Un año después

No sé si sea muy rápido o muy lento, pero un año ha pasado desde que:

  • Entramos en pandemia
  • Comencé a trabajar desde casa

Si bien es cierto que estoy profundamente agradecido con la empresa actual por todas las prestaciones y facilidades que ha dado durante todo este tiempo, la verdad es que no es lo mismo trabajar desde casa en medio de una pandemia que cuando no lo hay. No es la primera vez que trabajo desde casa, y en empresas anteriores había sido mucho más fácil y llevadero. Ahora, no tanto.

Pero dejemos de lado todo eso, o al menos lo más que se pueda, ya que hablar de lo que ha transcurrido durante este periodo de tiempo implica mencionar la situación actual.

Hace exactamente un año me convertí en padre por segunda vez. Sin duda, uno de los momentos más felices de mi vida, y el más increíble y a la vez sorprendente, fue ver nacer a mi segundo hijo. Todo era dicha y felicidad, pero no puedo ocultar que también estaba asustadísimo porque había nacido en medio de un estado de emergencia ante la ola de contagios del nuevo coronavirus, que en aquel entonces todavía no se comparaba con lo que vendría varios meses después. Prácticamente me daba pavor salir, pero más que por contagiarme yo, por que por mi culpa se contagiara alguien de mi familia, incluyendo por supuesto el nuevo miembro de la familia.

Las cosas en casa estuvieron relativamente tranquilas y en orden durante un tiempo gracias a la increíble ayuda de mi suegra, que estuvo con nosotros desde antes de que comenzara la pandemia, De una forma o de otra encontramos la manera de aguantar con el estrés de la vida diaria, el estrés del trabajo, el estrés que la pandemia trajo, y el cuidado de 2 niños que demandaban atención. Pero aunque ciertamente tuvimos ayuda, las cosas no fueron del todo fácil para ninguno de los adultos de esta casa.

Es ahí donde la sonrisa de los niños te devuelve todas las ganas de seguir adelante. Es esa luz que traen consigo lo que alumbra la más negra oscuridad en la que uno se pueda encontrar; la misma que te hace recordar que no todo es malo en el mundo, y que la inocencia es una virtud que trae alegría a los que la vemos desde fuera. Es donde te das cuenta de que ya no eres un niño por fuera y que tienes responsabilidades de adulto, pero no dejas de ser niño por dentro y sigues disfrutando jugar con monitos, carritos, muñecas, pelotas, trompos, lotería, etc., etc.

Hoy me encuentro en una situación emocional difícil, pero eso jamás va a hacer que olvide la dicha que es ser padre y la felicidad que te da al ver cómo tus hijos van creciendo y se van desarrollando.

¡Felicidades a doble I! Vamos a ver qué tanto español aprendes de aquí al próximo año.

Al igual que con mi primer hijo, esto será publicado exactamente el día y a la hora en la que mi segundo hijo nació.

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