Voy a centrarme nada más en el tema de este escrito. La actualización respecto a lo que al blog se refiere la haré en otro.
Hablaré (escribiré) con la verdad: han sido 2 años que se han sentido como una década. Y es que todo se juntó: pandemia, trabajo, estado mental no adecuado, encierro, miedo… Pero, ¿qué les cuento a ustedes? Si todos pasamos por lo mismo. Nadie veía venir una pandemia, ni que fuera a durar tanto. Recuerdo que uno de mis amigos la minimizó por completo (incluso burlándose) porque decía que no habría tantos muertos y en poco tiempo se iba a acabar. Van más de 2 años, y aunque ya se ve una salida, todavía no llegamos a ella.
Y dentro de todo eso, un día como hoy, justo hace 2 años, justo a la hora en el que esto vea la luz, me convertí en padre por segunda vez. Todo en medio de una emergencia sanitaria, pero con todo y miedo, mi segundo hijo vino a llenar de alegría nuestras vidas, independientemente de la situación.
Dicen, con mucha razón, que los niños tienen ese poder mágico que te hace sonreír aunque por dentro te sientas morir. Y en mi caso ha sido algo más o menos así, literalmente: no me quería morir (obviamente), pero la forma en la que me sentí una gran parte del año pasado era terrible, al grado que, como ya he referido antes, pensé que de verdad no iba a terminar el año.
Lamento mucho que, debido a mi estado emocional, el año pasado cambié mucho con mis hijos. Ahora, con los sentimientos y la mente en un estado mucho más favorable y gracias a la ayuda de muchas personas, me doy cuenta de que no se debe a que ya esté viejo (no manchen, tengo 43 apenas :P) el hecho de que perdiera tan rápidamente la paciencia y que no fuera tan tranquilo y sereno con mi hijo chico como lo fui con el grande cuando era un bebé. Las cosas como son: perdí (aunque no por completo), un año de convivencia con mi familia. Pero tenía que mejorar, quería mejorar, y hoy en día todo se ve mucho muy diferente.
Mis hijos han crecido, pero quizá el que más creció ha sido yo.
Entre tanta cosa que sucede en el día a día y las responsabilidades de padre y jefe de familia, he aprendido a aceptarme nuevamente; recordé cómo ser analítico, y poco a poco, insisto, con ayuda de muchos personas, he ido retomando las riendas de mi vida y he aprendido a no autoflagelarme, especialmente por cosas que ni estaban bajo mi control. Pero lo mejor de todo ha sido ser padre, con toda la inexperiencia que uno tiene. No obstante, es ella la “estrella” del show, y el sentimiento y satisfacción de volver a aprender algo se siente al final de cada día. Aunque claro… no voy a negar que a veces en la noche ya pido esquina.
Gracias por llegar a mi vida hijo. Escucharte balbucear en español y japonés, correr, señalar, llorar, comer… todo, hace que cada día valga la pena (nada más duérmete temprano, por fa).
¡Feliz cumpleaños!
Hola Manuel!
Que tal? Me encanta tu blog. Desde hace años leo tu blog pero nunca te había dejado un comentario. Similar a ti, soy expat, primero viví 3 años en Berlin y desde hace 3 años vivo en Londres.
Ahora tengo una bebe y me encantaria que nos contaras, con más detalle si es posible, como te ha ido a tus hijos con el aprendizaje del español, si utilizas alguna “técnica” o material en particular para su aprendizaje y la actitud de los niños hacia el idioma. Asimismo, tus impresiones sobre la educación de los niños (en general, no sólo la escolarizada).
Un saludo desde Lluvioso Londres!
¡Hola Pamela!
Antes que nada, muchas gracias por tu mensaje, y disculpa la demora de la respuesta.
El tema del lenguaje y educación de los niños es interesante.
Primero, lenguaje:
No sé si el papá de los niños sea también mexicano, porque de serlo, eso facilita muchísimo la adquisición del español ya que sería el lenguaje usado en casa y los niños se expondrían a él todo el tiempo que estén en ella. Pero, si es extranjero, como en el caso de mi esposa, es un poco más complicado, explico:
La única exposición al español que tiene mi hijo el grande es conmigo. Cuando estaba más chico, digamos de entre 2 y hasta como a los 5 años, cada noche antes de dormir mi esposa y yo nos turnábamos para leerle libros: una noche en japonés (con ella), la siguiente en español (conmigo). Eso le ayudó mucho a desarrollar vocabulario en los dos idiomas. También nos poníamos a ver videos en español, le sacaba libros en español de una biblioteca española, y en general tenía que hacer mucho esfuerzo en rodearlo del idioma lo más que pudiera sin abrumarlo ni obligarlo a usarlo, con la única excepción de que cuando habla o se dirige hacia mí siempre tiene que ser en español.
Durante un par de años él todavía no procesaba el hecho de que yo hablaba japonés también, lo que me pareció muy curioso porque con mi esposa hablo en ese idioma todo el tiempo pero él no lo veía así. Ya cuando comenzó a tener uso de razón, y conforme fue avanzando en la escuela, comenzó a soltarse muchísimo más en japonés y la exposición al español se ha visto muy reducida desde entonces. Conmigo siempre habla español, pero es muy notoria la diferencia de expresiones y de la forma de expresarse en japonés y en español, y se puede percibir que se rehúsa a hablar español más de la cuenta, es decir, lo trata de usar lo menos posible porque sabe que no puede hablarlo con la misma fluidez que el japonés y eso lo estresa. Y aunque se puede comunicar en español, su gramática tiene fallas precisamente porque se ha dado cuenta de que no sabe decir todo lo que quiere en español.
Con mi hijo de 2 años va más o menos por ahí: yo nada más le hablo en español, y mi esposa en japonés. Lo más curioso es que nadie le dice nada de los idiomas, pero tanto como el grande como el chico, ambos intuitívamente entendieron que a mamá le hablan de una forma y a papá de otra. Mi hijo el chico me intenta decir cosas en japonés, pero yo lo ignoro por completo hasta que él solito me lo dice en español y ahí le hago caso de inmediato, lo que lo hace reforzar la conexión entre “A papá le tengo que hablar así para que me entienda”. Y poco a poco se ve que su vocabulario y expresiones van creciendo. Ya articula oraciones con gerundio; ya comienza a reconocer el tiempo pasado, y cada vez aprende más palabras, pero como el idioma con el que pasa más tiempo es el japonés, el desarrollo de ese idioma va más adelantado.
Ahora, cuando los niños tienen contacto con varios idiomas a la vez, es normal que les cueste más trabajo entender si los comparas con niños de su misma edad, puesto que mientras los demás están totalmente centrados en un idioma, los otros están procesando dos al mismo tiempo. Según leí (te debo la cita porque no la recuerdo), este proceso se normaliza como hasta los 12 años, en donde los niños ya han procesado los múltiples idiomas como hablantes nativos, y ahí se comienza a ver el adelanto que tienen en comparación con los demás.
En otro comentario escribo sobre la educación de los niños en una cultura diferente a la nuestra.
Saludos, y quedo a tus órdenes.
Hola Manuel!
Muchas muchas gracias por tomarte el tiempo de escribir con detalle tu experiencia. Afortunadamente, ambos hablamos español en casa, sin embrago tengo conocidos a los que aún así les cuesta trabajo que los niños respondan en español, a ver que tal nos va a nosotros. Cada familia es completamente diferente. Si tienes oportunidad de irnos contando a lo largo del blog sobre este aspecto, estaría genial!
Por cierto, me encanta tu blog, he notado cómo has ido cambiando tu forma de escribir a lo largo del tiempo a una forma de narrar más fluida e interesante. No dejes de hacerlo!
Un abrazo hasta Japón desde la – sorpresivamente calurosa – Londres.