Solamente en Japón

El pasado lunes fue día festivo en el país del sol naciente. Se llevó a cabo la ceremonia donde se reconoce a los nuevos adultos (a todos los que cumplieron 20 años y legalmente ya pueden fumar y beber). Aproveché para descansar después del ajetreo del regreso al trabajo, los saludos de año nuevo, etc., y también para decidir si me compraba un monitor con Full HD o mejor me esperaba. Algunos mexicanos que vinieron a Fukuoka para la boda de Carlos me dieron ánimos para comprarlo, pero no estaba seguro, por lo que me dirigí a la tienda de electrónicos con los mejores precios de la ciudad.

(Ahí disculparán lo feo de la imagen, pero no encontré otra en ningún lado) Los monitores de 26″ estaban en oferta solo ese día, y solo habría 3 disponibles, de los cuales quedaban solo 2. Estuve mucho rato indeciso, y decidí no comprarlo. Sin embargo, me fui a la sección de monitores (los que no estaban en oferta) y vi uno de 27″ a un precio casi igual que el de 26″ que ofertaban (variaba solo unos 3,000 yenes). Por unos cuantos yenes tendría una pulgada más (inserte aquí cualquier comentario contra los geeks 😛 )… pero todavía estaba indeciso. Regresé a casa, platiqué con Emi, y me dijo que debería comprarlo, puesto que ya traía ganas de uno así desde hace más de medio año. Acto seguido, de regreso a PC DEPOT.

Sorpresa tan grande me llevé cuando vi que le habían cambiado el precio al monitor de 27″ (le habían subido 4,000 yenes más) , y de los que ofertaban solo quedaba 1. Hacía solo un par de horas que el de 27″ estaba barato 🙁 Total que como iba con la idea de comprar el de 27″, me desilusioné mucho, y le dije a Emi que mejor nos regresáramos a la casa, pero ella me dijo que hablando podría llegar a un acuerdo con la tienda… y ciertamente con nada que perder  hice el intento: hablé con uno de los empleados y le expliqué la situación. El empleado siempre fue muy atento, y al principio me dijo que el precio marcado era el que tenía que pagar, pero ante mi insistencia sobre el cambio de precio a tan solo unas horas, me dijo que preguntaría a ver que se podía hacer.

Después de unos 5 minutos, regresó a decirme que lamentablemente no podía hacer nada puesto que el precio que yo vi era de la semana pasada, y a alguien simplemente se le había olvidado quitarlo  y poner el nuevo. Insistí, alegando que iba con toda la intención de comprar ese monitor por el precio que había visto y que ahora que había cambiado saldría con las manos vacías. De nuevo me pidió tiempo y fue a hablar con el supervisor… y a los 3 minutos regresó diciendo que como había sido un error de su parte, solo por esta vez harían una excepción y me respetarían el precio que yo alegaba. ¿Resultado?

¿Solamente en Japón? Sinceramente, no lo creo, pero lo que sí pongo en duda es si en otro país admitirían su error de forma tan cortés y darían el mismo trato al cliente. Recuerdo muchos casos en tiendas departamentales en México en donde las señoras prácticamente se peleaban con las cajeras, supervisores o gerentes, porque por error estaba marcado otro precio o tenía escrito un descuento mayor al real. Como sea, yo me estoy quedando ciego con el monitorcito nuevo :D. Lo único malo fue que me tardé 2 días en mover lo necesario en el cuarto para poder ponerlo, así como para tener el PlayStation 3 cerca.

Solamente en México

No cabe duda de que la necesidad hace que uno haga hasta lo imposible…

Comenté en la entrada anterior sobre nuestra visita a Teotihuacán ahora que estuvimos en México. Ahí, los vendedores hacen su mejor esfuerzo con tal de poder ganar algo de dinero: se acercan a ti, caminan contigo, te dicen que te dan buen precio si les compras algo, y hasta te hablan en diferentes idiomas. Esto último no me habría sorprendido tanto de no ser porque uno de ellos se nos acercó, y al ver la negativa de Emi nos dijo, literalmente:

「安いよ!殆どただ!100円ぐらい。」

Escribiéndolo en nuestras letras, lo anterior se lee: “Yasui yo! Hotondo tada! Hyaku en gurai.”, que se traduce como “¡Barato! ¡Casi regalado! Aproximadamente 100 yenes”… Sí, en efecto, el vendedor le hizo la lucha en japonés, y debo decir que, aunque eran pocas palabras, era fluido. Cierto es que bien se pudo aprender lo anterior de memoria, pero de cualquier forma escuchar a un vendedor de artesanías en Teotihuacán hablar en japonés nos sorprendió bastante y nos sacó una buena carcajada.

Pensándolo después con calma, no me extrañaría que, con lo dura que está la situación, también le hagan la lucha en francés, alemán, ruso y hasta chino. Digo, una simple palabra en el idioma natal de un turista puede ser la diferencia entre una compra o un cliente perdido.

¿Solamente en México? 😀

México después de 6 años 9 meses

(Todas las fotos ya están en la galería)

Fue muy grato volver a México en las fiestas decembrinas.

Primero, llegamos al DF. Ulises nos hizo el gran favor de prestarnos su casa para quedarnos, mientras que el panda nos recibió y la verdad él y guolqen nos ayudaron muchísimo en los 2 días que estuvimos por allá. Visitamos Teotihuacán y el Zócalo. La idea era quedarnos hasta el 25, pero debido a todo lo que teníamos que hacer en Guadalajara, optamos por salir del DF el 24 en la noche. Efectivamente, recibimos la navidad arriba de un camión de ETN 😀

La llegada a Guadalajara ocurrió más rápido de lo que pensábamos. Tanto así que nos quedamos completamente dormidos y despertamos justo cuando el camión arribaba a la central camionera. El camión hizo menos de 7 horas, por lo que llegamos 40 minutos antes de lo previsto. Tuvimos que esperar hasta que llegaron mis papás a recogernos. La aventura que había comenzado 2 días antes en el DF continuaba ahora en mi tierra natal.

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Reabriendo los ojos

Dicen que año nuevo, vida nueva. Y aunque siempre he estado en contra de los estereotipos, esta vez, y por pura coincidencia, creo que sí caigo en ése.

Habiendo regresado a Japón después de 2 semanas mágicas en México, mi país me hizo recordar algunas cosas que estaban guardadas en un lugar recóndito de mi mente. Japón me estaba mecanizando sin que yo pudiera percatarme de ello. Es precisamente lo mismo que me pasaba cuando vivía en México: nunca te das cuenta de los problemas serios (o no te importan) mientras estás dentro de él. Japón me estaba acostumbrando a su ritmo de vida, pero afortunada e inconscientemente, mi mente se estaba defendiendo.

Estar en México para pasar navidad y año nuevo después de 6 años de no hacerlo tuvo un efecto interesante en mí: volví a ver la alegría de vivir. Recargué baterías y regresé a Japón con muchas más ganas de hacer las cosas, con muchas incógnitas que debo resolver y con un panorama mucho más claro de lo que sigue en mi vida. El país del sol naciente, como cualquier otro lugar, tiene sus puntos buenos y sus puntos malos, y creo que estaba pasando por alto los malos y me inclinaba más a ver los buenos, que no lo son necesariamente para un extranjero.

Me gusta vivir aquí; me he acostumbrado a la forma en la que la sociedad se maneja; tengo buenos amigos, gente que me ve muy bien y en general no tengo problemas (salvo el de mi vecino de arriba, je). Sin embargo, y como lo he mencionado en varias entradas anteriores, no estoy dispuesto a pagar el precio que Japón exige por esta vida: sacrificar la individualidad. México, mi familia y mis amigos de allá hicieron que se reacomodaran las ideas en mi cabeza, y ahora, aunque difícil, se ve un poco mejor el panorama.

Esto no quiere decir que he decidido irme de Japón. Simplemente me sacudió la cabeza y me hizo acordarme de lo que realmente quiero en la vida, y eso no es precisamente un trabajo donde no me puedo realizar profesionalmente hablando. Cuento los días para regresar esas palabras que me recitaron: “Antes de ser doctor, eres un empleado de esta empresa”. Le quitan a uno las ganas de dar lo mejor de sí, la verdad.

En fin, ha comenzado el año del tigre, el futuro inmediato pinta difícil, pero es necesario para ir al siguiente nivel. Por lo pronto, mañana regreso al trabajo, con todo el dolor de mi corazón.

2010, el año del tigre

明けましてお目出度う御座います!今年も宜しくお願いします。

Y comenzó el 2010. Propósitos, metas, sueños. Todo se renueva, aunque siempre pienso que el espíritu que se vive en estas fechas debería prevalecer durante todos los días, no nada más por períodos.

¿Mis propósitos? Son muchos, pero al menos un par está cerca de cristalizarse. Prefiero poco a poco irlos escribiendo conforme vaya pasando el tiempo en vez de ponerlos todos aquí 😀 Lo que sí les puedo adelantar es que todo parece indicar que el 2010 traerá cambios muy importantes en vida, en todos los sentidos.

A todos los lectores de este blog, a los que me encontraron por casualidad, a los que sueñan con venir a Japón, a los que no les gusta lo que escribo o cómo lo escribo, a los que me halagan, a los que me critican, a los que no pueden verme ni en pintura, en fin, a todos, a todos, espero que pasen un muy feliz año, deseando que el 2010 sea un año mucho mejor que todos los anteriores.

Un muy fuerte abrazo compartido, desde aquí de México, y desde Japón, ya que regrese.

El 2009 en un kanji

Como es tradición, la gente expresa en un kanji lo que el año le significó. Para Japón como país, el kanji fue 「新」(“Shin”, nuevo), debido al cambio de gobierno que sufrió.

Para mí, el 2009 trajo muchos significados: primero, obtuve el doctorado después de un viacrucis que parecía interminable; alcancé a entregar mi última publicación, toda a la carrera, no tan buena como quisiera, pero al final, contó. De la misma manera, comencé a laborar en la empresa a la que pertenezco actualmente, y aunque pude mantenerme en Japón (la visa), me di cuenta poco a poco del tiempo que permaneceré en ella y de lo que sigue una vez que termine mi ciclo ahí. Obtuve mi licencia dorada después de 5 años de no chocar ni ser infraccionado. Y para cerrar con broche de oro, pude venir a México para pasar la navidad y el año nuevo.

Pensé mucho en qué kanji podría representar mi 2009 de la mejor forma, y después de debatirlo mucho, me quedo con éste:

Es el kanji de “taeru” (aguantar, resistir, soportar). Cuando está solo se lee “tai”. Escogí este kanji porque tuve que soportar mucho en el año que se va (o se fue, ya Japón está en 2010 al momento de escribir esto), y la prueba está en muchas de las entradas que escribí durante el 2009 en este blog. Fue un año pesado, con algunas satisfacciones, sí, pero en general difícil. Espero que todo lo que aguanté en él sea retribuido en el 2010.

Deseo que reciban el 2010 en compañía de sus seres queridos, y si no es posible, al menos siéntanse bien de que comienza un nuevo año, y con él, un millón de nuevas oportunidades. Todo es posible, solo hay que aprender a vencer las barreras que uno mismo se pone.

Navidad mexicana

Desde que llegué a Japón en 2003, no había pasado estas fechas en mi tierra.

Estar en México en navidad es nostálgico. Había cosas que sinceramente no me venían a la mente, como el ponche, las posadas tradicionales, y sobre todo, que mucha gente se va temprano a su casa, y que muchos negocios cierran temprano con tal de pasar la navidad con sus seres queridos. Me sorprendió (y eso que soy mexicano) que incluso los camiones de la central (en este caso, de la central México Norte) cancelaron muchas corridas el 24 de diciembre precisamente por la razón arriba expuesta. Creo que me está haciendo bien haber venido 🙂

Uno no deja de ser mexicano (y a mucha honra) por vivir en el extranjero. Sin embargo, hay detalles que de repente se te van por haber pasado tanto tiempo fuera de tu país. Da gusto volver a encontrarse con uno mismo, con sus orígenes, de los cuales, y lo digo sin nada de orgullo, uno llega a avergonzarse en alguna parte de la vida.

Vengo con Emi. Es la primera vez que sale de Japón, por lo que todo le parece nuevo y extraño. En el DF se subió al metro, fuimos a Teotihuacán y subimos la pirámide del sol. Comimos en la casa de los azulejos 😀

Mención especial merecen el panda y guolquen, por todas sus atenciones para con nosotros en nuestra estancia en la ciudad de México. Desde ir por nosotros al aeropuerto hasta el recorrido por el centro histórico. Nos dio mucho gusto verlos, platicar y convivir con ellos. ¡Muchas gracias!

Otra mención especial y un agradecimiento enorme para Ulises también. Sus atenciones y su confianza nos ayudaron mucho en nuestra estancia por allá. A Ulises lo veré seguramente en Guadalajara. ¡Muchas muchas gracias!

Hace rato me tocó ver a Eva y Elvira cuando iba de pasada en el carro. Pero como tenía mucho que no las veía (y viceversa) quizá ni me reconocieron cuando les estaba haciendo señas. Tuve que bajar el vidrio y gritarles para que se dieran cuenta. Me dio mucho gusto verlas aunque fuera de pasada, y espero que ahora que estamos todos en Guadalajara haya oportunidad de irlas a saludar personalmente.

Estaremos por acá hasta el 3 de enero. Sería bueno poder ver a todas las personas que quiero ver, pero no creo que tengamos tiempo. Aún así, me da gusto estar por acá y encontrarme nuevamente con amigos que, a pesar de la distancia, confían en uno y te ayudan en todo lo que pueden.

No porque las otras navidades hayan sido malas (las que he pasado en Japón), pero definitivamente ésta tiene ya un lugar especial en el baúl de los recuerdos 😀

Preludio a una navidad tranquila

Han sido días pesados, pero al menos tuve recompensa relativa.

Primero que nada, quiero agradecer a las personas que han comentado en la entrada “Discriminación”. La idea no es asustarlos, sino poner en perspectiva los dos lados de la moneda cuando eres extranjero en Japón. Es mejor estar preparado para que después no haya sorpresas. Mucha gente que viene con sueños, ilusiones y esperanza termina por huir del país o simplemente no rinde como debería.

Digamos que mi situación puede resumirse en lo siguiente:

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Persona X: “Oye M, necesito que hagas un programa que realice las funciones A y B. La función A debe regresar un valor un poco complicado, pero como todo se manejará dentro del lenguaje de programación J, no hay problema. La función B solo debe ejecutar un programa en la computadora y devolver el resultado tal cual”.

M: “Entendido. Yo me hago bolas con la implementación, y dejo las funciones bien documentadas para que no haya problema”.

Día y medio después…

M (pensando para sí): “Oh sí. Ya terminé. ¡Qué bonito me quedó todo! Ya hasta con la documentación. Esperaré medio día para hacer más pruebas”.

Al día siguiente…

M: “Persona X, aquí está el programa que me pidió. Las funciones A y B están perfectamente documentadas. Si tiene dudas, hice un programa de prueba, el cual incluyo, para que lo tome como referencia”.

Persona X: “Muchas gracias. Ya con esto el trabajo se hará más fácil”.

M (pensando para sí): “Realmente no fue nada del otro mundo. Solo tuve que abstraer un par de ideas y el programa prácticamente salió solito. Hasta a mí me servirá en futuros sistemas”.

Pasa un día…

Persona X: “Oye M, tu programa me está dando problemas”.

M (sabiendo que X sabe del lenguaje de programación J lo que M sabe de suajili): “¡Ah! Lo que pasa es que yo estoy regresando un valor del tipo 1, y usted lo está intentando recibir con una variable de tipo 2. Solamente cambie a tipo 1 y no habrá problema. Por cierto, ¿para qué necesita este valor?”.

Persona X: “¡Ah! Es qe estoy llamando a tu función B para crear unas clases que necesito con esa información”.

M (viendo el código): “Este… pero todo eso ya está hecho en la función A. El tipo de valor que regreso ya contiene la información totalmente estructurada y en su lugar. Solo hay que leerla y listo”.

Persona X (visiblemente no entendiendo ni madres): “Sí, y desde el principio pensé que era mejor usar la función A, pero como ya estoy usando B, creo que por cuestiones de tiempo así se quedará”.

M (con unas ganas de decirle a X que necesita urgentemente una taza de café que diga “RTFM!”): “Pero eso es una pérdida de tiempo. Si la información ya está estructurada en clases que yo creé para ese fin, usted haciendo prácticamente lo mismo que yo hice (y de una manera totalmente ineficiente, pensé). Para eso me pidió la función A, ¿no? Repetir el proceso aquí solo significa que el tiempo de ejecución va a aumentar, y eso no nos conviene a estas alturas del partido”.

Persona X (con cara de “no entiendo nada de lo que M me está diciendo”): “Ajá”.

M acepta que X es una buena persona, que le echa ganas, pero como responsable del área de tecnología, tiene todavía mucho que aprender.

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Sobra decir que X hizo lo que quiso. Ni modo. Pero sí me molesté, puesto que aunque el trabajo fue relativamente fácil, da coraje que hagas bien las cosas y no se den cuenta de las herramientas que tienen, y luego se quejen porque los sistemas están lentos… ¿por qué será? 😛

Dilbert se ha convertido en mi libro de texto. Ahora entiendo mucho más su situación.

¿Cuál fue la recompensa? Que tengo vacaciones hasta el 6 de enero 😀 Es poco, pero al menos da gusto no tener que seguir por algunos días la rutina y el protocolo del trabajo en Japón.

Ya retrasada la felicitación, pero espero que hayan pasado una muy feliz navidad.

メリークリスマス!

Discriminación

Sabemos que los estereotipos son malos. Comparar nunca es bueno cuando se trata de personas… o de países.

Corren muchas versiones, dentro y fuera de la red, sobre cómo es la vida de un extranjero en Japón. Y como es de todos sabido, cada quien habla de la feria dependiendo de cómo le fue en ella, por lo que sobra decir que es muy difícil encontrar una “reseña” que satisfaga a todos por igual (después de todo, cada uno tiene una visión diferente del mundo).

Hay quienes creen que por ser extranjeros no tenemos derecho a quejarnos si sentimos que algo está mal, y salen con la típica respuesta de “si no te gusta esto de Japón, pues regrésate a tu país”. Esdras se preguntaba si es bueno o malo quejarse siendo extranjero en Japón . Por otro lado, hay quienes sienten que son discriminados en cada esquina y ven a cualquier japonés como enemigo, califican a la sociedad japonesa como “payasa” y terminan queriendo imponer sus propias reglas. En resumen: hay para quienes Japón es lo máximo, y otros para los que es la peor experiencia de su vida. Sin embargo, existen ocasiones en las que estos pensamientos son forjados por la misma presión social que el ambiente ejerce sobre los extranjeros.

Ya he comentado antes que aún hay japoneses para los que el extranjero es un “invasor”, le hacen feo y piensan que todos deberían regresar a sus países. Si te toca lidiar o convivir con uno de ellos, la estancia en el país del sol naciente se convierte poco a poco en una pesadilla. Ahora, ¿qué pasa cuando no es nada más uno, sino varios, digamos, unas decenas, o quizás unos cientos, de personas?

Venir a Japón como extranjero es todo un reto, aún para el más preparado. Por ello, el lugar a donde uno va a parar en este país por meses (o años) debe ser elegido con cautela, que de ninguna forma se convierte en una garantía de que todo saldrá bien.

Tomemos como ejemplo lo que comenta Daniel Garfias, un amigo peruano que estuvo en Iizuka por un tiempo, y ahora radica en Beppu, Oita, cursando una maestría en Asia Pacific University. La vez pasada que platicamos, me platicó su situación, y la de los extranjeros, en la ciudad antes mencionada: los extranjeros son discriminados con ganas, y la universidad no hace nada por ellos.

Daniel menciona que en los restaurantes hay zonas “exclusivas” para los extranjeros, que generalmente están apartadas de las demás mesas, o hasta detrás de paredes; los meseros te hacen feo desde que entras al restaurante, olvidan tu orden, te hacen esperar muchísimo… en fin. Y todo por ser extranjero. Me comentaba también cómo un compatriota mexicano tuvo un accidente en una motocicleta y nadie le ayudó, mientras que a un japonés que chocó en el mismo lugar le llamaron ambulancia y la gente estaba dispuestísima a ayudarle… entre otras cosas.

Al principio, yo me preguntaba por qué Daniel regresaba tanto a Iizuka estando en un lugar tan bonito como Beppu, y hace un par de semanas obtuve la respuesta: viene a cargar pilas, porque la situación en Beppu es horrible, al grado que muchos extranjeros mejor deciden renunciar a su beca y regresar a sus respectivos países. Para mí fue realmente sorprendente darme cuenta la forma en la que los extranjeros pasan sus días en Beppu, sin que puedan hacer mucho. Parece ser que se han quejado formalmente ante la universidad, pero los casos terminan perdidos o abandonados en un archivero.

Arudou Debito también comparte en su blog el escrito de una europea en su vida como becario de Monbukagakusho. En él, la chica describe en 10 puntos lo que bien puede ser lo que muchos están viviendo en estos momentos por acá (una pesadilla), y al mismo tiempo, lo que muchos de los que se mueren por venir a Japón no saben acerca de este país. Vale la pena darle una leída (está en inglés).

¿Cuál es el problema entonces?

Generalizar tampoco es bueno, pero por la experiencia que tengo por acá, los casos que he visto de cerca y los que he leído o de los que me he enterado por otras personas, existen varios patrones que difícilmente se pueden negar:

  • La educación universitaria en Japón no es como la pintan. Ya lo decía yo antes: un mexicano en 4to. semestre de universidad sabe más que un japonés recién egresado (claro, hay excepciones). Los postgrados son punto y aparte, dependiendo en su totalidad del profesor que te toque (ya ven cómo me fue).
  • Si eres extranjero y no tienes rasgos asiáticos, se sobreentiende que hablas inglés, que no sabes hablar japonés y que lo poco que digas en ese idioma es para ser considerado como sugoi! El japonés es un idioma complicado, pero no por ello imposible. Lo malo es que muchos japoneses creen que su idioma no es apto para quienes no son asiáticos.
  • Hay ciudades en Japón en donde los extranjeros son tratados como reyes. Ejemplo: Iizuka (donde vivo). El gobierno dispuesto a ayudarte siempre (hasta casas donaron para los estudiantes extranjeros), la gente de la universidad al menos se mantiene al pendiente de tu situación; hay voluntarios que se dedican a auxiliarte desde las más simples tareas hasta seguir por completo el embarazo de tu esposa y el nacimiento de tu hijo. Lo viví con mi amigo de Bangladesh, quien no hablaba casi nada de japonés cuando tuvo a su bebé.
  • Asimismo, hay japoneses a los que les encanta convivir con extranjeros, y hacen lo imposible por hacerte sentir bien en tu estancia en Japón. No todos nos ven como “invasores”.
  • El sistema japonés es conservador y tradicionalista. No importa cuánto sepas de tu área o tu experiencia de trabajo previa a Japón: si sales de una universidad japonesa eres “como todos los demás”. A ganar como recién egresado (mi caso también, jeje).
  • Para poder salir adelante, hay que aprender cómo es la “forma japonesa de hacer las cosas”. Justo platicaba de esto ayer con una amiga de Estados Unidos, quien tiene 9 años ya de este lado del mundo. La barrera a romper es muy gruesa, y toma tiempo, pero todo mejora una vez que comienzas a ver el otro lado.

El choque cultural es muy, muy fuerte; muchos no lo resisten y optan por tirar la toalla. Yo no estoy en la posición de decir si eso es bueno o malo, pero lo que sí puedo recomendar es prepararse lo más que se pueda antes de venir a este país. Si lo hacen como estudiantes, chequen 4 veces cómo es la universidad en donde estudiarán, y sobre todo, cómo es la ciudad en donde estarán y cómo tratan a los extranjeros ahí. Si es posible, traten de hacer contacto con extranjeros que vivan en esa área.

Ser extranjero en Japón no necesariamente significa que no puedes sobresalir, pero sí hay que sortear muchos obstáculos antes de comenzar a ver claro el panorama. No hay que rendirse tan rápido, pero tampoco hay que estarse aguantando todo lo que le hagan a uno.

Sé que con esto no respondo directamente a muchas de las preguntas que me han hecho por correo sobre la situación de los extranjeros en este país, pero espero que al menos sirva de guía para pensar y buscar más opiniones.

A dormir.

Recompilar ffmpeg – faac no es GPL

Hace poco escribía sobre cómo codificar videos para el PSP. Sin embargo, si intentan el comando ahí mencionado en la nueva versión de ffmpeg, se llevarán una sorpresa al ver que no encuentra la librería para codificar faac.

Estuve buscando soluciones, y me encontré con que el cambio fue intencional debido a que la licencia de faac no es GPL. Así que no hay de otra: hay que compilar ffmpeg.

La tarea en sí no es complicada, solo hay que asegurarse de tener todas las librerías que uno piensa habilitar en ffmpeg. Asegúrense de incluir la opción –enable-libfaac. Cuestión de buscar con apt o yum, instalar y probar hasta obtener el resultado deseado.

Si tienen Fedora 12, la mejor opción es construir el RPM a partir del código fuente, agregándole la opción para habilitar faac. Los pasos son:

  1. Bajar el RPM del código fuente. rpmfusion es el mejor lugar para encontrarlo.
  2. rpmbuild –rebuild –with faac <nombre del RPM del código fuente>
  3. Desinstalar con yum los paquetes ffmpeg, ffmpeg-devel y ffmpeg-libs. Esto va a desinstalar otras dependencias. En mi caso fueron 13. Hacer lista de lo que desinstala para volverlo a instalar después.
  4. Ir al directorio donde quedaron los RPM recién construídos.
  5. Instalar los rpm que ahí se crearon (los nuevos ffmpeg, ffmpeg-devel, ffmpeg-libs).
  6. Reinstalar los programas y dependencias que fueron borrados en el punto 3.

Y listo. Ya se puede usar nuevamente libfaac en ffmpeg. Probé codificando un capítulo de Family Guy:

Me muero de sueño, pero tenía que documentar esto.