¡Hola blog!
Quizá este no es el escrito que muchos esperaban leer después de varios meses de ausencia por acá. Hay mucho que contar, pero aproveché que tenía tiempo en el trabajo para escribir respecto a lo que está aconteciendo el día de hoy, y a las experiencias adquiridas durante el proceso. Si a alguien le sirve de algo lo que sigue, ¡qué bien!
Hoy es el lanzamiento oficial del proyecto en el que he trabajado por más de un año. Sin embargo, la verdadera prueba de fuego será la próxima semana, cuando el sistema sea ejecutado por primera vez en producción.
Nervioso no estoy. El sistema ha sido probado intensamente desde hace meses, y el cliente lo ha usado extraoficialmente durante más de un año. Ahora se trata de automatizar todo, lo cual se logró después de una intensa pelea vs AWS. He aprendido mucho del ecosistema de AWS, pero además de eso, este proyecto me ha enseñado, y también reiterado, algunas cosas que vale la pena mencionar:
1. No soy líder del proyecto, sino líder de desarrollo. Cuando me asignaron, el sistema era funcional de puro milagro. Habían puesto a un chavo con 1 año de experiencia en el mundo laboral y por ende a todo decía que sí. Una “proof of concept” era usada como sistema en producción. El chavo hizo lo que pudo, y la verdad su esfuerzo fue más que excelente, así que a él no lo culpo.
2. Los resultados no eran los esperados, por lo que el cliente iba a terminar el proyecto en julio del año pasado. ¿Qué faltó? Un análisis cualitativo para determinar qué era lo que causaba resultados insatisfactorios. Los hice, y el proyecto fue resucitado.
3. Las nuevas generaciones, al menos acá en Japón, dependen muchísimo de LLMs. Aunque es cierto que la calidad del código generado por los LLMs ha ido en aumento, todavía hay fallas y alucinaciones, que son difíciles de detectar si no se tiene experiencia.
Habiendo visto la evolución de las tareas de NLP a lo largo de 20 años, los LLMs parecen arte de magia, pero en el fondo deben ser considerados como una herramienta más, no como sustituto de empleados (al menos al día de hoy).
4. Es la primera vez en toda mi carrera en la que soy considerado como “veterano”. Sí, ya sé, estoy viejo, pero en todas mis chambas anteriores siempre era el último eslabón en la cadena. Ahora he tenido oportunidad de ser mentor de gente más joven, y ha sido muy satisfactorio. Asimismo, es la primera vez en la que una empresa reconoce mi todavía parco conocimiento y mi exigua experiencia laboral. No es presunción, pero parece mentira que a mis 46 años apenas una empresa me considera para llevar la batuta de algo.
Hasta antes de entrar a esta empresa siempre había considerado que no sabía mucho, que me faltaba todavía para ser alguien con presencia, que pudiera ser consultado cuando se tenían dudas, o que la gente alreddor sintiera confianza de que yo estaba encargado de algo. No es que lo sepa todo, pero una parte de la depresión en la que caí fue consideraba que, por mi título, debía saber más, debía entender muchos más conceptos, y me autoflagelaba por no haberlos aprendido cuando era estudiante.
Ya he comentado en muchas ocasiones que mi título de doctorado me salió en un gansito, porque fue una experiencia horrible, para olvidar, que durante años me hizo arrepentirme de haber venido a Japón. Por lo mismo siempre he recomendado investigar y tener contacto con su potencial asesor a quienes planean venir a estudiar un posgrado a la tierra del sol naciente. De ese asesor depende totalmente su experiencia académica por acá. Resumiendo para quienes no sepan la historia: el mío nunca me guió para nada. Estaba más preocupado por su retiro que por sus alumnos, y cuando se retiró al final de mi segundo año de doctorado solamente se tomó sus últimas.2 semanas para conseguir que otros profesores se hicieran cargo de nosotros (3 alumnos de doctorado). El profesor que me recibió fue muy claro al decirme que él no tenía idea de lo que estaba haciendo, que él no me podía ofrecer guía y que no había lugar físico en su laboratorio para mí, así que hice lo que pude para salir adelante, pero nunca he estado satisfecho de eso.
Con todo, y también habiendo aprendido a celebrar mis pequeñas victorias, el hecho de que haya salvado el proyecto y lo haya llevado hasta producción en un lanzamiento oficial en una gran empresa en Japón, creo que merece que me dé un par de palmaditas en la espalda, y que hoy me vaya a comer un helado a la hora de la comida.