Definitivamente me he hecho a la idea de que los escritos que tengan que ver con lo que me ha sucedido (y está sucediendo) durante esta pandemia tienen mayor prioridad que los borradores de otros que ya he comenzado y que la lista de temas pendientes por desarrollar. Ni modo. Siento que esta situación extraordinaria requiere que escriba al respecto porque:
- Es forma de sacar el estrés que genera estar encerrado en pleno verano. En un verano normal ya habría ido a la playa/albercas con mi hijo, y estaríamos pasándola muy bien yendo a lugares que normalmente acostumbrábamos.
- Queda el registro para el futuro de cómo la estábamos pasando en estas fechas. Eso conlleva la esperanza de que todo termine y que podamos volver a como era antes (o algo similar en caso de que no sea posible).
Habiendo dicho lo anterior…
La semana antepasada fue de ésas en donde parece que todo en la chamba va estar tranquilo y que la misma semana va a terminar relativamente tranquila, lo que significa una carga de trabajo habitual… pero no fue así. De repente me hicieron el responsable de dar una presentación técnica a otra empresa, pero en japonés.
Aunque no me ensalzo de mi habilidad en dicho idioma, lo cierto es que es quizá de lo poco que sé que puedo manejar relativamente bien. No obstante, una presentación a una entidad externa implica mucha más preparación, y si los temas son técnicos, la dificultad aumenta. Asustado no estaba, pero sí preocupado porque el tiempo que tenía para hacer la presentación iba a ser muy limitado. En cuanto se tomó la decisión, comencé a trabajar al respecto.
Creo que no hace falta decir que pasé todo el fin de semana antepasado creando diapositivas, y al mismo tiempo una especie de guión en el caso de que me atorara al decir algo en la lengua nipona. Dos ensayos estaban planeados, y aunque es cierto que me basé en una presentación anterior y que las diapositivas podían estar en inglés, pensar todo en japonés, encontrar las expresiones y tecnisimos correctos fue una tarea mucho más demandante de lo que al principio había pensado.
Estar cansado no era tanto problema. Lo que más me dolió fue que no pude jugar nada, pero nada, con mi hijo el grande. Le expliqué lo que estaba pasando y él decía que entendía, pero al final de los días siempre me esperaba despierto con la esperanza de que pudiera jugar con él aunque fuera un rato, y aunque mi rol en su juego fuera totalmente pasivo.
La presentación salió bien, pero dije dos cosas equivocadas que luego tuve que corregir (y disculparme por ellas). Todo parece indicar que sí cumplí con las expectativas que los jefes tenían; la empresa no es japonesa, y aunque hay japoneses laborando, los del área de negocio no cuentan con los conocimientos técnicos necesarios para explicar detalladamente la tecnología que la compañía posee.
Terminé exhausto después de una semana de labor sin descanso. No me quejo, puesto que en este trabajo esos casos son excepciones, no reglas como sería en una empresa tradicional japonesa. Sin embargo, el cansancio no salió hasta un día después de la presentación: trabajé normalmente, pero al final del día de plano estaba “molido”, y al día siguiente supe que no sería productivo por lo que me tomé el día libre… Y ya se la saben lo que es un día libre con dos niños en casa, pero al menos no tenía que preocuparme por el trabajo.
Además de las dos razones expuestas al principio, decidí escribir sobre la presentación porque necesitaba (y creo que sigo necesitando) un poco de apoyo para recobrar autoestima perdida. La verdad es que no estoy en los niveles que estaba hace un año, cuando tenía relativamente poco de haber entrado a trabajar, pero no estoy todavía cerca de los niveles que tenía antes de venir a Tokio. Ya no sé si es la crisis de los 40 aunada con el “power harassment” sufrido en mi primer año en la capital nipona; el caso es que necesito dejar huella de algo que haya salido bien en la chamba para poder voltear a verlo y darme cuenta que no estoy tan tirado a la calle como a veces creo, a pesar de que yo mismo no suelo voltear a ver el pasado. Y como exponía también al principio, la situación que vivimos a nivel mundial tampoco ayuda mucho.
Por lo pronto, denme permiso de darme palmaditas en la espalda, aunque sea por esta vez. Obviamente el trabajo no termina y ya hay que estar listo con lo que sigue, pero siempre es grato disfrutar de las pequeñas victorias ya que ayudan a seguir adelante y a buscar otras actividades más retadoras.
Es un verano muy triste para mí (es mi época favorita del año), pero es momento de aguantar.
No te sientas mal. Creo que hay varios que quisiéramos estar en tu lugar… tienes un trabajo privilegiado en un país privilegiado. Eres inteligente y emocional, son dos de las mejores cualidades que alguien puede tener. Y la situación en Japón no es tan grave como en México, hasta parece que aquí no hay escapatoria, que todos nos contagiaremos tarde o temprano…
Bueno, al menos me alegra un poco leer tu blog e imaginarme que tengo una vida parecida
Qué tal.
Es esperanzador el enfoque que le das a este escrito, el saber que en el futuro sólo será un recuerdo de como se vivía en estos días.
Y que mejor que compartiendo una historia de éxito. Me alegra saber que la presentación técnica en japonés haya salido muy bien. Se ve que le echaste un buen de ganas, incluso sacrificando tu fin de semana y el tiempo con la familia.
Pero que orgullo saber que dejaste una muy buena impresión de tu empresa, al demostrar que cuentan con personal muy bien preparado técnicamente… ¡y en japonés!
Que sigan los éxitos, y gracias por compartir.