La gente se vuelve a ir

Hace un par de años escribía lo que fue la despedida de mi amigo de Bangladesh al terminar el doctorado. Aunque ya estamos en junio, en marzo de este año también hubo despedidas.

El otro mexicano que estaba en la ciudad, Jorge, se mudó a Osaka a continuar su maestría, dejándome otra vez como al principio: siendo el único mexicano en la ciudad. Jorge pasó 4 años acá estudiando su carrera, y según vi con su proyecto final sí le sacó provecho. Lo mejor para él apenas comienza, pues ya tiene una nueva y mucho mejor oferta que la que la universidad de Osaka le puede ofrecer.

Otro latino que también se fue es el hondureño: Gilberto. Él se ha quedado a laborar en Japón, y desde que se hizo persona económicamente activa en Japón prácticamente ha desaparecido de la faz de la tierra, tuiteando de vez en cuando.

Otros conocidos también se fueron, pero la mayoría le dijeron adiós a Japón, algunos por gusto y otros porque se vieron forzados.

Casi toda la gente con la que convivía se ha marchado. He de confesar que siento un poco de nostalgia al voltear a la ventana y ver enfrente a la universidad que me acogió por 6 años; todavía hay conocidos ahí (algunos estudiantes, otros empleados de la universidad), pero cada vez son menos.

La semana pasada hubo un convivio entre todas las empresas que están dentro de este edificio. El dueño de la compañía donde trabajo estaba sorprendido al ver cuánta gente me conoce, incluyendo el top de este lugar. Y no, no es que sea famoso, pero gracias a que he participado (o me han pedido que participe) en muchas actividades culturales y también he fungido como voluntario en otras, la gente se acuerda de uno, y no tanto porque sea alguien que participa siempre, sino más bien porque soy extranjero y hablo japonés. En un lugar como Tokio eso sería totalmente X, pero por acá, todavía es valorado.

Mientras esté en un lugar donde pueda desarrollarme, no hay problema. ¿Esta ciudad? Es linda, la he llegado a apreciar (con todo y que sigue siendo el rancho :P), pero poco a poco se acerca la idea de ver otros horizontes.

Aire fresco en junio

No sé exactamente a qué hora, pero ya se hizo junio. Estamos a mitad del año y ni cuenta me había dado.

Notarán que he andado ausente del blog (de escribir nada más, porque los comentarios siempre los leo), y es que después de la parte 5 de los años maravillosos he estado trabajando en un proyecto, y no precisamente en el buscador de formspring. Pasé 2 semanas sin salir (excepto por la Gifufiesta, que ya relataré en otro post) y reduciendo mis horas de sueño a un promedio de 5 por día. ¿Será por eso que tengo mucho sueño diario?

Algunos me han dicho que es porque elegí ser salaryman. Pero la realidad es todo lo contrario: precisamente porque no quiero convertirme en uno es por lo que trabajo en proyectos personales que me sirven para aprender más y escapar de la rutina y de la vida de trabajador estilo japonés (no porque tenga algo de malo, pero sinceramente no es mi estilo). Y mientras son peras o manzanas, aquí seguimos echándole ganas para no caer en el conformismo.

En tan sólo 2 semanas he hablado con personas que son el vivo ejemplo de que hay cosas buenas de ser extranjero viviendo y trabajando en Japón. No es que lo haya olvidado, pero con eso de que el contacto con personas reales por acá en el rancho es muy reducido, encontrar a alguien con quien escuchar y discutir respecto a nuestra posición en la sociedad nipona da un respiro más que bienvenido.

Conversando con un extranjero que obtuvo su doctorado y ahora está trabajando como asistente de su profesor, me decía que en cuanto su esposa terminara el doctorado (también en Japón), lo primero que haría sería salir de aquí. Él es muy bueno en su área, y de hecho tiene ya ofertas para postdoctorado en otros países, y como no se termina de acostumbrar a la forma de trabajo japonesa, su paciencia ya llegó al límite, porque lo limitan. Sabemos que nunca hay que generalizar, pero la media japonesa es que la gente de arriba siempre tiene la razón y uno no puede contradecirla (so pena de caer de su gracia o de plano de que te manden a volar). La sociedad está inmersa todavía en la idea de que lo que dice el de arriba es inamovible, y si está mal, hay que buscar la forma de decírselo sin decírselo, incluso si eso significa echarse la culpa de uan idea que ni propia es (porque los de arriba no se pueden equivocar, claro está…).

Otro extranjero me dejó ver la prueba de lo que siempre he creído: penetrar en el mercado japonés es muy difícil, y como extranjero más; pero una vez que estás dentro, es muy difícil perder tu posición (salvo que la riegues en serio). Hacer una empresa en Japón es una tarea titánica, pero es la segunda vez que me demuestran que es posible, animándome con ello a seguir adelante con mis planes y no claudicar, por muy pesada que esté la situación actual.

Dentro de todo este mar de ideas y vaivenes, haberme encontrado en Gifu con muchos del grupo de mexicanos en Japón fue quizá el evento que más oxígeno me dio. Y ver que hay compatriotas a quienes les está yendo muy bien en Japón es todavía más reconfortante.

El futuro todavía es incierto, por lo que me abstengo de hacer algún comentario al respecto en este momento. Lo que sí puedo comentar es: aquí sigo. No perdido, pero sí pensativo.

Agradecimiento a todos quienes hacen el favor de leerme. Sus comentarios, tweets, y correos electrónicos siempre son bienvenidos 🙂