A las 7 am estaba ya arriba, desayunando y preparado para pasar el día en Tokyo. La misión era simple: Ir a la estación de Shinagawa, dejar todas las maletas en lockers, y de ahí irme a Akihabara a buscar electrónicos y entrar a los centros de juegos. Pero el día no me ayudó mucho: Hacía mucho frío y estaba lloviendo. El cambio de temperatura fue brusco: El día anterior en Cairns, 32 grados. Ese día en Tokyo, 8 grados.
El primer tren fue la faena más difícil de día: Día laboral, hora en la que todo mundo va al trabajo. Todo esto combinado da como resultado que la gente vaya como sardinas en el tren, y no, ni el metro de la ciudad de México me sorprendió como lo hicieron los trenes de Tokyo. Estoy completamente seguro de que, con investigación seria, alguien podría demostrar que ahí dentro 2 cuerpos pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo. Sería una teoría nueva totalmente fascinante. Y yo con la mochilota… Mejor omito esta parte. Solo de recordarla ya me dolió la cintura otra vez.
Una vez que hube llegado a Shinagawa, dejé el equipaje en un locker (600 yenes, 60 pesos por un día) y solo me llevé lo necesario… o al menos eso pensé: Cuando cerré el locker, me acordé del paraguas… Ni modo, me mojaría.
Era hora de ir al buen Akihabara.
Por fin pude poner mis manos en Tekken 6, pero además, vi muchísimas tiendas y entré por callejones que no había tenido oportunidad de recorrer antes debido a la presión del tiempo. Compré algunos utensilios electrónicos que necesitaba, y, debido a lo barato que estaba, exprimí la cartera y compré 2 GB de memoria RAM para la PC de mi casa: 170 pesos cada DIMM de 1 GB. Si no funcionaba, el gasto habría sido menor, pero si funcionaba, con tan poco dinero tendría 3 GB de RAM. Valía la pena el riesgo.
Y como siempre, Akihabara siempre sorprendiéndome. Aquí una foto de un "Caza monos" muy peculiar. A más de alguno seguramente le encantaría probar suerte: Solo 100 yenes (10 pesos):
Después de pasar el día en este lugar, me dirigí por mis cosas a Shinagawa y de ahí a Haneda.Tampoco me dejaron llevar la mochila en el avión, pero no me importaba. Era el último esfuerzo antes de que todo concluyera.
Llegué al aeropuerto de Fukuoka a las 8:25 pm, como estaba previsto. Esperé a que Emi llegara por mí, y de ahí de regreso a casa.
Este viaje me enseñó mucho, no solo sobre lo académico, sino también sobre mí y sobre la gente que me rodea. Aunque es más fácil acostumbrarse a Australia que a Japón, como que extrañé un poco el idioma, mi casa y mi tatami al momento de dormir. Regresé cargadísimo de trabajo, pero al menos estos días voy a tratar de estar relajado, porque entrando el próximo año comienza la batalla final entre la escuela y yo.