Muchos dicen que lo más difícil del idioma japonés son los kanji. Ciertamente el número que hay que aprenderse para poder vivir sin muchos problemas (unos 2000) es muy alto, y se requiere de mucha disciplina para poder recordarlos y usarlos debidamente. No obstante, a lo largo de los años que he estudiado el idioma, me he dado cuenta de que lo más difícil del japonés es entender lo que no se dice; “leer entre líneas” dirían unos.
Un profesor de inglés (estadounidense) mencionó lo siguiente en una conversación que tuvimos:
“En los Estados Unidos, si tú eres el emisor y tu mensaje no se entiende, tú tienes la culpa por no saber expresarte, y tienes que pensar cómo transmitirlo con otras palabras. En cambio, en Japón, la culpa no es del emisor, sino del receptor, por no entender el contexto en el que está el mensaje ni haber captado lo que no se dice.”
Es bien sabido que en Japón no se dicen las cosas de forma directa. Para los que no están enterados, un ejemplo: En Japón nunca se dice “no”, sino que se busca una forma de decirlo sin decirlo. Algo así como mencionaba Polo Polo en su chiste “Día de campo”: “Las mujeres tienen esa don de decirte pendejo sin decírtelo”. La idea es similar. El caso no es no querer decirlo, sino hacer que el interlocutor lo infiera. Algunos dicen que es “cortesía”. Como ejemplo: