El checkout del hotel era a las 10 am, y el tren salía a las 4:20 pm. O sea que tenía mucho tiempo que perder. La idea era ver Beowulf en Imax 3D, pero la función comenzaba hasta las 2:30 pm, así que la idea quedó descartada. Me fui al acuario de Sydney, donde, de nuevo, valió la pena ser estudiante: De 28.90 AUD pagué solo 18, y el lugar sí los vale. Creo que, junto con el de Okinawa, es el mejor acuario que he visto.
Sí había Nemos, pero no les tomé foto. Solo tomé unas cuantas con el celular, especialmente de los "Platypus" (ornitorrincos). En general la pasé bien y perdí como hora y media bobeando ahí adentro. Lo que nunca supe, hasta que salí de Sydney, fue que al lado hay como un parque de vida salvaje. Ni modo, me lo perdí.
De ahí me fui a las máquinas otro rato. Salió mejor reta que el día anterior, pero de todas formas el entrenamiento con los nipones en Tekken ha dado resultado.
Regresé al hostal por mis maletas, estuve una hora sentado sin hacer nada, y cuando dieron las 3:10 pm, fue hora de decir adios definitivo a Sydney.
La estación está cerca de donde me quedé, y como tenía todo reservado y pagado, fue nada más llegar a revisión y volver a esperar. Y déjenme decirles que la maldición de los niños en el avión también se extendió al tren: 4 me tocaron alrededor. Lo bueno fue que ninguno a mi lado, si no, habría terminado jugando a "Kick the baby!" con él.
Hasta ese momento, el lugar a mi lado estaba solo (me tocó ventana), y rogaba porque me tocara un buen acompañante, de ser posible una chica. Y antes de que piensen mal, no, no para ligarla, simplemente es bien sabido que me desenvuelvo mejor con las féminas. Creía que me lo merecía ya: Entraron como 5 "aussies" que estaban muy bien… pero no se sentaron al lado. El tren arrancó. Pensé: "Mejor solo que mal acompañado, así tengo 2 lugares para mí", pero ¡oh no! El chiste era complicarme el trayecto de 14 horas que me esperaba, y a la siguiente estación se subió una señora de unos 55 años, con una bandana en la cabeza visiblemente cubriendo el hecho de que estaba perdiendo el cabello, y por más que pedí "¡al lado no! ¡al lado no!", ¿a que no adivinan cuál era su asiento?
Hasta eso, no discrimino gente y comencé a platicar con ella… lo cual fue un grave error, porque la "ñora" me sacó la historia de su enfermedad, de por qué se divorció de su esposo y de que estaban intentando volver a estar juntos, y hasta el porqué es discriminada solo por usar una bandana. La señora, hasta eso, era dulce, pero quería ser el centro de atención durante todo el camino, y no había forma de cortarle la plática, y si toman en cuenta de que ya traía el PSP colgado al cuello listo para proyectar Resident Evil Extinction, pues la ansiedad era mucha, pero me la aguantaba. Cuando la señora se levantó al baño, aproveché para hacer lo mismo, terminé más rápido que ella y regresé a mi asiento a comenzar a ver la película. El plan tuvo éxito, pero aquí entró el segundo problema con la "ñora": Su tamaño. En serio: No me molesta que alguien esté gordo, pero si a leguas ves que no cabes en un asiento, compra otro para ti. Dejar a la señora en el lado del pasillo fue el peor error que pude cometer en el viaje puesto que se durmió, y no había forma de brincarla, pasar por debajo o aventarla fuera del asiento para poder pasar; y lo peor: Cada que se movía el tren, la señora, dormida, temblaba, exclamando un grito de susto. Y, con todo respeto para ella y para todas las personas obesas que leen este blog: Dormía como vaca. Se movía de lado a lado, y como no cabía en su asiento, pues a mí me tocaban los golpes, las encimadas y demás. La "ñora", para que se den una idea, casi perdía el aliento por ir por un café (caminar a lo mucho 20 pasos). Regresaba respirando muy agitadamente, como si acabara de tener una sesión maratónica de sexo después de 20 años de inactividad. Tan así era que tuvieron que darle nebulizadores para que pudiera respirar.
"Afortunadamente", la "ñora" se bajó del tren como 3 horas antes que yo, lo cual me dió las pocas 2 horas de sueño que he tenido este día.
Pero eso no fue todo: Al llegar a Brisbane, tenía que cambiarme de tren para Gold Coast. Así lo hice, pagando los 10.10 AUD respectivos, y al estar esperando en la plataforma, me dio sed. Fui a la máquina de refrescos, metí 2.20 para comprar una botella de agua y nada: Ni botella, ni me regresó el dinero, y tuve el tino exacto para comenzar a comprar cuando el tren había llegado. Ni modo. Es más: Ni al baño pude entrar.
Ignoraba cuánto tiempo haría hasta Surfers Paradise (mi destino final), por lo que no podía dormir nada. La travesía en tren duró 1 hora y 5 minutos, y después hay que cambiarse a un autobús, en donde toma otros 25 minutos. Hasta que me bajé en la última estación fue cuando pude responder al llamado de la naturaleza, y, sin darme cuenta, estaba a unos metros de la playa más chida que haya visto en mi vida (no he ido a Cancún, para que no digan que soy malinchista). Pero lo malo todavía no acababa: Pensé que el hostal estaría cerca… ¡AJÁ! 45 minutos caminando del lugar de la conferencia hasta donde me voy a quedar las próximas 6 noches.
Llegué muerto, pero lo mejor: El checkin es hasta la 1. Estoy perdiendo tiempo.
Fotos, ya que regrese a Japón.