Estos últimos días han estado fatales en casi todos los aspectos.
CTC40S:
No se paró en una semana al laboratorio. Después, yo no pisé la universidad en 3 días. Ayer, en la actividad de cortar el césped del lugar donde vivimos, me lo encontré. Me saludó normalmente, sonriendo, pero ya saben que uno no se debe fiar de las apariencias.
Adiós forzado a máquina vieja
¿Por qué no he ido al laboratorio en, contando hoy, 4 días? Porque la computadora que uso allá tuvo a bien pasar a mejor vida el miércoles pasado. La dejé prendida el martes, y cuando llegué el miércoles, estaba apagada. No le di importancia y la encendí. Arrancó Ubuntu sin problemas. Cuando estaba abriendo el Firefox, de repente se apagó y ya no quiso prender. Pensé que era buen momento de volver a pedir otra máquina (porque necesito mínimo 3 GB de RAM para poder ejecutar algunos programas que necesito y ésta tenía solamente 1, y la tarjeta madre solo aguanta hasta 2). Abro la mochila, saco la laptop, arranco Linux. Cuando estoy escribiendo el correo, comienzo a oler a quemado, y justo cuando estaba a punto de investigar la causa, comenzó el show: Mini explosión (corto circuito), chispas, sonido estridente y humo: La fuente de poder acababa de “irse al cielo”.
No me alarmé porque tengo respaldo de los datos, pero además sabía que el disco duro estaría intacto. Lo que sí me molestó es que, como la gasolina está muy cara (casi 180 yenes por litro) y he andado en bicicleta mucho últimamente, me estoy yendo caminando a la universidad (30 minutos más o menos). Acababa de llegar y me tenía que regresar a trabajar en casa…
Ya le dije a mi profesor lo que sucedió, y que no tiene ningún sentido estar en el laboratorio si no tengo computadora. Pero como todo profesor que me ha tocado, no ha hecho referencia al tema en lo más mínimo.
¡Verano!
Se acabó la época de lluvias y entramos de lleno al verano japonés. Las temperaturas rebasan los 34 grados, con índices de humedad de entre 80 y 100%. El clima está perfecto para ir a la playa, así que, ni tardo ni perezoso, ayer, sin planear nada, me fui al mar a nadar un rato al mediodía.
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