Vayamos al grano: ya estoy viejo. Pero eso no es noticia nueva. ¿Crisis de los 40? Creo que llevo ya 2 años con ella. ¿Problemas dentro y fuera del trabajo? Claro, como todos los demás (dichosos aquellos que no los tengan, claro).
Y sin embargo, aquí sigo.
Últimamente he tenido esos ratos melancólicos que te hacen pensar si todo realmente vale la pena, y si hay algo en el futuro que amerite tener que pasar por tantas cosas. Nah, nada de pensamientos suicidas; eso fue cosa de mis años pubertos. Más bien ratos de reflexión, en los que piensas si tu ideología de siempre tener un sueño que perseguir dará frutos a largo plazo. Y la respuesta es obvia: ¡claro que sí!
No obstante, eso no quiere decir que no haya ratos de debilidad, desesperación, e incluso histeria… y la situación con el coronavirus de plano no ayuda.
Mi jefe actual me platicaba hace ya muchos meses: “Cuando tienes a tu segundo hijo, te conviertes en un superhombre”. Y tiene razón. Sí, ya veo venir a quienes tienen 3 o más a decirme “novato”, pero cada familia y cada situación es difícil. No, no estoy llorando porque mi situación sea pesada, pero la verdad no sé de dónde salen fuerzas para levantarme diario a enfrentar al mundo. De ahí que, como he comentado en repetidas ocasiones, mis respetos a todos y cada uno(a) de los(las) padres(madres) de familia que a diario le echan los kilos para sacar a los chilpayates adelante, y todavía se hacen tiempo para tener tiempo de calidad con ellos. A todos, sin importar su clase social, raza, chamba, creencia religiosa, etc. Neta: dense palmaditas en la espalda porque están haciendo una labor titánica, que rara vez es reconocida (imaginen a sus hijos contestándoles de mala gana, gritándoles, rezongando, etc., etc.). Yo no sé cómo mi madre me aguantó cuando era niño.
Veo la situación en Japón:
- Familias “típicas” donde el hombre promedio no es nada más que un proveedor y que rara vez pasa tiempo con los hijos, la esposa es ama de casa que no pela al marido más que cuando necesita más dinero (recordar que en Japón se acostumbra que el marido le dé todo el sueldo a la esposa y ella es la que administra todo el dinero) y que los niños no vean al papá más que unas contadas veces a la semana.
- Familias en donde ambos padres trabajan (lo que se conoce como 共働き, “tomo bataraki”, mientras que los niños están en guarderías.
- Familias en donde el padre o la madre simplemente “fue por cigarros” y nunca regresó, y es uno solo el que tiene que sacar adelante a la familia.
- “Familias” que se hicieron por la fuerza (léase, se “embarazaron”) y de plano no se aguantaron y se separaron, o aquellas a los que el niño les molestaba tanto que terminaron abandonándolo, o peor aún, matándolo (sí, hay muchos casos así). O incluso aquellos padres de familia que pecan de irresponsabilidad y eso cuesta vidas inocentes.
Probablemente no suene tan diferente a otros países. Y sin embargo una vez que eres parte de esta sociedad se siente la diferencia cultural en cada uno de los casos anteriores. Diría un buen amigo mexicano que “el ojo que todo lo ve en Japón” (o sea, el “qué dirán”) pesa un montón por acá
Me he puesto a pensar mucho en cuál era la situación en mi familia cuando yo era chico, digamos que cuando tenía entre 5 y 10 años, y cuál es mi situación actual con mi hijo mayor teniendo exactamente 5 años ahora. Dejen de lado cómo ha cambiado el mundo (que sí tiene que ver); la experiencia que uno tiene y quiere aprovechar para criar a sus hijos y la falta de pericia que se hace evidente cuando lo que creías que funcionaba para reforzar los lazos padre-hijo no da frutos o termina con un resultado totalmente contrario al esperado.
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