Vamos pues hablando de temas que tengo en el tintero.
Desde hace tiempo había escrito que me gustaba decir siempre cómo estaban las cosas, ya fuera bien o mal. Hay quienes me dicen que no debería escribir las malas en el blog porque podrían hundirme en el futuro… Si no puedo expresar lo que siento, creo que tampoco puedo expresar lo que realmente quiero. He aprendido a no quedarme callado, pero también a saber cuándo hablar. Escribí aquí cómo fue mi renuncia del último trabajo que tuve en México, y también he escrito la “atención” que tuvo mi ex-asesor conmigo aquí en mi postgrado. Lo que sigue es como la “segunda parte” de la película.
Hace poco más de un mes estuve en México. Mi objetivo principal era ir a presentar un artículo en una conferencia internacional, y el segundo, aprovechando la visita al país, era ver a mi familia y amigos, puesto que tenía 2 años y medio de no verlos. Cuando se decidió que iría (el momento en el que mi artículo fue aceptado), planeé el viaje pensando en que no me podría quedar un mes completo en mi patria, pero al menos sí quería pasar un par de semanas allá. No serían suficientes para todo lo que quería hacer, pero el simple hecho de ir ya era una ventaja. Esto fue por ahí de agosto.
Hice todo el plan, acomodé fechas, todo con mucho tiempo de anticipación por cualquier cosa que pudiera presentarse. Hablé con mi nuevo asesor sobre el viaje y, con su autorización, hice la reservación del boleto y planeé la estancia en México por 3 semanas: 1 completa para la conferencia, y el resto para estar con mi familia. Sabía que regresaría a Japón para mediados de noviembre. En ese entonces (agosto), ni siquiera me pasaba por la cabeza la idea de poderme graduar a tiempo, porque me hacía falta otra publicación además de la que presentaría en México.
Llegó la fecha y partí a mi destino. Encontré México igual en muchos sentidos, pero muy cambiado en otros. Recordé lo que es el servicio al cliente en latinoamérica, y hasta extrañé el té y la comida japonesa. Dos buenos amigos me ofrecieron hospedaje, uno en la ciudad de México y otro en Guadalajara (el por qué no me quedé con mi familia es otra historia y debe ser contada en otra ocasión… y sí, me gusta mucho Michael Ende, je je). Presenté mi artículo, estuve con los amigos y la familia, me atasqué de tacos, tunas, guayabas, tortillas y tortas ahogadas. En fin, un viaje para recordar. La pasé muy bien.
Regreso a Japón el 18 de noviembre por la noche. El 19 fui a la universidad, y apenas estaba comenzando a sentir el efecto del jetlag, cuando llega la noticia de mi asesor: entregar la tesis de doctorado para el 1 de diciembre. Yo con cara de “oiga, sí me quiero graduar a tiempo, pero no se pase de lanza”. Y no era para menos: aunque sé que es posible graduarte con 2 artículos solamente, también sé que no es fácil y que cono mínimo se recomiendan 3. Por tanto, ni siquiera tenía un borrador, ni había pensado los capítulos, ni nada. Lo único que sabía era que tenía 11 días para escribir una tesis Y AL MISMO TIEMPO sacar el tercer artículo. Sabía que tendría 11 días larguísimos.
Continue reading “Cómo NO hacer una tesis”