Es correcto: Antes de seguir con el mensaje que concluye el desmadre que fue la última parte de 2023 decidí sentarme a relatar qué onda con Theta y Singapur. Agarren palomitas y refresco; no estará tan largo, pero de todas formas vale la pena que tengan con qué acompañarlo.

¿Por qué Singapur?
Como ya he mencionado en la primera parte, el primer proyecto de la empresa subsidiaria sería un sistema de reconocimiento de texto escrito a mano. Dicho proyecto sería manejado por un japonés residente en Singapur, trabajando en la oficina de la empresa en ese país, e incluiría como miembro a un empleado chino también residente en ese país. Del lado de Japón participaríamos un japonés joven y yo. Ese japonés prácticamente la hacía de todo en cuanto a administración, mandados, escritos y cuánto se le ocurriera a los jefes, es decir: aunque buena persona, prácticamente vivía para el trabajo y para lo que le mandaran a hacer. Y de una vez aclaro: me caía muy bien (uso copretérito porque ya no tengo contacto con él, no porque me haya caído mal después), y en general teníamos buena comunicación.
Durante mi estancia en Singapur, la cual fue de 3 días, realmente no tuve tiempo de hacer nada más que trabajar. Sí, hice transmisión en directo usando el difunto Periscope, pero solamente en lo que caminaba a la oficina en la mañana. Una vez habiendo llegado a la empresa, prácticamente no tenía nada de tiempo libre, ni siquiera las comidas, porque era de “vamos todos a comer”, y a la salida era “vamos todos a cenar”. La única libertad que tuve en ese entonces fue el último día después de las horas laborales, y eso porque les dije que quería explorar lo poco que pudiera antes de regresar a Japón, algo que no les agradó del todo porque ya tenían planes para “despedirnos”… Estamos hablando de unas 3 horas que tuve para mí. No más.
El trabajo en sí fue nada más iniciar el proyecto en forma. Los alcances todavía no estaban completamente definidos, pero más o menos se tenía una idea clara de dónde se iba a aplicar. En general, el viaje fue un éxito laboralemente hablando, que era lo que importaba, aunque personalmente me habría gustado quedarme al menos un par de días más para conocer el país.
Entonces, Singapur no fue malo… ¿verdad?
El viaje tenía propósito y éste se cumplió, pero era importante mencionarlo porque entra a la escena un personaje que tendría muchísimo peso en todo lo que pasó después, tanto al proyecto como a mí: el empleado chino, al que llamaremos CH por simplicidad.
Para ponerlos en contexto más detallado, CH es un chino que creció y estudió en Japón. Es mayor que yo, y su experiencia es vasta en cuanto a servidores y aplicaciones se refiere. Nunca dudé que de fuera una persona brillante, pero tampoco me esperaba todo lo que sucedió después.
Ascención
La estructura del proyecto envolvía la participación de una empresa externa, que era quien en realidad iba a hacer toda la parte técnica mientras la nuestra la hacía de “cliente”, definiendo los requisitos y apoyando en lo que fuera posible. En resumen, a mí me tenían como el “técnico” que corroboraba si lo que decían o hacían tenía sentido.
Dicha empresa externa estaba conformada por puros extranjeros. Su líder era un graduado de… err… Harvard, si mal no recuerdo, que era obvio que sabía lo que hacía y sabía cómo hacer negocio con su conocimiento. Había además otro doctor en su equipo, y la parte de codificación también la tenían bastante fuerte. Era un equipo honesto, trabajador y conocedor.
Habiendo dicho lo anterior, la primera junta que tuvimos pudo haber sido de 30 minutos, pero se convirtió en un calvario de casi 2 horas porque CH interrumpía frecuentemente tratando de dar su opinión, pero dejando ver que realmente no sabía nada del tema. La reacción de la empresa externa no se hizo esperar: pidieron que a partir de la siguiente junta CH no estuviera en ella, porque sentían que iba a ser una carga para el avance del proyecto. El problema estaba en que eso no era posible, porque si bien CH realmente no sabía mucho de aprendizaje máquina ni procesamiento de lenguaje natural, era inteligente, y además tenía labia, lo que hacía que fuera de mucha confianza para los altos rangos de Theta. Las fricciones comenzaron aquí. Eran mínimas, cierto, pero ya estaban presentes.
El proyecto comenzó a avanzar, no sin antes haberse creado un contrato en donde se especificaba lo que nosotros queríamos, la cantidad a pagar (enooooorme), las fechas de entrega, todo formal, claro y conciso. El problema comenzó, aunque ustedes no lo crean, por diferencias culturales.
Muchos japoneses tienen la idea de que al firmar un contrato este obliga a una parte a estar 100% a las órdenes de la otra. Es decir, aunque estuviera definido qué es lo que se debía entregar, la otra parte estaba obligada a ajustarse a los cambios que se necesitaran, sin generar cuotas extra. No era la primera vez que veía ese comportamiento: la primera empresa donde trabajé después de graduarme del doctorado así se la jugó a un contratista amigo mío cuando le pidió hacerles un programa y luego le pidieron muchos cambios y se molestaron cuando mi amigo les dijo que eso les costaría extra porque no estaba en los requerimientos iniciales, lo cual hizo que le tuvieran “mala idea” y lo consideraran poco profesional. Aquí estaba viendo exactamente lo mismo: la empresa externa cumplió su parte del contrato, entregando exactamente lo que les fue pedido, en tiempo y forma, pero Theta, o mejor dicho, los administradores del proyecto y algunos altos rangos, no estaban contentos porque esperaban mucho más, algo más elaborado, cuando eso no fue lo que estaba mencionado en el contrato.
Durante el tiempo en el que la empresa externa estuvo trabajando en lo que les fue requerido, internamente tuvimos muchas juntas. CH hacía cada vez más evidente que a fuerzas tenía que dar su opinión aunque no supiera del tema, y era más que evidente que le molestaba no tener razón. Mi colega finlandés (que también tenía doctorado) y yo comenzamos a tener roces con CH por lo mismo.
Debo recalcar algo: A mí nunca me ha molestado que alguien no sepa algo. No todos sabemos lo mismo, y no conocer de un tema no te hace ni más ni menos que nadie. Me encanta enseñar y guiar a los demás sobre algo que yo sé para que después se muevan por su cuenta y sean mucho mejores de lo que yo puedo ser. Lo que sí me molesta es que alguien no sepa pero quiera darse su taco de que sí sabe, exprese algo que no es coherente y se aferre a sobresalir en algo que no conoce. Ese era el principal problema con CH. Me quedaba perfectamente claro que era una persona brillante, con mucha experiencia en servidores y grandes sistemas, pero que necesitaba estudiar lo básico sobre aprendizaje máquina (e IA en general).
Otro factor importante era que estaba de moda la expresión “Deep Learning”. Era la buzzword del momento. Se leía “Deep Learning” por todos lados, y era cool decir que tu proyecto o empresa lo usaba. Ésta fue la época en la que uno de los altos rangos de Theta, totalmente ajeno a IT, programación, software, etc., nos dijo al finlandés y a mí algo que nunca se me va a olvidar:
Parece que Deep Learning es muy importante. ¿Por qué no lo usamos en la página web de la empresa?
No, no hablo de escribir que en la empresa usábamos Deep Learning, sino que USÁRAMOS Deep Learning para hacer la página web… Sí. Así como lo leen.
El caso es que CH, siendo lo brillante que era (y no es sarcasmo), sí comenzó a leer al respecto, pero era obvio que le faltaba lo básico. No obstante, teniendo ya tiempo en la empresa, respaldado por su experiencia y haciendo uso de su labia, se supo mover de tal forma que se posicionó rápidamente como el líder del proyecto, y fue de las personas que más contrapeso creó para criticar lo que la empresa externa había hecho, así como para preparar todo lo que vendria después.
Hubo muchos conflictos entre ambas empresas. Juntas en donde chocaban las ideas: por un lado, Theta que exigía más de lo que se había estipulado porque lo hecho lo consideraba básico, y la empresa extrena que hizo tal cual lo que se le pidió y cumplió con su parte del contrato. Después de muchas discusiones, juntas internas y consideración de otras estrategias mucho más extremas (corporativamente hablando, claro), se acordó la creación de un nuevo contrato de trabajo, en donde se detallarían todos los puntos que Theta quería, lo que obviamente generaría una nueva cantidad de honorarios para la empresa externa, idea que a Theta nunca terminó de convencer del todo.
Para no hacerles el cuento tan largo (más de lo habitual), ese segundo contrato fue el último que se hizo con la empresa externa. Además de los problemas descritos arriba, la otra razón importante fue que Theta se dio cuenta de que había mucho mercado, y por ende mucha lana de por medio, para la tecnología que se quería desarrollar. En ese entonces, la IA no era del todo “comercial”, y tener un sistema de reconocimiento de escritura a mano, sobre todo uno que incluyera caracteres japoneses, era realmente llamativo; para Theta, era una gran oportunidad de negocio que era más que obvio no quería compartir con nadie. De esa manera, Theta y la empresa externa cortaron lazos, Theta, o mejor dicho CH, trajo a uno de sus amigos a la empresa para que fungiera como director de tecnología y ayudara con el desarrollo de una red neuronal para los fines arriba mencionados. He de hacer mención aquí que ese amigo es una excelente persona, me cae muy bien todavía en la actualidad, y realmente tiene gusto por la tecnología y por desarrollar sus propias creaciones, por lo que nunca tuve ningún problema con él.
Lo que no sé realmente es si Theta en algún momento consideró que, al cortar lazos, la empresa externa también tenía plena libertad de hacer lo que quisiera, y fue precisamente lo que hizo: se mantuvieron callados como por 6 o 7 meses, para después regresar con todo presentando un sistema, ya comercial, de, adivinen… ¡reconocimiento de escritura a mano, incluyendo caracteres japoneses! ¿Quién lo habría imaginado?
Ahora bien: no es que Theta se hubiera quedado de brazos cruzados. El problema fue que la gente que trabajó en el proyecto en Theta era muy poca, mientras que la empresa externa invirtió en especialistas (doctores, ingenieros) y en tecnología para acelerar la creación del sistema sin comprometer los resultados. Esto no calló muy bien en Theta, y hubo juntas en las que se habló de hundir a la otra empresa por medios legales.
Durante todo este tiempo, CH, haciendo uso de su brillantez (y no lo digo de forma sarcástica) se dedicó a prepararse, aunque a medias, pero supo cómo triunfar cuando Theta anunció que crearía una empresa filial dedicada exclusivamente al desarrollo de tecnología, y que CH sería el presidente. Si han leído hasta aquí, seguramente estarán pensando que esas no eran muy buenas noticias para mí ni para mi colega finlandés; pero como sea, la ascención de CH se había consumado.
Intimidación, y la siguiente etapa
La nueva empresa, a la que llamaramos DD, estaba formada por CH, su amigo, 2 candidatos a Ph.D japoneses recién contratados, el colega finlandés y su humilde servidor. El producto principal era el sistema de reconocimiento de escritura a mano, pero pronto surgieron otros proyectos que eran más de desarrollo y menos de AI (aunque sí la incluían). Creo que no hace falta mencionar que el nacimiento de esta empresa fue un parteaguas para muchos de los involucrados.
- Para CH, ser CEO
- Para su amigo, ser el segundo al mando
- Para los 2 candidatos a Ph.D., la “oportunidad” de ser entrenados de la mejor forma a la que CH le conviniera (spoiler. lo consiguió)
- Para el colega finlandés, el último trazo de motivación que necesitaba para salirse de Japón
- Para mí, darme cuenta que me tenía que salir tan pronto como fuera posible
El colega finlandés habló conmigo un día cualquiera para mencionarme que le habían ofrecido una posición como investigador en una laboratorio de NLP en Inglaterra después de haber pasado por un, al parecer, largo proceso de selección. Me dijo que me agradecía mucho porque, inconscientemente, yo había sido parte de la inspiración que requería para entrar más de lleno al mundo de NLP y a decidirse a buscar otras oportunidades, incluso fuera de Japón. Obviamente me dio mucho gusto por él, por su nueva posición, y porque él ya no tenía que sufrir más tiempo en Theta… Y lo digo de forma literaria, puesto que incluso con su último pago tuvo que pelearse con media empresa para que le depositaran en una cuenta internacional por el simple hecho de que Theta no quería hacer ningún trámite y querían depositarle en su cuenta de banco japonés que ya no existiría para ese entonces.
Los 2 candidatos a Ph.D. no eran tan jóvenes, pero sí les faltaba experiencia en el mundo laboral. Uno de ellos hizo un sistema relativamente sencillo que a la empresa nueva le generó un poco de ganancia, mientras que al otro lo convencieron de que se mudara a Boston, porque he de decirles que la nueva empresa también había sido registrada en los Estados Unidos, y CH se mudaría para allá, y quería llevarse al chico en cuestión, lo cual logró.
El amigo de CH siguió igual que siempre: amable, buena onda, comprometido con su trabajo. Ninguna queja sobre él.
A mí fue el que me tocó digamos lo más “fuerte”, aunque ya lo veía venir. Un día CH me dijo que quería hablar conmigo. Me dijo que ahora que éramos una empresa diferente a Theta, tenía que demostrar o justificar mi valor, refiriéndose a que tenía que crear algo que generara dinero directamente, para poder sobrevivir en la misma (esas fueron sus palabras). Citó el ejemplo de uno de los candidatos a Ph.D. y del sistema que había creado, pero yo le dije que a ellos 2 les había dado carta libre para hacer cosas mientras que a mí me tocaba la talacha, pero no le importó. Tal cual me dijo que ese chico era más valioso que yo para la empresa. En pocas palabras, era una amenaza directa disfrazada de “soy el jefe y vas a ver gatitos aquí”.
Duré unos meses buscando trabajo hasta que encontré uno en Iota, y creo que está de más mencionar que a prácticamente nadie le sorprendió la noticia de que renunciaría. Hablé directamente con el amigo de CH porque era mi jefe superior, pero no me escondí de nadie. Con todo, mi “fiesta de despedida” fue en un cuarto privado en un restaurante más pequeño que mi departamento anterior, y, para sorpresa de nadie, CH no asistió. Ese día le envié un correo a CH dándole las gracias, mencionar que era una persona brillante y que estaba seguro de que podría lograr lo que se propusiera, ya saben, cortesía laboral, y nunca recibí respuesta.
Justo acabo de revisar, y la empresa que CH dirige todavía existe, y todavía CH es el CEO. Me da gusto que las cosas vayan bien para ellos, pero no por eso debo negar u olvidar toda la interacción que tuve con CH.
Por lo demás, Theta fue un lugar de trabajo que siempre apreciaré porque fue donde encontré estabilidad emocional en el trabajo después de haber huído de Eta. Es un hecho de que me estanque profesionalmente durante mis últimos años ahí, pero fue más que nada porque Theta no tenía idea de qué hacer con Ph.Ds en áreas que no eran 100% estadísticas o pedagógicas.
Y ahora, comenzaba el capítulo en Iota, que terminará de relatarse en la siguiente parte de esta saga.