El 2010 en un kanji

Continúa la tradición de describir lo que me pasó en el año en un kanji.

El kanji del año en Japón fue (sho), que significa “calor”.

En las versiones pasadas, los kanji no han sido muy emotivos. Ojalá que esta fuera la excepción, pero después de meditarlo mucho, creo que el que escogí denota perfectamente lo que he pasado en este 2010.

Y el kanji de este año es:

muzukashii-kanji


Lecturas: “nan”, “kata”, “gata”, “muzuka-shii”.

Significado: Difícil.

Estos 365 días han sido, en general, pesados. Cierto es que tuve buenas experiencias, como el viaje a México en abril en donde me dieron la oportunidad de dar un par de charlas en 2 universidades, pero he tenido que tomar decisiones muy difíciles, y todavía hay algunas que tengo que considerar. Dicen que eso es parte de crecer y madurar, pero en verdad que me han pegado duro y tupido. Con todo, sé que todo va a mejorar y estoy luchando por ello. Quizá lo que más me dolió es saber que tomará más tiempo del que originalmente tenía planeado.

Sinceramente espero que el próximo año ya pueda poner un kanji más bonito, más alegre, o al menos más lleno de esperanza 爆笑 Le echaré ganas para que así sea.

Reciban un muy fuerte abrazo de mi parte. A todos ustedes que me hacen el favor de leerme, les deseo que el 2011 sea muchísimo mejor que todos los años anteriores. No diré “que sus deseos se hagan realidad” sino: que luchen para que sus deseos se hagan realidad. Si uno no pone de su parte, las cosas no van a caer del cielo. Ténganlo siempre presente. Todo esfuerzo rinde frutos, a veces muy rápido, a veces muy tardado. El chiste es no rendirse.

Nos leemos por aquí el año que entra スマイル

Modernización telefónica

En julio de 2008 escribí sobre el iPhone en Japón. ¡Vaya que han cambiado las cosas en 2 años!

iphone4-white

El éxito del iPhone en el resto del mundo tardó en surtir efecto en Japón, y aunque ese éxito todavía no es “total”, ahora sí podemos decir que las tendencias han ido cambiando y que ahora el mercado de los smartphone en el imperio del sol naciente ha aumentado considerablemente.

No es un secreto que Japón es un país cerrado en lo que a telefonía se refiere. Los teléfonos que aquí se venden tienen muchas funciones sorprendentes, pero que solamente se pueden usar en Japón. Normalmente esto no importaría, ya que los japoneses no tienen necesidad de salir al extranjero para obtener algo, y las funciones de los teléfonos facilitan en gran medida la vida diaria de los nipones; pero aun con todo eso, el hecho de que solamente se puedan usar en su totalidad dentro de Japón hace que se consideren retrasados en comparación con otros países. A este síndrome le pusieron el nombre de Galápagos, queriendo dar a enteder que, por sí mismos, los teléfonos son extramadamente avanzados, pero al mismo tiempo están totalmente aislados del resto del mundo.

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Préambulo de navidad

Con muchas ganas de escribir, pero de repente me salió una oportunidad para meter papeles en un instituto de investigación famoso en Japón, y anduve prácticamente desconectado del mundo por varios días, incluso de Twitter. A ver cómo me va.

Aunque uno no quiera, se va acostumbrando al estilo de la navidad japonesa: es una noche romántica, para pasarla con la pareja, pero no tiene nada de especial en el sentido del espíritu navideño que nos enseñan (o a veces nos fuerzan) a tener en México. Ya lo he comentado en años anteriores: la navidad en Japón es más consumismo que nada. Sí, la “tradición” de los regalos se da en muchos otros países, pero Japón, un país netamente no cristiano, se lleva, a mi gusto, las palmas por sus costumbres navideñas, las cuales se resumen en:

  • Estar con la pareja. Es quizá la noche donde es más difícil encontrar cuarto en los Love Hotel. 

  • ¡Comer pollo frito! Los de KFC hacen su agosto vendiendo cubetotas de pollo, y hay que hacer la reservación a tiempo (de preferencia con un mes de anticipación) porque el mero día (léase 24 de diciembre) se dedican solamente a entregar los pedidos (obviamente uno tiene que ir a recogerlos). ¿Y para los que alcanzaron su pollo KFC? ¡No hay problema! Las convenience store tienen su versión de pollo frito. No importa que no sea KFC ni que sea más caro, el chiste es comer lo que “se debe comer” en navidad. Todos felices.
    Según una de mis alumnas de mi clase de español, los japoneses comen pollo en vez de pavo, porque es difícil encontrar este último por este lado del mundo. Y que yo recuerde, nunca comí pavo en las navidades que pasé en México; creo que el pozole de mi abuela (en paz descanse) era el platillo fuerte ese día.

  • Pastel. ¡Pero claro! navidad =  pastel. Al igual que el pollo, hay que hacer la reservación con tiempo si se quiere comer el 24, pero hay gente más lista que espera a que sea 25 para comprarlos… ¿por qué? Porque bajan increíblemente de precio.

Si Japón no se caracteriza por ser cristiano (o similares), entonces ¿por qué celebrar la navidad? Le hice la pregunta a varios japoneses, y ninguno me pudo dar una respuesta en concreto. Fue de nuevo mi alumna de español la que dijo algo que me pareció coherente: “A los japoneses nos gustan los festivales. Por eso, como en otros lados celebran la navidad, nosotros también de alguna forma queremos celebrarla”. Perfecto, ya tienen un punto.

Triste historia

Alguna vez en nuestra vida hemos cantado (o nos han forzado a cantar) un villancico. Uno de ellos es el que relata la historia de Rudolph (Rodolfo), el famoso reno de la nariz roja, y que recuerdo perfectamente porque le cambiamos la letra (Era Rodolfo el reno… era el reno más puñal ♪… No me juzguen era pequeño y muy travieso… mejor no les digo lo que sigue). En Japón, los villancicos “tradicionales” como ése, noche de paz, Jingle Bells, etc. son conocidos, en su mayoría por gente mayor; los jóvenes también los conocen, pero a ellos les vienen a la mente canciones más recientes y de cantantes más famosos, como “All I want for Christmas is you” de Mariah Carey (1994, si mal no recuerdo). No obstante, el de Rudolph, titulado 赤鼻のトナカイ (Akabana no tonakai, el reno de la nariz roja) , nunca menciona su nombre; todos conocen al reno de la nariz roja, y cómo fue que se convirtió en el guía del trineo del buen Santa, pero prácticamente nadie sabe su nombre porque nunca lo dicen en la canción. Cuando les pregunté a varios por el nombre, nadie me supo decir (al menos por acá en el rancho). La respuesta más común fue “¿eh? ¿Tiene nombre?”.

Pobre Rudolph, tan famoso y tan desconocido al mismo tiempo.

Santa, el niño Dios o similares no va a pasar por la casa este año, en víspera de algo mejor para el que sigue. Y no es que sea un grinch, pero siempre he dicho que me gustaría que el espíritu navideño estuviera presente siempre, en todo momento, y no nada más en una fecha determinada. Después de ver y leer tantas cosas sobre México este año, uno no puede desear más que paz y tranquilidad para la gente que, sin deberla ni temerla, está en medio de una guerra (si tiene sentido o no ya no es tema de este blog). Por lo que, aunque sea en esta época del año, espero de todo corazón que así sea.

Feliz navidad a todos. Echen relajo, diviértanse, pórtense mal si quieren (no se quejen si no hay regalos :P) pero cuídense bien y sean precavidos. Reciban un gran abrazo desde Japón.

Por cierto, éste no es el último post del año 🙂

紅葉 (Kouyou) 2010

Cada año, por estas fechas, siempre me desespero porque siento que se me va a pasar el tiempo para ver los bonitos paisajes otoñales que Japón ofrece.

Esta vez fui a templo ubicado en la ciudad de Maebaru, prefectura de Fukuoka. Se llama 雷山千如寺大悲王院 (Raizan Sennyoji Daihi Oujin). En las páginas que muestran los lugares en donde ya se pueden ver las hojas rojas decían que este templo era de los mejores lugares en ese momento (13 de noviembre). Así que agarré el carro y me lancé a la aventura.

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TF-IDF: pesando las palabras

En el área de recuperación de información, la idea es obtener una serie de documentos considerados relevantes con respecto a ciertas palabras o expresiones. En términos generales, la idea es encontrar los documentos que más se acerquen a una búsqueda realizada con palabras clave o con expresiones más complicadas (como lenguaje natual propiamente). Ejemplo: una búsqueda en Google. Ponemos lo que estamos buscando y Google muestra una serie de resultados que calcula como importantes para esa búsqueda.

Es evidente que no existe una sola forma de encontrar los documentos, y más que encontrarlos, de asignarles un orden. Es muy fácil tener una colección de documentos y hacer una especie de consulta SQL donde regresemos solamente los documentos que contienen al menos una de las palabras buscadas, pero esto solo nos va a regresar los documentos en el orden que la base de datos los encuentra (o en el que le asignemos en el SELECT). Esta forma de búsqueda es la más simple de todas: búsqueda binaria. Pero, ¿se imaginan que ésta fuera la técnica que Google usara? ¿Cuántos documentos no tendríamos que revisar hasta encontrar (si es que lo hacemos) uno que en verdad contiene la información que se desea encontrar?

ejresgoogle

Google reporta 850,000 resultados para la búsqueda “Vacaciones en Cancún”, pero en la realidad solo muestra hasta el número 1,000. No obstante, son pocas y contadas las veces en las que revisamos más de 100 documentos. El orden importa, y es justamente lo que la recuperación de información trata de resolver.

Una búsqueda binaria no analiza más allá de si un documento contiene o no una o varias palabras; por tanto, así como regresa documentos en los que la palabra X aparece 1 vez, también regresa otros donde aparece 100 veces, por poner un ejemplo. ¿Cuál documento es entonces más importante?

La asignación de orden  se puede realizar de distintas maneras: fecha, autor, número total de palabras en el documento, etc. Entre las muchas formas de llevar a cabo esta tarea, existe la de asignarle peso a las palabras, es decir, de tratar de calcular qué palabras son más relevantes en un texto, y con base en eso decidir cuál documento es más probable que contenga la información buscada.

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本音 (honne) y 建前 (tatemae)

Muchos dicen que lo más difícil del idioma japonés son los kanji. Ciertamente el número que hay que aprenderse para poder vivir sin muchos problemas (unos 2000) es muy alto, y se requiere de mucha disciplina para poder recordarlos y usarlos debidamente. No obstante, a lo largo de los años que he estudiado el idioma, me he dado cuenta de que lo más difícil del japonés es entender lo que no se dice; “leer entre líneas” dirían unos.

Un profesor de inglés (estadounidense) mencionó lo siguiente en una conversación que tuvimos:

“En los Estados Unidos, si tú eres el emisor y tu mensaje no se entiende, tú tienes la culpa por no saber expresarte, y tienes que pensar cómo transmitirlo con otras palabras. En cambio, en Japón, la culpa no es del emisor, sino del receptor, por no entender el contexto en el que está el mensaje ni haber captado lo que no se dice.”

Es bien sabido que en Japón no se dicen las cosas de forma directa. Para los que no están enterados, un ejemplo: En Japón nunca se dice “no”, sino que se busca una forma de decirlo sin decirlo. Algo así como mencionaba Polo Polo en su chiste “Día de campo”: “Las mujeres tienen esa don de decirte pendejo sin decírtelo”. La idea es similar. El caso no es no querer decirlo, sino hacer que el interlocutor lo infiera. Algunos dicen que es “cortesía”. Como ejemplo:

32 y contando

Séptimo cumpleaños que paso de este lado del mundo. Todavía me parece increíble que haya pasado tanto tiempo desde aquel primer año que pasé solo por acá, en el que juraba y perjuraba que regresaría a México lo más rápido que pudiera.

32 años todavía no son nada. Hay mucho que hacer, falta mucho camino por recorrer. Esos 32 llegan en un momento no tan lúcido, es cierto, y me hubiera gustado que no fuera así, pero todo está tomando más tiempo del que esperaba. No obstante, es un año más de experiencia, un año que trajo muchos retos (algunos todavía están pendientes) y una que otra satisfacción.

¿Presión por la edad? ¡Para nada! La única presión que tengo en este momento es la que yo mismo me he puesto, y no es ningún tipo de “prueba de resistencia” ni mucho menos, sino una especie de proyecto dirigido hacia lo que quiero hacer en el futuro.

Ahí la llevamos.

6 años de “bloguear”

Llegué a Japón en 2003, pero este blog lo comencé en 2004, más por recomendación que por iniciativa propia. Así fue el principio. En aquel entonces, ahora ya lejano septiembre de 2004, sinceramente nunca me pasó por la mente que 6 años después seguiría escribiéndolo.

Mucho ha pasado en mi vida por este lado del mundo; familiares se fueron y no estuve ahí para despedirlos. Otros nuevos llegaron, y cada que voy a México todavía me cuesta trabajo recordar algunas caras; otros más, crecieron; obviamente no serían niños toda la vida, pero una vez que te alejas y regresas después de un tiempo, el cambio te sorprende mucho.

Me volví un dizque maestro y luego un dizque doctor, en medio de un montón de problemas y contratiempos. La falta de apoyo fue casi fatal, pero salí, bien o mal, pero al final salí. Y justamente la premura del anuncio de mi graduación es lo que me puso en donde estoy ahora. No es un secreto que no estoy a gusto en este momento, por eso necesito moverme para no ser atrapado por la rutina y lo monótona que puede llegar a ser la vida acá.

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