgrado por acá. Ahora, hay muchas fuentes (incluyendo ésta, por supuesto) para conocer de viva voz lo que uno puede vivir, bueno o malo, estando en Japón. He conocido a compatriotas mucho más inteligentes y talentosos que yo y he aprendido mucho de ellos también.

Mi idilio con Japón continúa, pero aun cuando concluya (en el momento que sea que eso pase), el lazo con este país siempre existirá, y aprovecharé al máximo lo que haya aprendido hasta ese momento sobre el idioma, la cultura y las tradiciones, tratando de aplicar lo bueno a mi país, claro.

Por aquí andamos…