Certificación en kanji

Seguramente muchos de ustedes conocen o han escuchado hablar de la prueba de aptitud en el idioma japonés, mejor conocida como JLPT por sus siglas en inglés. Para los estudiantes de ese idioma, aprobar el nivel 1 es al mismo tiempo una meta y un sueño.

Aquí no me refiero a ésa.

Existe una prueba para certificarse en conocimiento de kanji, llamada 漢字検定 (Kanji Kentei) que los japoneses pueden presentar para tener un certificado que avala el conocimiento hasta el nivel aprobado.

La prueba tiene 12 niveles, siendo el 10 el más bajo y el 1 el más alto; entre el 3 y el 2 hay un nivel intermedio llamado 準2級 (jun 2 kyu), que se puede traducir como “semi-nivel 2”, y otro entre el 2 y el 1 llamado 準1級 (jun 1 kyu). Para ponerlos en contexto, en Japón se usan cotidianamente 2136 kanji, llamados 常用漢字 (jouyou kanji, “kanji de uso común”), y esos son cubiertos hasta el nivel 2 de la certificación. El nivel 1 requiere un conocimiento extenso de kanji, incluidos los poco comunes, los raramente utilizados, y otros que en mi vida había visto, pues la certificación abarca un total de 6000 kanji. Huelga decir que es extremadamente difícil aun para los japoneses.

En la escuela de mi hijo mayor abrieron la convocatoria para presentar el examen de certificación ahí mismo, y para alentar a mi hijo a qué la tomara, también yo le entré. Sé que mi nivel de kanji es bueno, pero hay muchas expresiones, palabras, refranes y modismos que todavía no conozco, por lo que aunque en lectura y escritura estoy seguro de aprobar, no es lo único que preguntan. Así que decidí presentar un nivel que fuera un reto aceptable, y el nivel 4 cumplía ese objetivo.

Me puse a estudiar en serio durante un par de meses. Compré un par de libros para prepararme y también me puse a usar un software para Nintendo 3DS especial para prepararse para el examen. Incluso hice transmisiones en vivo de mis sesiones de estudio en mi canal de YouTube. Acá la última:

Presenté el examen, y el resultado fue:

Aprobado 😀

No hay prisa. Sé que puedo leer y escribir kanji a más alto nivel, pero para la certificación tengo que estudiar y tener todo “al tiro”, así que para la próxima, me lanzaré por el nivel 3. Curiosamente, fue una buena manera de motivarme a volver a estudiar japonés en forma, porque aunque desde hace mucho tiempo realmente no tengo problemas con el idioma, la verdad es que de vez en cuando sí se me van kanji al momento de escribir porque estoy más acostumbrado a usar la computadora o el teléfono, y ahí se muestran las diferentes opciones que hay cuando escribes una palabra, lo cual facilita el proceso de escribir porque solamente tienes que reconocer los kanji que quieres usar, sin necesidad de escribirlos a mano.

Otro reto más para este 2024

¡Feliz 2024!

El año del dragón según el calendario chino.

Mucho que hacer este año, y muchos cambios ya planeados y decididos para el primer trimestre. Se va a poner bueno el reto.

Deseo que este año sea mucho mejor que todos los anteriores. Vamos a echarle ganas para que las cosas no queden por nosotros.

A darle pues.

El 2023 en un kanji

El año se pasó volando. La vida de adulto me alcanzó a agarrar por completo este año y no pude actualizar este sitio como habría querido. Al menos sé que fue por mis responsabilidades y no por flojera o decidia.

Dicho lo anterior, hasta hace un par de meses mi selección de kanji para este año era una, pero después de ciertos eventos que ya mencionaré aquí un poco más adelante, hubo que hacer muchos cambios y tomar muchas decisiones. Por ello, el kanji que mejor describe mi 2023 es el siguiente:

Lecturas: 決(き)める、けつ

El kanji significa “decidir”, y por ello está en palabras como 決心、決断、決意. Y es que de plano los últimos dos meses fueron de muchas decisiones que tuvieron que ser tomadas bajo circunstancias no del todo planeadas. No fueron decisiones malas o precipitadas, pero sí fueron hechas antes de tiempo. Ya hablaré más al respecto cuando llegue el momento (nada más que termine los escritos). Además, refleja también la decisión que tomé sobre cómo enfrentar al 2024 y los retos que me presentará.

El kanji del 2023 en Japón

El kanji elegido este año por los japoneses fue:

Con decirles el significado se imaginarán por qué fue seleccionado. Significa “impuesto”. Y es que este año estuvo lleno de modificaciones a impuestos, con las que muchos japoneses no están del todo de acuerdo.

Así termina el 2023. Para mí, fue año tranquilo a excepción de noviembre y diciembre, que fueron una montaña rusa de emociones, esfuerzo y mucha fuerza de voluntad.

Pasen todos un excelente fin de año. Nos leemos en el 2024

Recapitulando 2023 – Parte 1

¡Hola blog! Tanto tiempo sin leernos.

Vamos directo al grano. ¿Qué ha pasado en todo este tiempo? Creo que es el periodo más largo que he dejado de escribir desde que inició este sitio hace poco más de 19 años, así que me toca exponer en detalle.

La vida de adulto. Sí, eso fue lo que pasó y ha estado pasando. Parece meme, mentira o excusa barata, pero ya había hablado al respecto antes, solamente que ahora se puso en modo jarcor, y casi casi andaba pariendo chayotes.

Híjole, ¿por dónde comenzar?

Mis hijos están creciendo, lo cual es normal, pero la atención que el menor demanda es infinitamente mayor a la que el mayor requería cuando tenía esa edad. Yo era de las personas que decían que me había tocado suerte con mi hijo mayor porque en general nunca sentí que me pidiera ese nivel de atención (y vaya que pasaba mucho tiempo con él)… Bueno, pues parece que todo se juntó para con el menor. Sí, no voy a negar que la edad me ha hecho también no tener el mismo nivel de paciencia que hace 5 años, pero cuando me pongo a pensar que hasta a mi esposa la ha sacado de quicio y cada uno de nosotros ahora sí pide, o mejor dicho, exige “tiempo fuera” para al menos respirar un rato sin tener al lado al menor diciendo “mamá” o “papá”, me doy cuenta que ambos estamos totalmente exhaustos, y que sí, necesitamos vacaciones sin niños.

Obviamente el crecimiento de los niños ha traído nuevas y maravillosas experiencias que, aun con el cansancio expresado anteriormente, me recuerdan la dicha que es ser padre, y al mismo tiempo me hace respetar al 100% a las personas que deciden no serlo, y también me hacen entender por completo lo chido que es ser tío (o lo que será ser abuelo en su momento) ya que nada más tienes que ver el lado “bonito” de los chamacos, y cuando se portan mal o hay que regañarlos, le pasas la batuta a los papás y te quitas del apuro.

El caso es que debido a esa demanda de atención de ambos de mis hijos, he tenido que ser todavía más selectivo en las actividades que hago, y a la que no le di mucha prioridad fue precisamente al blog, no porque no quisiera, sino porque sabía que me costaría trabajo sentarme a escribir sabiendo que un solo escrito me tomaría varios días, si no es que semanas, en poder concluirlo, y como que, al menos durante el verano y parte del otoño, nomás no se me antojaba del todo. En contraste, le di mucha más atención a los videojuegos, que se volvieron a convertir en la válvula de escape para todo el estrés generado por los altibajos de la vida cotidiana.

Pero, huelga decir, eso no fue lo único. Y aquí vienen los chismes. Y ya ni conté las veces en las que intenté escribir lo que sigue y terminé borrándolo porque no me gustaba el resultado, el tono, o simplemente decía “no, creo que todavía no”. Con todo, hay partes que no terminaron de gustarme, pero si seguía así definitivamente nunca iba a terminar.

Trabajo

Ah, la situación laboral. La gente de México en la actualidad se enfrenta a la horrible tradición de “ponerse la camiseta” y a lidiar con jefes o empresas que definitivamente no valen la pena, pero que terminan siendo muchas veces la única opción viable en lo que a trabajar se refiere. Y miren que después de haber estado 20 años ya por acá he visto desde fuera cómo las empresas y patrones mexicanos han cambiado la cultura laboral del país y se han prácticamente institucionalizado las horas nalga, las horas extra gratis, la exigencia de propinas, la disponibilidad 24/7, etc., etc. Sin embargo, en todos lados se cuecen habas, y Japón no es la excepción. Ya lo expresé de forma por demás detallada en el escrito titulado “Luz”, y hay incontables historias en internet sobre lo excesivo de la cultura laboral japonesa y las peripecias por las que uno pasa por provenir de otra cultura.

Por razones más personales que otra cosa, rara vez comento sobre la empresa en la que estoy actualmente trabajando. No se trata ni de ocultar, ni de vanagloriar, ni de quemar a nadie. Es simplemente parte de la vida personal que no necesariamente tengo que compartir, y al mismo tiempo es por respeto a la misma compañía, pero secreto no es. Incluso con todo lo que me pasó en la empresa para la que trabajaba en la que pasó todo lo que comento en el escrito “Luz” arriba mencionado, no escribí al respecto hasta tiempo después, y miren que tuve mucho, pero mucho que contar, y preferí hacerlo de un jalón (nada más dense una vuelta para que vean qué tan largo es ese escrito). 

En esta primera de dos partes voy a hablar un poco sobre el trabajo anterior al actual. En la siguiente voy a detallar sobre el trabajo actual.

Para no perder la costumbre, vamos a llamar a las empresas con letras griegas. Las letras del abecedario, al menos en este blog, están destinadas solamente para personas (ver “Amor en los tiempos del sushi” para referencia).

  • Empresa del escrito “Luz”: Eta. Y no, no es albur
  • Empresa anterior a la actual: Theta
  • Empresa actual: Iota

La historia en Theta, resumida lo más brevemente posible

Después de prácticamente huir de Eta (en serio, no es albur), esperaba que el trato a recibir en Theta fuera al menos un poco mejor. Total, había tocado fondo ya, y nada parecía poder acercarse siquiera a lo que viví en Eta.

Para mi buena fortuna, la cultura laboral en Theta resultó ser muchísimo mejor de lo que pude haber imaginado, sobre todo por el hecho de ser una empresa 100% japonesa, y de tener a muy pocos extranjeros trabajando. Desde el simple hecho de respetar las horas de salida, de pedir horas extra solamente cuando era realmente necesario, hasta la camaradería que sentía en el equipo, Theta resultó ser el cielo que buscaba después del infierno vivido en Eta (última vez que repito que no es albur :P).

Ahora bien, como la gran mayoría de los lectores se puede imaginar, el lugar no era perfecto. Uno de los principales problemas de los que acaecían en Theta eran de administración, pero no de un departamento en específico, sino en el trabajo que se supone que querían que hiciera. Y no era el único: dentro de la empresa estaba otro doctor, de origen finlandés, que ya había vivido la falta de administración hacia él. Siendo mucho más específico, más que falta de administración era falta de conocimiento de lo que querían que nosotros dos hiciéramos. El finlandés, a quien llamaré M, tenía ya varios años laborando ahí; pertenecía al equipo de investigación, y yo entré al equipo de desarrollo. Fui contratado con la idea de que haría trabajo de procesamiento de lenguaje natural (al que denominaré NLP, por sus siglas en inglés) porque la empresa tenía historia de hacerlo en conjunto con profesores de diferentes universidades de Japón, además de tener varios papers publicados en diferentes revistas especializadas, pero la mayoría de esos papers eran en cuestiones estadísticas, y esto era porque el equipo de investigación era precisamente sobre estadística aplicada a datos referentes a educación. M no venía específicamente de NLP ni de estadística, pero sí de una carrera referente a computación, y además de haber acudido a diversas conferencias nacionales e internacionales, había estado como co-autor de un paper relativo a NLP publicado cuando ya era él parte de Theta.

En resumen: la empresa no sabía realmente dónde ponerme. Mis conocimientos y experiencia en programación me ayudaban mucho para estar en el equipo de desarrollo y hacerla de ingeniero en sistemas, pero, aunque ya me habían dicho que habría trabajo como tal desde antes de contratarme,  la verdad es que yo había entrado ahí con una idea un poco diferente: pensaba que estaría con el equipo de investigación, y de vez en cuando ayudaría al área de desarrollo. Cuando entré, me pusieron inmediatamente en el equipo de desarrollo.

Ni modo. Venía huyendo de una empresa bastante estricta y de un jefe totalmente tóxico, así que lo menos que podía hacer era no quejarme. Ya habría oportunidad después de intentar cambiar de equipo.

Entre otras cosas que hice al inicio, la que más recuerdo es trabajar con un código ESPANTOSO en C#, hecho por un contratista. El código es de lo peor que he visto en todos los años que tengo desde la universidad hasta la actualidad: un spaghetti de más de 12,000 líneas de código que lo único que tenía estructurado eran los nombres de las funciones y las clases, porque el contenido de ellas era como para que mis maestros de la universidad le dijeran que tenía que repetir el semestre. Al principio no entendía por qué nadie quería meterse con ese código, hasta que me lo aventaron a mí y no tuve opción de decir que no. Descubrí la misteriosa causa que hacía que el código “a veces” tronara como ejote y “a veces” funcionara “”””bien”””” (noten el número de comillas), reporté el problema y lo arreglé (si les interesa saber más a detalle, déjenme un comentario y con gusto les respondo), además de darle forma al programa para que al menos fuera posible navegar a través de él sin perder cabello de la desesperación de no entender ni una pizca de lo que se supone que tenía que hacer. ¿Documentación en el código? 99% inexistente. No, no, no. Palabras no me alcanzan para describir el horror de haber visto, y sobre todo trabajado, con esa monstruosidad. Es más, si me hubieran dicho que el código fue hecho por un becario que todavía estaba en la universidad, le habría dado comentarios positivos por el esfuerzo realizado y me habría ofrecido a ayudarlo a mejorar. Pero lo que me parecía totalmente inexplicable es el hecho de que NADIE en la empresa había sido capaz de alzar la voz, reportar problemas con el código o de plano entrarle a arreglarlo; muchos lo vieron y todos corrieron. No culpo al contratista: nadie le dijo nada nunca y él seguía haciendo su chamba; las cosas salían, con un programa no optimizado y después de varios intentos, pero salían, y mientras hubiera resultados, la empresa estaba “feliz” y le continuaba pagando.

Después, mi conocimiento de Java hizo que me metieran al desarrollo y mantenimiento del sistema principal de la compañía, el cual tenía un código claro y conciso, además de tener suficiente documentación como para entender por qué habían elegido hacer tal o cual cosa. El problema era que mucho del código base había sido creado por los que ahora eran los mánagers en la empresa, y aunque todos tenían conocimientos sólidos en programación, ninguno lo tenía concretamente en Java, por lo que se aventaban “a pata” funciones o algoritmos para los que Java ya tenía una librería especializada o mejores y más robustas funciones; por ejemplo: el manejo de String. El código parecía más bien C, pero estaba bien hecho y estructurado, y salvo pequeñas optimizaciones, realmente hacerle un refactoring era innecesario.

Estuve 2 años trabajando exclusivamente con la gente de desarrollo, en los cuales tuve que trabajar con un equipo de contratistas que muy celosamente guardaban su “secreto” de un framework de PHP que habían creado ellos mismos y del que la empresa dependía enormemente. Mis jefes quisieron que “educara” en él, pero los contratistas se portaron por demás herméticos, no respondían mis preguntas, o si lo hacían, era de forma vaga. No los culpo: era su mina de oro. Era evidente cuando no tenían trabajo porque se la pasaban leyendo noticias en internet sin importar que todos los demás vieran que no estaban haciendo nada. Sacaban la chamba, y eso era lo que importaba.

Después de eso, fue un periodo más raro: eran pocas las tareas que me, o contando a mi colega finlandés, nos asignaban, lo que nos puso en una posición bastante extraña y cómoda a la vez: prácticamente nos pagaban por no hacer nada. Las juntas semanales eran nada más para escuchar a los que sí hacían investigación. ¿Nosotros? Nada que reportar, nada que nos fuera asignado. Es más, era tan evidente la forma en la que nos ignoraban que una vez me pidieron que investigara la forma de implementar un motor de búsqueda para uso interno de la compañía. Levanté un prototipo usando Apache Solr y le dije a la entonces mi mánager que lo revisara… Bueno, es momento en el que todavía sigo esperando esa revisión.

Creo que duré así más o menos un año. Literalmente me pagaban por ir a sentarme. Pero eso no significa que me la pasé todo el año sin hacer nada: aproveché el tiempo para tomar cursos en línea, actualizarme en mi área y ver las nuevas tendencias en ella.

Tiempo después, nos llevaron a un lugar donde había muchísima gente calificando exámenes (la empresa manejaba datos referentes a educación), y cuando vi lo que estaban haciendo, comenté que podrían ahorrar mucho dinero si automatizaban eso, porque la tecnología para reconocer escritos a mano ya existía. Alguien de “arriba” tomó el comentario en serio y se pusieron a investigar, y dado que teníamos muchos, pero muchos datos, no tomó mucho tiempo en que crearon una empresa subsidiaria que se dedicaría a aplicar inteligencia artificial a esos datos. El primer proyecto, como se pueden imaginar, era precisamente el de crear un sistema de reconocimiento de texto escrito a mano, y comenzó con un viaje que hice a Singapur para conocer a los otros miembros del equipo con el que trabajaría.

Lo que pasó después de eso y hasta que me cambié de trabajo lo dejo para otro escrito, porque definitivamente merece especial detalle. Solamente mencionaré que estuve en Theta por espacio de 6 años y medio.

Iota

Entré a trabajar en Iota en abril de 2019, en medio de mucha, pero exageradamente mucha incertidumbre y ansiedad de mi parte. Los últimos meses en Theta fueron por demás estresantes, por lo que comencé a buscar trabajo, a tener entrevistas y a rechazar ofertas en las que me pagarían menos de lo que percibía en ese entonces. La verdad no pensé dar el ancho cuando vi que en Iota buscaban personal con mi perfil, pero decidí de todas formas intentar, y al final fui el elegido entre un número de candidatos que nunca supe cuántos fueron (pero según la empresa había varios). Y digo “incertidumbre” y “ansiedad” precisamente porque pensé que era un fraude, que en pocos meses me despedirían por incompetente, y todo lo que el famoso “síndrome del impostor” conlleva.

Iota representaba un gran reto para mí, especialmente porque es una empresa de capital extranjero, lo que significaba que tendría que volverme a acostumbrar al estilo de trabajo “no japonés”. No era una tarea fácil: en Japón te acostumbran a que los superiores (léase “jefes”) siempre tienen la razón, a que la productividad es generalmente muy baja y a que tardan eternidades en tomar decisiones porque se pasan la bolita unos a otros para evitar tener responsabilidades. Pero a la vez, como trabajador, tienes mucha protección una vez que te conviertes en “Seishain”, es decir, en empleado de tiempo completo; una de ellas es que es muy difícil que te despidan (por lo general te presionan para que tú renuncies). Total, que tenía miedo, y poco a poco se comenzaba a “cocinar” el estado mental que me llevó a caer en depresión.

La empresa realmente ofrecía múltiples ventajas en comparación con las compañías japoneses que conocía y en las que había trabajado: 

  • Muchos más días de vacaciones al año
  • Horario relativamente flexible
  • “Snacks” y bebidas gratis
  • Comida gratis cada viernes (todo el equipo salía a comer y la cuenta la pagaba la empresa)
  • Facilidad para tomar días libres
  • Flexibilidad en las herramientas a utilizar

Obviamente había altibajos, y me tomó una buena cantidad de tiempo acostumbrarme. La empresa siempre se mostró comprensiva con las situaciones de cada empleado, y yo no era la excepción: se portaron muy bien con lo que tuve que vivir durante el embarazo de mi segundo hijo, recibí mucho apoyo moral cuando estuve en el peor momento de la depresión, no había problema en cambiar las horas de trabajo para poder atender pendientes de la casa. En fin, la verdad parecía que estaba viviendo un sueño, y lo mejor era que, en teoría, iba a estar en mi área, pues fui contratado bajo el título de Senior NLP Researcher.

Todo estuvo bien durante 4 años y medio… hasta octubre de este año.

En la siguiente parte relataré lo sucedido en los últimos meses.

En los últimos meses

Querido blog:

Durante estos meses que he estado inactivo por aquí he tenido altibajos (como cualquier persona), y también he recibido comentarios valiosos acerca de este blog en general.

La verdad es que no dimensiono el poco o mucho alcance que lo que escribo pueda tener, pero si lo veo desde el punto de vista de que la mayor parte de esto lo escribo para mí mismo, entonces no hay de qué preocuparse. Y realmente nunca me ha preocupado eso. Todo lo contrario: es muy chido que lo que he escrito aquí a lo largo de los años le sea útil a alguien. Si bien es cierto que la actividad aquí ha disminuído con el paso de los años y el aumento de responsabilidades, eso no quiere decir que ya se murió ni mucho menos. Éste siempre será mi espacio personal en el fantabuloso mundo del internet.

Asimismo, con la mejora en mi estado emocional he comenzado a realizar muchas otras actividades, que ya luego detallaré con calma aquí. No obstante, sí voy a mencionar las más destacadas:

Peso

Primero que nada: alcancé mi meta de peso (menos de 76 kilos) la semana pasada. Hubo semanas en las que pesé 76.1 y sí me daba coraje porque ya habían pasado varios meses del año pero no se veía una mejora. El caso es que la báscula y mi cuerpo por fin se entendieron, y ahora lo que sigue es cumplir la promesa de aventarme del Bungee, con video y, de ser posible, tranmsión en vivo. Voy a avisar en todos lados, incluyendo aquí, cuándo será tan importante evento, para quienes quieran acompañarme virtualmente.

Cumpleaños 3

La neta sí me falló gacho no haber puesto un mensaje a mi hijo menor por su tercer cumpleaños el día y a la hora en la que nació, pero en mi defensa puedo decir que se me fue la onda por lo mismo de que ha sido una tarea titánica criarlo. Mi hijo mayor, en contraste, no dio tanta guerra cuando tenía esa edad, pero el pequeño trae una pila interminable que, en pocas palabras, nos termina por sacar de quicio a mí y a mi esposa. Mi mamá y mi hermana mayor se ríen porque dicen que es igualito a mí cuando era niño, y aseguran que mi hijo tiene lo mexicano y lo “Medina” mucho más concentrado que su lado japonés.

Latoso o no, mi hijo ya cumplió 3 años, lo que significa que hay que dar el siguiente paso: entrar al kínder. Ya está inscrito (y luego voy a detallar qué onda con la educación en Japón ahora desde mi punto de vista de padre de familia) y está decretado el día en que comienzan las clases, incluyendo el traslado en autobús que hará cada mañana.

¡Felicidades atrasadas, hijo! Ahora que estés en el kínder, y tu hermano en la escuela, tu mamá y yo POR FIN vamos a tener más tiempo para nosotros. Ya hasta tenemos planes de qué hacer ahora que los niños ya estén ocupados en la escuela. ¡LIBERTAAAAD!

Streaming

Con la realización del EVO Japan 2023, me inscribí para participar en el torneo de The King of Fighters XV, y para ello he estado practicando, y al mismo tiempo transmitiendo en vivo mis sesiones de prácticas y de Ranked Matches. Por lo mismo, mis canales de YouTube y de Twitch han tenido mucha actividad en las últimas semanas. Eso, aunado con el hecho de que ya no he hecho transmisiones en vivo de mis caminatas, me han incentivado a volver a hacerlo. Hice algunas transmisiones en Instagram, pero la verdad es que preferiría que fueran en YouTube simplemente porque es una plataforma más “común”, más conocida e identificada por la gente. Lo malo es que para poder hacer transmisiones en vivo en YouTube desde mi celular necesito tener al menos 1000 suscriptores y, ¿qué creen? No los tengo 😛 Tengo como 688 al momento de escribir esto, por lo que si usted, sí, usted amable lector me quiere regalar una suscripción al canal, me ayudaría bastante para poder ofrecer más contenido del que usted ya sabe que puedo proveer.

Liga al canal: https://www.youtube.com/@mmedina

También transmito en Twitch al mismo tiempo por acá: https://www.twitch.tv/mmedinajp

Como nota, en Twitch trato de enfocarme más en videojuegos, por lo que es probable (mas no decisivo) que las caminatas no sean transmitidas ahí.

Acá un pequeño video de cómo voy en KOFXV

Waifu #1, y es mexicana

20 aniversario

En efecto: el próximo 2 de abril de 2023 cumpliré 20 años viviendo en este país llamado Japón. Y para celebrar tan memorable evento planeo escribir respecto a todos estos años, haciendo una recapitulación de mi llegada, estancia y desarrollo en el país del sol naciente. Habrá nostalgia 🙂 Solamente espero que el escrito esté listo a tiempo, y no, no voy a usar un modelo estilo GPT para generarlo (al menos no todavía). Si usted no entiende esta referencia, no se preocupe, no es relevante.

Conclusión

Ahí la llevo. Estoy agarrando tracción otra vez en todas las actividades que me gustaban, y he comenzado otras nuevas. Me emociona comenzar cada día pensando que hay muchísimo que aprender (pero no me motiva mucho el trabajo, la verdad, pero ya hablaré en detalle de eso). Así que para usted, querido lector, o respetable internauta que cayó aquí de pura casualidad, le digo lo siguiente: Aquí ando, y aquí voy a estar hasta que ya no pueda dar más de mí 😀

Audiolibros

Durante el tiempo que estuve más mal emocionalmente dejé de leer por gusto (entre otras cosas). Ese estado garrafal hace que las actividades que más disfrutas y gozas carezcan de todo sentido e importancia. Y la verdad, me preguntaba cuándo volvería a leer de nuevo.

Adelantemos el tiempo a cuando me comencé a sentir mejor.

Ya se la saben: trabajo, niños, casa… en una expresión: “falta de tiempo”. Por la noche intenté varias veces después de que los niños se dormían, pero por lo general terminaba dormido yo también al instante, o a veces con solamente leer unas pocas páginas.

Cuando me decidí a bajar de peso y comencé a ser constante con las caminatas diarias, pensaba en que quizá podría escuchar algún podcast para aprovechar el tiempo. Ya había intentado con un audiolibro, pero de plano no me atrapó, y me quedó la idea de que simplemente no eran para mí, por lo que estaban fuera de la jugada.

Externé mi exagerada pero válida frustración en Twitter, y recibí varias respuestas diciéndome que los audiolibros dependen totalmente del narrador; sí, es algo muy simple y muy lógico, pero la verdad no me había pasado por la cabeza. Si el tema del libro me interesaba pero escuchar a alguien más leerlo por mí me aburría, quería decir que ese narrador no cuadraba con lo que esperaba escuchar, o mejor dicho, de la forma en la que quería escucharlo. Decidí darle una segunda oportunidad a los audiolibros… y ha sido una de las mejores decisiones que he tomado.

Los audiolibros se convirtieron rápidamente en mis compañeros de caminatas. Escuchar la narración mientras iba caminando por las cercanías de la casa, fuera por la mañana o por la tarde después de comer, producía una sensación entre gozo y realización al mismo tiempo. Sin darme realmente cuenta, estaba conociendo nuevas historias, nuevos mundos, y poco a poco la cantidad de obras que consumía comenzó a crecer, al grado de que me sorprendí mucho cuando hice memoria de todo lo que había “leído” (bueno, escuchado) en tan solo un año:

Al momento de escribir esto, estoy en el último tercio de “El Conde de Monte Cristo”.

Podrán notar que todas las obras que he escuchado están en inglés. No es que tenga una especial preferencia por ese idioma, pero es en el que más fácilmente puedo encontrar las obras que quiero escuchar.

Entiendo el punto de algunos: parece como “hacer trampa” escuchar libros en vez de leerlos. De hecho, yo también me sentía así; llámenme “purista”, pero de verdad sí sentía como que “no era válido” conocer una historia que “debía ser leída” por medio de una narración. Con todo, le di la oportunidad, y me quedó claro que los audiolibros y la lectura no son mutuamente excluyentes, sino que se complementan. Sigo leyendo “normalmente”, y disfruto mucho el tiempo que le dedico a la lectura convencional, pero la realidad es que no siempre tengo el tiempo o la tranquilidad para sentarme a leer como me gusta, por lo que los audiolibros vinieron a llenar ese vacío, por lo que todavía puedo transportarme mentalmente a los mundos y situaciones que las obras describen.

Dicho lo anterior, los audiolibros pueden no ser para todos. No obstante, sí les recomendaría darles una oportunidad, sobre todo al momento de transladarse hacia el trabajo o de regreso a casa. Unos minutos al día hacen que uno avance considerablemente en las historias, y cuando menos lo piensan, estás por terminar el libro. Eso sí: ignoro la oferta de audiolibros que hay en español; por ejemplo, en Audible (Amazon) de Estados Unidos sí hay muchos títulos en ese idioma, pero no sé si cambia el servicio en México (en Japón sí cambia, y no hay tanta disponibilidad de libros en español). Pero Audible no es el único servicio: por mencionar otro, audiobooks.com tiene muchas obras disponibles también, y también tiene una buena cantidad de audiolibros gratis. De hecho, la versión de El Conde de Monte Cristo que estoy escuchando en estos momentos es totalmente gratis, y la narración está de lujo.

Entre lo que sigue para mí en este rubro, quiero escuchar alguna obra en japonés. Quizá alguna de las historias de Makoto Shinkai, que aunque ya las conozco, estaría bien probarlas también en este formato.

¡Feliz 2023!

Ha comenzado el año del conejo. Me gustó mucho esta imagen por lo que dice:

Sobrepasaré a mi yo del pasado, como el conejo que salta

Huelga decir que este año, según el calendario chino, es el del conejo.

El pasado está atrás. Bien o mal, las decisiones que hemos tomado nos tienen aquí, en este momento, y es lo que importa. Si fueron malas, entonces a sobrepasarlas para que sean buenas; y si fueron buenas, entonces a sobrepasarlas para que sean mejores.

Pero, tampoco significa estar pensando solamente en el futuro. Sí, hay que ver hacia el frente y darnos cuenta de los obstáculos que habrá que librar, pero el presente también es muy importante porque es lo que estamos viviendo. Olvídense de estarse preocupando por 1298438743968398498912 futuros que “podrían” pasar y mejor hay que centrarnos en lo que tenemos y podemos hacer ahora, en este momento, para moldear el futuro a nuestro antojo (y de paso, decirle a la ansiedad que no esté dando lata).

Este año estoy seguro que me aventaré del Bungee, y será pronto. Voy a llegar a esos 76 kilos que nada más se me están escapando de las manos. Y una vez que haya brincado, comenzará la fase 2 de mi mejoramiento físico, que ha decir verdadme muero de ganas por empezar.

Reciban todos un gran abrazo desde el invernal Tokio. Aquí seguimos, poco a poco, pero estamos presentes.

El 2022 en un kanji

Ligas a años anteriores:

¡Vaya que el año terminó muy pronto! Estando tan atareado todos los días entre el trabajo y ser papá, realmente veo los días pasar tan rápido que no se sienten, mucho menos las semanas, y ni qué decir de los meses.

Con todo, este año transcurrió de forma muy diferente al pasado. Mi estado mental ha mejorado muchísimo en comparación con el pasado, que fue todavia muy duro y que el kanji que escogí para recopilar todo lo que pasó realmente lo describe. Este año, en cambio, ocurrieron bastantes cosas favorables, pero la más importante en cuanto a mi persona es justamente la que describe el kanji que escogí, que dicho sea de paso, no me costó trabajo seleccionar esta vez:

Sus lecturas son へ (he, como en 減る heru、減らす herasu), げん (gen, como en減量 genryou、減少 genshou、減食 genshoku) y significa “reducir”, “disminuir”.

Razón

Comencé a cuidar mi peso justo a mediados de enero. El chequeo médico anual de 2021 arrojó resultados poco favorables en varios puntos, y además necesitaba hacer un cambio sustancial en mi vida para poder volver a encontrar mi camino,

No hubo necesidad de “sufrir” tanto con los kanji. Estaba totalmente claro desde el momento en el que noté el cambio en mi persona:

  • He bajado, hasta el momento, 22 kilogramos. Volví a pesar menos de 80 kilos después de no sé cuántos lustros.
  • Asimismo, la depresión ha disminuido notablemente. Si bien es cierto que todavía estoy en tratamiento y que de vez en cuando todavía mi estado de ánimo no es el óptimo, la realidad es que son ya contadas las ocasiones en las que eso pasa, y he aprendido a identificarlas y a tratarlas en ese mismo momento. Asistir a terapia es, sin lugar a dudas, una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.

El kanji del año en Japón

Este año, el kanji seleccionado en Japón fue:

Lecturas: Sen, Tataka(u), Onono(ku)

El significado principal es “pelear”, “luchar”.

Según la documentación oficial, fue elegido por:

  • La guerra entre Ucrania y Rusia
  • La batalla que todos los japoneses tuvieron que librar con la devaluación del yen, el alza de precios que fue inmensa, la falta de energía eléctrica que se vive en el país, y “de pilón” el coronavirus.

Cabe mencionar que el kanji del año en Japón es elegido por la gente y cualquiera puede participar. Yo participé en este año, pero el kanji que escogí no figuró entre los 20 primeros: 教. El kanji de “enseñar”. Lo elegí porque durante una buena parte del año fue una noticia recurrente todo lo que el asesinato del ex primer ministro Shinzo Abe destapó respecto a vínculos entre el gobierno y un culto que de religioso realmente no tiene nada, y como culto en japonés se dice 教団 (kyoudan), y también aparece en 宗教 (shuukyou, religión), no dudé en emitir mi voto.

Se termina el año

Con el poco tiempo, y he de reconocer que también pocas fuerzas, que me quedan al final de los días ahora que mi hijo menor tiene 2 años y tiene una pila inagotable, tuve que poner prioridades y no pude atender el blog como hubiera querido. No obstante, sigo al pendiente de los comentarios que me hacen llegar por aquí o directamente a mi correo electrónico.

Dicho lo anterior, tengo esperanza de que la situación mejore gracias a que mi hijo ya va a entrar al kínder en abril, lo que significa que deberá traer menos energía cuando regrese a casa (bueno, déjenme soñar 😛 ). El caso es que blog es una gran parte de mí y quiero seguir escribiéndolo mientras tenga la energía para hacerlo.

Quiero desearles a todos lo mejor para el siguiente año. Espero que sus metas se cumplan, que gocen de salud, y que si vienen de paseo a Japón, me echen un grito para ir a saludarlos en persona (y de paso encargarles cosas esenciales de México, je je je).

¡Nos vemos en 2023!

Nivel 44

De verdad que siento que fue apenas hace unos meses cuando subí al 4to. piso. Tanto pasó en tan poco tiempo, en especial en el último año, que de plano perdí la noción del mismo, aunque para bien. Un día a la vez. Es el truco que mejor me ha funcionado, y lo que me sigo diciendo cuando se presentan situaciones complicadas.

Creo que lo más importante en este momento es sentarme a respirar, a dejar que las cosas fluyan, y a pensar en el futuro. Parece mentira, pero creo que es tiempo de comenzar a pensar en lo que será mi vida dentro de 16 años. Falta mucho, sí, pero también se siente como si hubiera sido hace unos pocos años cuando llegué a Japón, becado, lleno de sueños, siendo todavía joven y, en gran medida, inexperto. No me “falta barrio”, pero las cosas cuando tienes esta edad y una familia a tu lado ya no son las mismas de hace 20, 25 primaveras. Me siento frustrado en algunos ámbitos, exitoso en otros, normal en todavía otros y “principiante” en muchos más.

Como sea, hoy estoy aquí, un año más… sin todavía creérmela por completo de que salí del mega hoyo en el que estaba el año pasado. Alguien me dijo justamente el año pasado: “Un día a la vez, una cosa a la vez. Ahora no estás en tu mejor momento, pero esta experiencia te ayudará a convertirte en una mejor versión de ti mismo. Hoy, con 44 años a cuestas y saliendo de una depresión, creo que, en efecto, soy una mejor versión de lo que era antes. Bien dice el dicho que más sabe el diablo por viejo.

¡Felicidades! Y, ¡ánimo! Ya falta menos para el bungee 🙂

“Marranez”

Ustedes disculparán que utilice una palabra inexistente, pero en verdad creo que ninguna de las que están en el diccionario puede describir la situación en la que me encontraba. Noten el tiempo verbal usado en “encontrar”.

Para ponerlos en contexto, permítanme presentarles al protagonista y causante de todo:

Saben buenísimos

“Pota Pota Yaki”, un senbei (como una galleta) sabor azúcar y salsa de soya.

El año pasado estos fueron mis fieles compañeros durante mis momentos más difíciles. Sea cual fuera el pretexto, diario estaban conmigo después de la comida, y me llegaba a comer hasta 12 o 15 al día. Cada uno contiene 30.5 calorías, así que saquen la cuenta. Eso, más estar sentado todo el día (porque ni ejercicio hacía), más las 3 comidas diarias es la receta perfecta para estar más o menos así:

Does whatever a spider pig does ♪

Si bien antes de la depresión no estaba realmente en forma, el medicamento, el sedentarismo y la ansiedad se combinaron para implantar un nuevo récord en mi nivel de marranez: 98.8 kg.

Estoy casi seguro de que en algún momento llegué (o incluso rebasé) los 100 kg., pero no solía pesarme. Esos 98.8 son “oficiales” porque fue lo que pesé en mi revisión médica anual, la cual fue en noviembre de 2021, pero de ahí a enero de este año, cuando decidí ir al médico más bien forzado a hacerlo por tener el ácido úrico alto (entre otras cosas que no salieron muy bien en los estudios que me hicieron) es casi un hecho de que había subido de peso. Pero desde el momento que decidí que, una vez saliendo de la clínica me iba a poner en serio a ver cómo diantres bajaba de peso, no me quise pesar… por miedo a ver un número de 3 cifras en la báscula.

Pero he de confesar algo: justo antes de entrar a la clínica atravesé la calle para ir al 7/11 a comprarme un “melon pan” (acento omitido intencionalmente para que lo lean como se pronuncia メロンパン, que “nada más” tiene como 500 calorías. Fue mi último gusto antes de dar el siguiente paso.

Parecen conchas, pero no saben igual

A partir de ese día a mediados de enero, hice una serie de cambios que, si bien pueden parecer simples, la verdad es que no lo son; y no es por vanagloriarme, sino que realmente cuesta mucho trabajo la transición: primero decidirse a hacer algo, luego ponerlo en práctica, y después mantenerse firme en la decisión tomada. Nunca de los nuncas me burlé de nadie que estuviera siguiendo una dieta, pero tampoco entendía el gran esfuerzo que requiere hacerlo.

¿Cuáles fueron esos cambios?

  • Minimizar los carbohidratos. Adiós pan, arroz al mínimo. Ni pensar en comprar tortillas
  • Caminar al menos 4 km diarios. Me recomendaron 10,000 pasos al día, pero trabajando desde casa y con el tiempo contado, me he acostumbrado a caminar entre 4 y 5 km diarios, que ronda entre los 7 y 8 mil pasos.
  • Comer tantas verduras como pueda. Cambié los tazones de arroz de cada comida por ensaladas.
  • Huelga decirlo, pero dejar los dulces, galletas y similares. Para combatir la ansiedad me compré un bote de chicles y siempre lo tengo al lado. 2 calorias por chicle.

Ya. No voy a gimnasios, ni tengo un régimen de entrenamiento “pesado”. Me gusta mucho hacer ejercicio, pero decidí llevármela tranquila y confiar en que lo anterior diera resultados. Además, el hecho de caminar diario me ayudó a descubrir otro pasatiempo que realmente pensaba que no era para mí: los audiolibros. Ya escribiré más detalladamente al respecto, pero he “escuchado” una gran cantidad de obras durante todos estos meses.

Pero sobre todo, la motivación más grande era sentirme bien.

Emi decía que parecía que tenía una pelota en la panza. Mi hijo mayor decía que estaba gordísimo. Yo hacía oídos sordos a los comentarios…o eso quería creer. La realidad es que sí me comenzó a afectar el hecho de que los demás me percibieran así… pero lo más sorprendente (para mí) fue que realmente NUNCA pensaba que estaba gordo. Me veía al espejo, incluso completamente desnudo, y me decía “es que la verdad no me veo tan gordo”. Les juro que así me veía y así pensaba. Pero el “bajón” a la realidad fue cuando vi los resultados del examen médico. Los números no mienten. Mi autopercepción podía ser complaciente, pero los datos ahí estaban, y si continuaba de esa forma, estaba aumentando las probabilidades de contraer alguna enfermedad grave (o crónica).

Entendí lo que dicen: te llega el momento de decir “voy a cambiar”, pero no influenciado por opiniones o comentarios de terceros, ni por impresionar a alguien más. Es por ti, para ti, y solamente para ti.

No les miento: el primer mes fue muy difícil. Las verduras siempre me han gustado, así que por eso no había problema, pero quedarse con la sensación de “todavía quiero comer, pero ya no debo” es una tentación enorme. Y todavía lo fue más ahora que estuve en México en mayo. Imagínense lo que es querer atascarse de todo lo que no puedo comer de este lado del charco y tener que limitarse, y en algunos casos hasta abstenerse, de degustar algo de la rica gastronomía mexicana.

Todo, sin embargo, rinde frutos si se es constante. Y hoy les quiero compartir, o si quieren hasta presumir (aquí sí voy a ser presuntuoso por un momento), lo siguiente:

Me peso cada semana

La primera meta que quería cumplir era tener un 7 en las decenas de mi peso. Mido 1.73 metros, por lo que mi peso ideal será entre 73-75 kg, pero lo que quería llegar a ver primero era ese mágico 7, al que no veía desde hace… quizá más de una década.

Pero aquí no termina todo. Si bien sería excelente llegar a mi peso ideal (y mantenerlo), la siguiente meta es 76 kg. Y ahora tengo una motivación extra, que hago pública aquí:

Al llegar a los 76kg, me voy a aventar del Bungee Jump por primera vez en mi vida

Hasta planeo tomar video y hacer transmisión en vivo cuando lo haga. ¿En dónde? No sé. ¿Cuándo? Tampoco sé. No tengo prisa. Siempre he querido aventarme del Bungee para experimentar esa sensación, pero Emi me decía que, por mi peso, no quería que lo hiciera. Así que le dije “Bueno… entonces ahora que estoy bajando de peso, si llego a 76 me voy a aventar”, a lo que comentó que estaba bien, porque era algo que yo quería hacer y sería una buena excusa para seguir bajando de peso.

Así que… la aventura todavía no termina 😀 Estén al pendiente. Avisaré con tiempo cuando haya llegado el momento, porque la verdad, o mejor dicho, la neta, sí quiero compartir ese momento con quien quiera verlo.