Parece el inicio de un escrito romántico, de esos de final feliz en donde el galán al final se queda con la doncella; donde no cuentan las hazañas, los peligros ni el dinero gastado durante el proceso. Lamentablemente, no es así.
Fue noticia el años pasado en Japón, Yo supe de esto hace aproximadamente 6 meses. Trataré de resumir el relato tanto como sea posible.
El protagonista de esta historia es un hombre llamado Moritoshi Kurita (栗田守紀), de ahora 34 años. Un empleado serio, introvertido, tímido, sin mucha suerte con las mujeres. Un buen día fue con sus compañeros de trabajo a lo que en Japón se le llama キャバクラ (Kyaba Kura), que es un lugar donde se puede beber en compañía de chicas atractivas que lucen vestidos de noche, a las que por cierto no puedes tocar (porque no es un servicio “sexual”). Ahí fue donde Kurita conoció (y prácticamente se enamoró) de una de ellas: Ayako Kinoshita (木下彩子, nombre falso). Kinoshita usó sus técnicas para agradarles a los clientes en Kurita, haciéndole a éste creer que estaba especialmente interesada en él (técnica común para hacer que los clientes regresen o que se queden a beber más tiempo, generando más ingresos para el negocio). Kurita cayó rendondito.
En los Kyaba Kura puedes pedir que una chica en específico sea la que te atienda, lo que se le conoce como 指名 (shimei, literalmente “designación”). Hacerlo te cuesta cierta cantidad de dinero. Las Kyaba jou (キャバ嬢, chicas que trabajan en esos lugares) que tengan más “designaciones” y que promuevan más consumo de los clientes son las que se hacen populares; la mejor se convierte en la celebridad del lugar. Además, no es raro que los clientes se “enamoren” de las chicas y les den regalos caros, como collares o brazaletes de diaamante, carros último modelo, etc. Obviamente ellas aceptan todo sin tener ninguna obligación de por medio. Es su trabajo vender fantasías.
Con lo anterior, ya saben para dónde va la historia en cuestión.
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