Reiwa (令和)

Hoy es el último día de la era Heisei en Japón, iniciada en 1989.

El cambio de era en Japón se había dado hasta el momento cuando el emperador en turno fallecía, pero esta vez será diferente: el emperador Akihito no ha muerto todavía, sino que desde el año pasado anunció que abdicaría, un suceso sin precedentes en Japón.

Para los japoneses, un cambio de era es un acontecimiento enorme, más ahora por las circunstancias en las que que se da. Desde que fue anunciado que la era llegaría a su fin el último día de abril de 2019, hubo una serie de especulaciones sobre cuál sería el nombre de la nueva era. No obstante, es el gobierno en turno el que decide cómo se nombrará al nuevo periodo que comienza. El nuevo emperador ascenderá al trono el 1 de mayo, pero el nombre de la nueva era fue decidido  y presentado a principios de abril: 令和 (Reiwa).

Quien quiera que diga que el nombre causó furor está mintiendo. Nadie más que un selecto grupo de integrantes del gobierno sabían cuáles eran los nombres que eran candidatos, y el veredicto final fue dado un par de horas antes de que el nombre fuera presentado públicamente. Luego, cuando el público lo conoció, hubo una reacción común: ¿de dónde lo sacaron? y sobre todo, ¿por qué usar el kanj de 令 (rei)? La respuesta sería dada por el mismo primer ministro media hora después del anuncio oficial, pero obviamente las redes sociales se movieron maś rápido.

Continue reading “Reiwa (令和)”

De cambios de trabajo – Adaptación

Todavía no ha pasado ni un mes desde que comencé en mi nuevo trabajo, pero con eso de que este año en Japón tendremos 10 días de descanso debido a la abdicación del emperador actual, el ascenso al trono del nuevo emperador y el cambio de era (de lo cual ya hablaré en otro artículo), decidí escribir esto ahora; incluso me estoy saltando otros artículos que están en borrador porque le quiero dar prioridad a esto, sobre todo por todo lo que ha implicado.

Continue reading “De cambios de trabajo – Adaptación”

De cambios de trabajo – Parte Tokio

En otras entradas he relatado lo pesado que es cambiarse de trabajo en Japón, sobre todo porque el proceso dura entre 3 y 6 meses. Además, tener el título de 正社員 (seishain, empleado oficial) pesa mucho en la sociedad japonesa porque da el sentido de estabilidad laboral, al grado que muchas instituciones financieras requieren que lo tengas para poder otorgarte un crédito (entre otros requisitos). Por ello, aunado al temor natural que uno siente ante los cambios, los japoneses se la piensan mucho para dejar un trabajo y comenzar en otro desde abajo, incluso si eso significa recibir un mejor sueldo o mejores prestaciones. Algunos incluso prefieren quedarse en una compañía solamente por el nombre o prestigio que ésta pueda tener sin importar que las condiciones de trabajo no sean agradables; lo toman como que es parte de ser trabajador en este país.

Hace unos días escribí respecto a la situación que viví cuando me cambié del trabajo que tenía en Iizuka por venir a uno en Tokio. De la misma manera, en 2012 escribí todo lo que viví durante mi estancia en ese lugar (sinceramente para olvidar). Tuve que aguantar mucho para poder escapar (literalmente) de ese lugar; tomé lo bueno (programación funcional y Scala) y he tratado de deshacerme de lo malo a lo largo de todos estos años, porque sí me afectó mucho y en repetidas ocasiones lo he dicho.

La empresa a la que me cambié en ese entonces era totalmente diferente. Si bien no entré haciendo nada de lo que quería, al menos el trato era como haber ido del cielo a la tierra, y no me importó que mi primera tarea fuera ayudar con las pruebas de un sistema y luego que me aventaran a depurar, o mejor dicho, a reparar, un programa en C# de alrededor de 12000 líneas de código que después entendí por qué nadie quería moverle (código hecho por un contratista, “espagueti”, repetitivo y lleno de bugs, de entre los cuales el más crítico fue encontrar una rutina recursiva larguísima que no tenía condición de salida), ni que en repetidas ocasiones me tuviera que quedar hasta el último tren. El simple hecho de que me trataran como persona hacía una gran diferencia, y sin importar el cansancio me sentía motivado. Pero eso sí: tenía miedo.

Continue reading “De cambios de trabajo – Parte Tokio”

Karma

Quienes me conocen personalmente o me han seguido aquí o en alguna red social saben que no soy fan del doblaje o traducción de las obras. Llámenme purista, pero si puedo ver o leer las cosas en su idioma original, mejor. Obviamente no hablo todos los lenguajes existentes, pero cuando tengo la oportunidad de disfrutar una obra en su idioma original, lo hago. La razón es simple: por mucho que se intente, siempre se va a perder parte del sentido original. Cierto: a veces es minúsculo y no afecta en gran (o ninguna) medida a la historia original, mas hay ocasiones en las que los detalles que se pierden aportan un “sabor” extra. Y no crean que aun así es posible entender todas las referencias, pero cualquier agregado a una experiencia de por sí buena siempre es bien recibido.

No vayan a pensar que “se me acabaron los frijoles” o “se me cayó el nopal de la frente”. Crecí viendo las caricaturas que pasaban en canal 5, y recuerdo los doblajes de Don Gato y su pandilla, Los Picapiedra, Los Supersónicos, El Pájaro Loco, Dragon Ball, Los Súpercampeones, Gamba, la princesa de los mil años, e incluso el icónico “hogar del pony” de Candy Candy. Entendía y me divertía (o lloraba si es que veía Remi), y en su momento no pensaba en esos detalles perdidos.

Hay adaptaciones que se llevan las palmas de lo cercanas que son al original, incluyendo actores de voz. No malinterpreten: siempre he dicho que el trabajo de los traductores y actores de voz es increíble y loable; es solamente la idea de a fuerzas tener que doblar algo lo que no me cuadra. De ahí que, por ejemplo, sea fan de ver películas de Disney o Pixar directamente en inglés, o monas chinas en japonés, desde hace mucho, incluso desde mucho antes de venir a Japón. Aquí no me preocupo tanto por eso porque la oferta de versiones en inglés de cintas como Avengers es grande y es relativamente fácil encontrar cines que la exhiban. De hecho, ni siquiera en Iizuka sufría tanto gracias a que tenía carro y podía ir al complejo de cines que estaba cruzando las montaña. La única sala de cine que había en la ciudad mostraba por lo general las versiones dobladas al japonés, pero recuerdo que ahí vi Matrix Revolutions en inglés en premier a la media noche. En contraste, recuerdo que la primera película que vi llegando a Iizuka fue en la tele: Star Wars, episodio I, EN JAPONÉS. El ignorante de yo no sabía que cuando transmiten películas acá lo hacen con audio dual… es decir, le podía haber cambiado la voz a ingleś… pero era joven e ingenuo, y tenía poco de haber llegado a Japón, aunado al hecho de que la primera tele que compré había salido defectuosa y había sido una gran prueba para mi japonés llamar para que la fueran a revisar y me la cambiaran por una que sí sirviera.

Lo mismo pasa con los pocos discos (DVD, BluRay) que compro: busco las versiones en inglés para las obras originalmente en ese idioma y en japonés para lo que se refiere a caricaturas japonesas. ¿Cómics? Sin cambios: prefiero leer algo como Civil War en inglés, Dragon Ball en japonés y Condorito en español (era mi cuento favorito cuando era niño). No soy de ver mucho películas en casa, pero cuando lo hago me gusta disfrutarlas tal como me gusta.

Centrémonos precisamente en obras visuales: cine y televisión.

Pensar en ver una película o serie con doblaje en español siempre ha sido un “no” en el momento en el que sé que puedo entender el idioma de la obra original. Lo mismo sucede con doblajes en inglés de títulos japoneses, aunque durante un tiempo hubo una excepción a la regla: Ranma 1/2 en inglés. Cuando ignoraba mucho del japonés y apenas tenía nociones básicas del mismo vi mucho de Ranma, y consideraba buenas el trabajo en inglés y me quedé con esa idea durante muchos años… hasta que después de mucho tiempo tuve la oportunidad de ver capítulos en japonés ya sabiendo el idioma. Me di cuenta de esos detalles que menciono más arriba. Insisto: no es que no aprecie las “localizaciones” de las obras, sino simplemente un gusto muy personal.

Todo seguía igual hasta que me convertí en padre en Japón.

Mi hijo es mexicano, por lo que tiene que hablar español de una forma u otra. Al principio no pensé mucho en la creación de un ambiente totalmente en español en casa y pensaba que con algunas películas seria suficiente, pero no. Obviamente mi hijo tiene mucha mayor exposición al japonés, y me he visto haciendo de todo para poder hacerlo ver series o películas en español, Los BluRay de Pixar que compré hace muchos años para mí afortunadamente tienen doblaje al español y por primera vez he visto películas como Toy Story, Cars, Coco, Encontrando a Dory y demás, en español. Conseguir películas de Disney con doblaje en español latino no es tan complicado cuando Amazon existe y las obras lo contienen, pero como mencioné antes, puras películas no son suficientes porque si no estoy yo con él, se enfada a los 10 o 15 minutos.

Configuré Netflix en español y al menos algunas de las series que ve sí tienen ese idioma, pero no todas. Incluso tengo una VPN para ver Netflix de otros países, pero como todos saben lo delicado que es el servicio respecto a acceso a contenido de otros países el acceso no es fácil ya que aunque pueda entrar un día con un servidor, al siguiente ya lo bloquearon y tengo que cambiar la configuración en el router hasta que encuentre uno que funciona.

En Youtube se la pasa viendo videos en japonés y de vez en cuando en español. No le molesta ver cosas en español, pero prefiere lo que está en japonés, y no he encontrado videos en español que se asemejen a lo que le gusta ver en japonés.

A lo mejor fui demasiado ingenuo en años anteriores, pero sinceramente nunca me imaginé que andaría buscando (y a veces rogando) que una obra tenga doblaje en español y que sea español latino. Nunca minimicé el trabajo de los traductores y actores de voz, pero he comenzado a creer que todo esto es parte del karma que se me está regresando por no ver cosas en español aunque sea después de haber visto las cosas en inglés o japonés. Pero no crean que ni así dejo de criticar: el otro día encontramos capítulos de Crayon Shin chan con el doblaje que se usó en México y me quedé cuadrado cuando escuché las voces y los cambios de nombre. Mi hijo me pregunta por qué Tooru Kazama se llama “Cosmo Kazama” en español, aunque le da risa el nombre; lo mismo con Misae (Mitsi), Musae (Mitsu) y Himawari (Daisy). No obstante, agradezco muchísimo que haya trabajos de estos incluso con todas las criticas que alguien como yo pueda emitir.

De cambios de trabajo – Parte Fukuoka

Llegué a Tokio en agosto de 2011, es decir, casi 2 años y medio después de que me sacaron a patadas haberme graduado del doctorado. Quienes han seguido mi blog desde por ahí de 2008 más o menos estaban enterados de cómo estaba mi situación laboral en ese entonces debido a que llegué a comentarlo brevemente. Lo que nunca conté en ese entonces fue cómo estuvo el proceso del cambio y de lo que tuve que pasar, aguantar e investigar para que todo sucediera de la mejor manera. En su momento no quise escribir al respecto porque pensaba que no era apropiado, pero al pasar el tiempo y adquirir más experiencia me di cuenta de que no era una práctica tan rara en Japón y que quizá esa experiencia podría servirle de referencia a alguien más. La idea no es quemar a alguna persona o institución en particular, sino más bien a las prácticas que en algunos lugares de Japón son todavía relativamente comunes (aunque ciertamente ilegales).

Continue reading “De cambios de trabajo – Parte Fukuoka”