Llegó el “esperado” día 29 de marzo. Era hora de mudarme.
Pasé hasta las 3 am del 27 y 28 terminando de limpiar la casa y empacar lo que hacía falta. No tomé fotos por falta de tiempo, pero el cuarto, que 2 días antes era todavía un desastre, seguía siéndolo… aunque en menor medida. Ni yo sabía cómo iba a terminar la mudanza en un día. Fui a pedir un camioncito prestado, y había enviado un correo general a mis amigos de por acá para que me ayudaran. Por diversas razones, solo pudieron ayudarme 2 de ellos, y les estoy eternamente agradecido.
Para hacer la historia corta: comenzamos a mover cosas a las 10 am, y terminamos a las 4:30 pm. La cercanía de la nueva casa nos ayudó enormemente, puesto que tuvimos que hacer como 6 viajes para mover el 80% de todos los tiliches. Yo me haría cargo del restante 20% con mi carro. Lo que me importaba era pasar las cosas más pesadas y las que, por su tamaño, no cupieran en el coche. Después de un merecido descanso, y de una cena en el Hard Rock Cafe Fukuoka, tuve que seguirle con los últimos detalles de la limpieza y mudanza hasta las 2 am. Estaba completamente rendido. Necesitaba dormir, pero irían a recoger las llaves el siguiente día a las 10 am, lo que significaba que tenía que dejar el cuarto limpio a como diera lugar. Me ganó el sueño…
El lunes 30 me levanté a las 7 am. Moví lo que hacía falta y le di una mega limpiada y aspirada a toda la casa. Ya todo estaba listo para que llegaran, revisaran que todo estaba bien, y me pidieran las llaves. Llegaron primero los del internet; no había tenido tiempo de hacer nada los últimos dos días, así que me quedaría “incomunicado” hasta nuevo aviso.
Aquí algunas fotos de cómo dejé mi antigua casa:
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