9:36 pm. Mi laboratorio.
Está a punto de llover. Hoy siento que he avanzado un poco en lo que se refiere al análisis que estoy haciendo. De repente me siento cansado de estar ligado a Windows para desarrollar, y no es porque lo esté haciendo en un lenguaje propio de Windows, sino por el soporte para la entrada y salida de audio… Después de un rato de meditar, siento que es un “plus” que bien podría omitir en este momento (al fin y al cabo son como 100 líneas en Microsoft J++… lo divertido fue leer el API de Microsoft Agent), y posiblemente migre todo a Linux. ¡Bah! Es Java. Funciona a la perfección también con el pingüinito. Solo migrar las bases de datos. Parece tarea fácil.
Todo indica que, después de 2 años no tocarlo, volveré a programar en Ruby. No es que no me haya gustado al principio, solo que creo que no le presté la debida atención. Después de todo, es bueno para el análisis de cadenas y las expresiones regulares (algo así como Perl).
Creación de clases nuevas. Sea en Java o en Ruby, lo cierto es que estoy programando 100% orientado a objetos, y aunque ya hay muchas clases definidas en Java, lo que realmente lleva tiempo es el algoritmo del análisis. El cambio es necesario y justificable, porque tengo que comenzar a traducir frases más largas, renglones y párrafos completos, y por ende, necesito hacer mucho más análisis de contexto.
Algo de lo que me he dado cuenta en esta semana es que estoy harto de la resolución 1024×768. En mi monitor de la casa (32″) no hay ningún problema, porque no quiero ver mini íconos ni mini letras ahí, pero en la laptop sí es bastante molesto, especialmente cuando estoy en Linux y tengo que manejar hasta 3 escritorios virtuales para poder darme abasto con todo lo que tengo abierto. Estaba considerando la posibilidad de, una vez que esta laptop pase a mejor vida, comprar una Ibook con procesador Intel Dual Core. Ya las vi corriendo Windows, y supongo que no habrá problema para usar Linux ahí. Cierto es que también tengo la curiosidad de tener Win-Lin-Mac en una misma computadora.
Más de una vez he pensado en esta semana en renunciar a mi trabajo como profesor de inglés y todo es debido a la ineptitud de mi jefa. Pero siempre que me decido a tirar la toalla, a mi mente viene el precio del PS3 y del Wii, del Nintendo DS Lite que quiero comprarme, de los juegos de PS2 que todavía no compro y de los viajes que tengo que hacer durante el año… La triste realidad es que, aunque puedo renunciar, no me conviene hacerlo. Al menos no de momento. Igual, con todo lo que he renegado con mi jefa esta semana, en una de esas me avisan que ya no necesitan mis servicios. Mejor ni me estreso: Si pasa, pues pasó y ni modo.
Quiero llegar a casa y jugar Kingdom Hearts II, pero creo que el capítulo nuevo de Lost tiene prioridad. Además, hay que levantarse temprano mañana, porque hay que transmitir el programa de radio, y moverle correctamente a la configuración para que el podcast quede listo y no tan grande como el pasado. Quiero también llegar y leer las 6 semanas retrasadas que tengo en el semanario Magazine, leer los editoriales de la Newtype de junio, ver qué onda con la película de Gundam Seed Destiny, terminar de leer “La sombra del viento”, continuar con Da Vinci Code, aunque ya me resigné a que voy a ir a verla la semana que entra sin terminar el libro; también quiero recoger mi cuarto y lavar los trastes… La vida es demasiado corta para todo lo que uno tiene que hacer.
A fin de cuentas, creo que lo que terminaré haciendo es llegar y dormir. ¡Ah! Y poner a recargar mi reproductor de mp3 que compré regresando de Sendai. No saben cuánto motiva uno de esos a hacer ejercicio.