Tekken 6: la fiebre también estará en línea

Creo que está de más decir que Tekken es uno de los juegos a los que más le he prestaado atención en los últimos años. Las retas con los japoneses, viajes de “entrenamiento” a Osaka, descubrir algo nuevo cada día… en fin: nunca pensé que un juego de peleas pudiera ser tan complicado y tan interesante al mismo tiempo.

Así se ve mi celular actualmente, con Alisa dándome la bienvenida, jeje. Y aunque en las últimas semanas solo he podido ir unas pocas veces a las retas, vaya que me desestreso al momento de jugar con Xiaoyu.

Por coincidencia, conocí a Gen, un niño de 8 años que es unos 4 rangos arriba de mi Xiaoyu… A su edad, es buenísimo en Tekken, y vaya que le sufrimos para poder ganarle. De cierta forma me recuerda a mí mismo cuando iba a jugar Street Fighter II a las, en aquel entonces gloriosas, Diversiones Moy, en donde por cierto me llevé buenos golpes por parte de los que me retaban porque no me podían sacar, jeje. Gen es como cualquier otro niño fuera de las arcadias, pero una vez tomando el control, se vuelve un rival bastante poderoso. En mis retas personales contra él, creo que le he ganado un 45% de las veces, lo que significa que voy perdiendo 😛

Lo mejor de todo es que el 29 de este mes sale a la venta Tekken 6 para PS3 y Xbox 360. Las retas en línea estarán a la orden del día y creo que ya sé que voy a hacer cuando no quiera gastar dinero o no quiera salir de casa 😀 Se aceptan retas de todos lados. Xiaoyu, Alisa, Asuka y Zafina (en orden de importancia a la hora que juego) los esperan con los brazos abiertos. Todavía me falta mucho por aprender sobre el juego, pero al menos ya me defiendo 😀

El tráiler presentado en el Tokyo Game Show de este año:

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=L-u5t7dxFPY[/youtube]

Los extranjeros y el registro familiar en Japón

Con toda la polémica (innecesaria) que desató Mr. James, no solo aquí, sino en un montón de lugares en la red (hasta en Facebook se creo una comunidad llamada “I hate Mr. James, en la cual participo, pero en sí no odio al sujeto), creo que la idea de que los estereotipos nunca son buenos queda de nuevo más que probada.

Hablando de diferencias, hace poco Rigo contrajo matrimonio (¡felicidades de nuevo!) con una japonesa, y amablemente escribió en su blog los requisitos para contraer nupcias; entre ellos, hubo uno que me llamó la atención: El hecho de que no tienes, ni puedes crear, un nuevo Koseki por ser extranjero.

¿Qué es todo esto del “Koseki”? Digamos que es como el registro “familiar” de una persona. Ahí se anotan los nacimientos, matrimonios, hijos, etc., es decir, hace las veces de los certificados que todos conocemos.

Un extranjero no puede crear un Koseki simplemente por no ser japonés. Tiene sentido, sí; lo malo sucede cuando el extranjero no aparece como esposo(a) en el koseki del japonés con el/la que contrae matrimonio, sino simplemente como “cabeza de familia” en el apartado de “observaciones”. ¿Qué quiere decir esto? Que estás casado, pero ante la ley no eres oficialmente el(la) esposo(a) de tu cónyuge; por tanto, las mujeres no necesitan tomar el apellido del esposo extranjero, puesto que éste no tiene Koseki, y en todo caso, es el hombre extranjero quien toma el apellido de la mujer japonesa.

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Mr. James: El estereotipo del extranjero hablando japonés

Como en cualquier parte del mundo, McDonalds siempre tiene alguna promoción en puerta para alentar a la gente a comer sus hamburguesas. Mercadotecnia a fin de cuentas. Todo parecería estar bien, pero con la nueva campaña de otoño de McDonalds Japón más de un extranjero ha alzado la voz.

Conozcan a Mr. James, un “Gaikokujin”(extranjero) al que le fascina McDonalds. Como podrán darse cuenta en la primera impresión, Mr. James parece ser el prototipo de un “nerd” cualquiera. Hasta aquí todo iría bien. Lo malo comienza cuando comienza a hablar: Mr. James no sabe hablar japonés fluído, por lo que al momento de escribir lo que él dice todo se hace en katakana. ¿Cuál es el problema entonces?

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=jTXbgaqwPdM[/youtube]

Mr. James es la muestra de cómo los japoneses ven a los extranjeros en el rubro del idioma: no importa cuánto lleves en Japón, nunca podrás hablar de forma fluída. Generalmente esto no sería problema de no ser porque a algunos extranjeros no les pareció graciosa la idea de ser “representados” por un personaje tan peculiar; muchos piensan que es ofensivo y hasta racista por el estereotipo que muestran.

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Respondiendo a los lectores

Muchas gracias a todos los que se toman un poco de tiempo para comentar en este blog 😀 Lamento no poder responder directamente todos los comentarios, pero tengan por seguro que leo todos los que me llegan.

Comencemos:

me gustaria conocer chicas japonesas

R: Entonces estás en el lugar equivocado. Dudo mucho que entre los lectores haya chicas japonesas, pues necesitarían entender muy bien español para poder comprender lo que aquí se escribe. ¿Por qué no tratas un lugar como Japan Guide?
En serio: este blog no es para conocer japoneses. El comentario anterior no lo aprobé simplemente porque no aporta nada. Hay muchos lugares en donde se pueden encontrar a japoneses ansiosos de tener penpals. Es nada más cuestión de buscarle tantito.

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Summer Wars

Acabo de regresar del cine, y con un muy buen sabor de boca después de haber disfrutado esta película. El tráiler, al final de la entrada.

El verano japonés. Época de calor húmedo todo el día, sandías, ropa ligera y las famosas vacaciones de verano, en donde la mayoría de estudiantes que viven lejos de sus padres regresan al menos unos días con ellos, especialmente para las fiestas de Obon.

El año: 2010. El mundo entero tiene acceso a Oz, un mundo virtual en donde se puede hacer de todo, comprar de todo, buscar información de todo… en fin, una realidad alterna casi perfecta, y en cualquier idioma. Es tan moderno el servicio, que puedes platicar con cualquier persona del mundo ya que todo se traduce automáticamente a todos los idiomas necesarios para que el interlocutor entienda. Y lo mejor: acceso desde computadora, teléfono celular, Nintendo DS, PSP, iPhone… en una palabra: desde cualquier dispositivo que se pueda conectar a la red. Y como buen servicio de internet, también puedes hacer tu propio avatar, como tú quieras, pues las posibilidades son infinitas.

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Lo que tenía que pasar, pasó

過労 (karoo) es una palabra japonesa que significa “exceso de trabajo”. Es, por desgracia, algo muy común en este país. Si a esa palabra le agregamos 死  (shi) “muerte”, obtenemos 過労死 (karooshi). No hace falta explicar más el significado.

Afortunadamente no sucedió lo último, pero sí lo del exceso de trabajo con mi jefe. Se lo tuvieron que diagnosticar en un hospital para que al fin entendiera que no es un robot y que también necesita descansar. Lo bueno es que no pasó a mayores y que solo se trata, esta vez, de descansar, por fácil y burdo que suene.

Lo bueno para mí es que ahora soy el titular del proyecto que vamos comenzando, lo que me da la oportunidad de hacer algunos ajustes y de demostrar lo que puedo hacer. Me voy a divertir el resto del mes, y todo parece indicar que también todo octubre. Al menos eso creo.

Regresando al tema, la muerte por exceso de trabajo no es del todo rara en Japón. Sabemos las jornadas de trabajo inhumanas que se avientan (12 horas diarias, sin días de descanso en un mes, o quizá más), pero me parece hasta absurdo (desde el punto de vista de un extranjero) que sacrifiquen su vida por el trabajo. Digo, hay veces en que sí hay que pegarle al trabajo para sacar los pendientes; hay veces en que tienes que quedarte hasta tarde o hasta ir en días de descanso. Se comprende. Sin embargo, hacer de eso un estilo de vida está totalmente equivocado desde el punto de vista de la salud, por donde quiera que le vean. Sin embargo, para los japoneses eso es casi casi tradición, y según me contaron 2 amigos japoneses, desde los tiempos de los samurai se tiene la idea de que es “loable” y “muy respetado” sacrificar todo por el jefe (y por consecuencia, por el trabajo).

Yo paso, en serio. Pero al menos me da gusto que el jefe se la vaya a llevar tranquila aunque sea por unas semanas.

Nunca se iba a ver bien

Desde hace un buen tiempo, comencé a tener problemas con el plugin de Flash para Linux en Fedora 10 (64 bits): había videos que simplemente desaparecían al momento de comenzar, y otros que de plano ni se veían.

Teniendo Ubuntu 64 bits en la máquina del trabajo y sin sufrir de un solo problema al respecto, descarté la posibilidad de que fuera el sistema operativo la causa. A fin de cuentas, el Ubuntu del trabajo usa ndiswrapper para el plugin de 32 bits. Nada fuera de lo normal.

Ayer de plano me harté al querer ver el más reciente episodio del Angry Video Game Nerd en gametrailers, y mejor me puse a revisar de una buena vez qué pasaba con el plugin. Mi sorpresa fue grata: tenía, quién sabe cómo, 3 versiones diferentes instaladas: 2 diferentes de 64 bits (la alpha que sacó Adobe para 64 bits, 2 releases diferentes) y el plugin de 32 bits con ndiswrapper instalado directamente con yum desde los repositorios de Adobe. Al percatarme de la situación, pensé justamente lo que dice el título de esta entrada.

Acto seguido: desinstalar todos. Probé Youtube y ya no se veía nada. Buena señal. Reinstalé el plugin de 32 bits… y nada. Firefox seguía diciendo que no tenía el plugin. Opté por borrar el ndiswrapper por completo, borrar el plugin otra vez  y reinstalar todo desde el principio (ndiswrapper y después el plugin). Misión cumplida.

Ahora sí, después de mucho tiempo, puedo ver videos en gametrailers o youtube sin el temor a que vayan a desaparecer a la mitad. Me divertí además actualizando algunos paquetes extra y revisando algunos archivos.

Me hacía falta sentarme a hacer cosas como éstas 😀

México: querido, pero ¿lindo?

Hace rato que traía esto en la mente, y de hecho pienso formalizarlo más para otro blog en el cual no he escrito desde hace mucho tiempo.

Hoy salió a la plática muy brevemente el tema del avión de Aeroméxico secuestrado (y mágicamente recuperado) entre Esdras y yo. Entre que si es cortina de humo por los nuevos impuestos que piensan gravar en México, la información medio confusa (y contradictoria) y los comentarios sarcásticos en los diferentes blogs y foros que leo,  lo cierto es que para uno que está fuera del país la situación se ve totalmente desastroza.

Uno quiere a México, por las razones que gusten. Pero de verdad que, de un tiempo para acá, los medios de comunicación en general, los blogs, los usuarios conectados desde allá, pintan al país de forma muy fea, y uno termina por imaginarse a México como zona de guerra estilo Irak. No bromeo: se leen noticias de robos, crímenes, impunidad; se leen comentarios de usuarios hartos de la situación, de gente que quiere, o necesita, un cambio, de hambre de justicia y equidad; críticas interminables al gobierno, a la mala administración de los recursos. En fin: caos.

La pregunta que sale primero a relucir en mi mente es: ¿será que México siempre (desde que me acuerdo) ha estado así y apenas ahora que estoy fuera de él me comienzo a dar cuenta? Y no es para menos: fue hasta que salí del país, y lo digo con vergüenza, que comencé a valorar la cultura de México y lo que tenía a mi alrededor; cuando comprendí la importancia de mantener tradiciones que uno ve como “simples jaladas” o “algo que ya no está de moda”. Si no me daba cuenta de lo básico, lo que me rodeaba, mucho menos lo haría de la situación del país. Por tanto: si el país ya estaba dado al traste desde que vivía allá, entonces no ha cambiado mucho, pero si el cambio (para mal) es de unos años para acá, entonces la situación es realmente grave.

Uno de residente en otro país se enfrenta de vez en cuando a comentarios como “¿y por qué no regresas a México?”, “¡A ver! ¡Regrésate a ver si es cierto que muy muy!” y un largo etc. Y a pesar que cada uno de los mexicanos que viven en el extranjero tiene sus razones, muy válidas todas, para no regresar, todos, absolutamente todos llevamos al país en el corazón, y nos alegra poder compartir un poco de la riqueza de nuestra cultura con gente que ni siquiera sabe dónde está México en el mapa. Pero siendo realistas: lo que dicen del país desde hace ya varios años realmente no alienta mucho a regresar. Es triste, pero cierto.

Nosotros mismos como mexicanos a veces decimos que somos muy huevones, y que no queremos trabajar, pero la realidad es que le entramos al ruedo; hay mucho talento en México al nivel de los mejores países del mundo; sabemos salir adelante con lo que tenemos; por lo general, nos tienen como “gente muy alegre y muy trabajadora”. Entonces , ¿por qué el país está, o lo pintan, por los suelos?

Cierto es que no hay que creer todo lo que los medios dicen, pero leyendo tantas opiniones similares, escuchando lo que la familia y los amigos dicen cuando hablas con ellos, debe haber algo de razón, algo de verdad ahí. Uno no está allá, muchos desde hace mucho tiempo, por lo que no se puede percibir todo lo que sucede, y se tiene que recurrir a lo que haya para poder saber cómo están las cosas en el rancho.

En medio de tanta política, impuestos totalmente equivocados, problemas de inseguridad, narcotráfico y un largo etc., yo me pregunto ¿dónde quedaron las noticias chidas, las que da gusto leer? ¿Dónde estan plasmados los buenos momentos que acontecen hoy en México? ¿Estoy buscando en el lugar equivocado o de plano no hay nada bueno que decir?

Desde fuera, uno no puede más que leer y opinar.

Un respiro entre tanto estrés

Dando señales de vida.

Las últimas semanas han estado bastante ajetreadas. He tenido una carga de estrés enorme, y aunque no había encontrado la razón específica, creo que ya sé de dónde proviene.

Generalmente no me gusta hablar mal de mi trabajo a menos de que los jefes se manchen, y como casi todos se han manchado, pues es mi deber desahogarme.

Si bien no tengo por qué quejarme del contenido del trabajo que estoy haciendo ahora, ni de la forma en la que me tratan, sí me tengo que quejar de la forma en la que el dueño de la empresa trata a mi jefe. Imagínense: si yo no tengo vela en el entierro y aún así me siento estresado, cómo estará el pobre jefe que es el directamente afectado.

La forma de enseñar en Japón siempre ha sido estricta (excepto en la universidad, donde a los maestros les vale si los alumnos se duermen o no): todo es a base de disciplina, regaños, gritos, golpes a las cosas. Algunas veces justificado el regaño, algunas veces no, el caso es que a mí me toca aventarme todo el show como espectador, y la verdad me desespera mucho saber que puedo decir mucho al respecto y me quedo callado porque no debo meterme.

Han sido días en los que llego del trabajo y me siento tan cansado, que lo último que quiero hacer es prender la computadora, lo que me ha llevado a retrasarme en mis proyectos, a no estar al día en ciertos temas que debería de estarlo y a hacer más distantes las entradas del blog. Desayuno bien, pero a las 2 horas de estar en el trabajo ya me estoy muriendo de hambre; comienzo a bostezar sin cesar alrededor de las 9 pm y termino sin querer hacer nada más que vegetar. Hasta ver una película me da flojera.

Como el estado descrito arriba no es para nada bueno, decidí aguantarme el cansancio e ir a nadar (la hernia lo pedía), y aunque termino el doble de cansado, al menos estar en el agua me ayudó a aclarar la mente. Salí de la alberca mucho más animado, aún bostezando, pero ya con las ganas necesarias para prender la computadora y escribir aquí.

Afortunadamente no he caído en el estado japonés de “mi vida es el trabajo” (ni pienso caer), pero el estrés sí me mantuvo atrapado algunas semanas y eso no es buena señal. Se vienen varios días de descanso dentro de 2 semanas, y espero sinceramente que no vaya a haber trabajo que me los quite. Los fines de semana me caen como anillo al dedo, pero las idas al otorrinolaringólogo me hacen perder medio día cada vez.

El trabajo dista mucho de ser lo difícil que es la investigación, pero los factores externos influyen a que se sienta el ambiente más pesado. Digamos que lo bueno es que sí me dejan escuchar música mientras trabajo, lo cual es una bendición, aunque solo cuando estoy en la computadora.

Yo soy estricto a la hora de enseñar (nada más pregúntenles a mis estudiantes de español), y hay veces en que, cuando uno es líder, hay que hacer reaccionar a los miembros del equipo que están fallando; sin embargo, creo que nunca lo he hecho a la vista de los demás, exponiéndolos a las habladurías y criticas de parte de los demás. Creo que ese tipo de situaciones deben ser más privadas, no solo por sanidad del implicado, sino también de los que están alrededor.

Denme chance de reponerme para programar la parte 2 de la charla de la beca, responder los correos que me han enviado y poner más al corriente este blog.

It’s a Rumic World – En Kyushu

Del 22 de agosto al 20 de septiembre se presenta en el museo municipal de arte de KitaKyushu la exposición de trabajos de Rumiko Takahashi titulada “It’s a Rumic World”, la misma que el año pasado estuvo en Tokyo, y de la cual ya había hablado en su momento. Esta vez sí pude ir a verla, al igual que Carlos (aunque él se me adelantó una semana).

Los trabajos que se pueden ver comprenden Urusei Yatsura, Maison Ikkoku (mi favorita), Ranma, Inu Yasha, la saga de las sirenas, One Pound Gospel, entre otras. Lo malo es que dentro no está permitido tomar fotos; la única oportunidad de llevarse un recuerdo en la cámara es justo a la entrada, y no perdí el tiempo para tomarme una foto con una de mis dos personajes de animación favoritas: Kyoko Otonashi (de Maison Ikkoku):

La exposición vale muchísimo la pena para quienes gustan del trabajo de la autora. Se respira nostalgia ante tantas obras originales de series con las que crecimos (los japoneses en los 80s-90s, y nosotros unos 10 años después). Pero lo que realmente se lleva las palmas es la última parte, titulada “My Lum”, en la que se le pidió a varios autores que dibujaran a Lum a su manera, con su estilo. Entre las versiones que más me gustaron están sin duda la de Goshou Aoyama (autor de Detective Conan), la de Yuu Watase (Fushigi Yuugi, Ayashi no Ceres, Zettai Kareshi, entre otras), la de Mitsuru Adachi (Touch, Rough, entre otras) y la de Moyoko Anno (Hataraki Man). Hay fácil unas 30 diferentes Lum, unas muy reales, otras con características muy marcadas del estilo de cada autor.

Al final, hay una sala donde se exhibe una capítulo especial de 25 minutos creado exclusivamente para esta exposición. Hay 3 capítulos en total: uno de Urusei Yatsura (que fue el que vi), una de Ranma y uno de Inu Yasha. Ignoro si ponen uno diferente cada día, pero cuando yo fui era solo el de Urusei Yatsura. El capítulo en sí no tiene nada del otro mundo, pero es divertido volver a ver a Ataru, Lum y los demás en una nueva aventura súper exagerada (característico de la serie).

Quizá lo que más duele de la exposición es la tienda de recuerdos que está al final: uno quiere llevarse prácticamente todo, pero los precios están por las nubes. Un P-chan de peluche costaba 3,675 yenes (unos 320-330 pesos); las camisetas (muy muy chidas) costaban 3,100 yenes, y a mí, que no me gusta mucho Inu Yasha, me encantó la del protagonista del mismo nombre cuando está sentado en un árbol. Había además llaveros, straps para celulares, posters, carpetas transparantes, tazas térmicas, figuras de colección de Lum, litografías originales, etc. etc.

¿Qué compré? Realmente no mucho:

  • El libro con las ilustraciones mostradas en la exposición y unas extras.
  • Un rompecabezas de Maison Ikkoku (que ya fue armado y espera estar en un marco pronto).
  • Una toalla de mano de Maison Ikkoku.
  • Una toalla un poco más grande de Inu Yasha.
  • Una de las minifiguras de colección que vienen en cajas. Me salió Sesshomaru.
  • Un strap de Maison Ikkoku.

Rumiko Takahashi no es mi autora favorita puesto que sus últimas obras han sido innecesariamente largas. Todavía Ranma pasó, pero Inu Yasha de plano se extendió mucho más de lo debido, según mi opinión. Me gustan más sus trabajos de antaño: Urusei Yatsura es simplemente buenísima, pero, a mi parecer, Maison Ikkoku se lleva las palmas por la profundidad de cada uno de sus personajes.

Les dejo los scans del volante informativo, del boleto, de la portada del libro de ilustraciones y de la toalla de manos de Maison Ikkoku que adquirí.

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