¿Sabías que…? – Parte 29

Apenas puedo creer que haya pasado un año desde el último artículo en esta categoría. Según yo, no era tanto… Mejor entremos en el tema.

Mucho se habla del trabajo en Japón: las condiciones, costumbres, famosas horas-nalga, etc., pero algo que es digno de mencionarse es lo siguiente:

¿Sabías que la mayoría de empresas en Japón dan apoyo de transporte a sus empleados, y (aunque con límites) generalmente es suficiente para que ellos no gasten más para moverse de su casa al trabajo (y viceversa)?

Tsuukinteate (apoyo de transporte al lugar de trabajo)

La cuestión aquí es que el apoyo no es obligatorio, pero, al menos en el ámbito laboral una vez que estás fuera de la universidad, no me ha tocado conocer a nadie que tenga que gastar dinero en transporte casa-trabajo-casa. Menciono lo de “una vez que estás fuera de la universidad” porque en los famosos “arubaito” (trabajos de medio tiempo), la situación puede ser diferente.

Ahora bien, la cantidad máxima mensual libre de impuestos que uno puede recibir está dividida principalmente en 2 categorías:

  1. Gente que se transporta en bicicleta o carro. La cantidad máxima depende de la distancia entre la casa y el trabajo).

    ・Menos de 2km: toda la cantidad es gravable.
    ・De 2km a menos de 10km: 4,200 yenes
    ・De 10km a menos de 15km: 7,100 yenes
    ・De 15km a menos de 25km: 12,900 yenes
    ・De 25km a menos de 35km: 18,700 yenes
    ・De 35km a menos 45km: 24,400 yenes
    ・De 45km a menos de 55km: 28,000 yenes
    ・De 55km en adelante: 31,600 yenes

  2. Gente que se transporta en autobús o tren. El límite es 150,000 yenes.

Fuente: Agencia Nacional de Impuestos de Japón (en japonés)

Algunas empresas tratan de que darle apoyo de vivienda a los empleados que viven a menos de 2 km de la empresa, y éste muchas veces se traduce en pagar la mitad de la renta. Así me pasó a mí en mi primer trabajo en Tokio: la empresa presionó mucho para que viviera en un radio de menos de 2 km, lo cual terminó siendo totalmente perjudicial para mí por razones ya expresadas anteriormente. Cuando me mudé de casa antes de renunciar a ese trabajo, me cambiaron el apoyo de vivienda por el de transporte.

En la empresa actual, lo que me dan es justo la cantidad que cuesta el 定期券 (teikiken) de mi casa a la oficina por 6 meses; recibo el apoyo cada medio año. El teikiken es un “boleto” que cubre una la cuota de un punto A a un punto B por una ruta establecida (porque puede haber más de una forma de llegar de A a B, y uno tiene que decidir cuál usará).

Actualmente, el teikiken se registra en una tarjeta electrónica de prepago que se usa en los medios de transporte en Japón. Cada región del país tiene la suya; en Tokio hay 2: Pasmo y Suica. Sin embargo, desde hace algunos años las tarjetas de cualquier región de Japón se pueden usar en todo el país (yo he usado mi Pasmo en los rincones perdidos de Iizuka).

Pasmo con teikiken

Ahora bien, el punto “interesante” del teikiken es que, como cubre la distancia de A a B, lo puedes usar para viajar a cualquier punto entre A y B mientras esté dentro de la ruta elegida para llegar de A a B. Digamos que un domingo quiero ir a X, que está justo a la mitad entre A y B, puedo usar mi teikiken para ir sin necesidad de pagar puesto que el costo ya está dentro de él.

Obviamente hay “trucos” que uno puede hacer al momento de decidir la ruta para el teikiken. Uno de los más comunes es el de maximizar la distancia sin alterar el costo. En muchas ocasiones, ir de un punto A a un punto B cuesta lo mismo que ir a un punto C, que está a una o quizá dos estaciones después de B. La empresa confirma el costo del teikiken de A a B y te da esa cantidad. Al comprar el teikiken, en vez de ponerlo de A a B, lo pones de A a C. Te cuesta lo mismo, y en algunas ocasiones puede ser útil para minimizar costos cuando te toque transportarte a, o desde, C.

Por lo general, las empresas te dan el dinero y tú compras el teikiken. Huelga decir que hay gente que necesita dinero para X cosa urgente y en vez de comprar el teikiken por 6 meses lo compra por 3, usa el dinero restante para lo que necesita, y a los 3 meses lo renueva.

Existe otro “truco”, pero éste sí es más peligroso. Un ex-compañero de trabajo recibía el dinero para su teikiken pero no lo usaba, y en cambio iba al trabajo en bicicleta, a escondidas de la empresa. La empresa en cuestión prohibía ir al trabajo en carro, motocicleta o bicicleta, y en el dado caso de que el compañero causara o fuera parte de un accidente mientras se transportaba al o del trabajo, enfrentaría muchos problemas, y estaría posiblemente encarando una situación de despido. Parece tonto que una empresa prohíba a sus empleados transportarse al trabajo en ese tipo de vehículos, pero la razón es que el tiempo de transporte del y hacia el trabajo pueden ser considerados como parte del mismo, y por ende, en caso de un accidente, la empresa tendría que responder por el empleado, sobre todo en el caso de que un afectado demande indemnizaciones.

Cabe aclarar que aunque el apoyo de transporte se considera parte del sueldo que uno percibe, éste no se toma en cuenta al momento de negociar un sueldo o de decir cuánto ganas en Japón. Está implícito que el sueldo es lo que percibes a lo largo del año sin contar el apoyo a transporte. Por ejemplo, si un trabajo ofrece 5 millones de yenes al año, lo que recibes son esos 5 millones de yenes (menos impuestos) más el apoyo de transporte. Luego, cuando por ejemplo llenas los papeles de un préstamo y tienes que poner cuánto ganas, escribes “5 millones de yenes” nada más.

Como última nota, algo nostálgica, es que en mi trabajo en Iizuka también me daban apoyo de transporte (para la gasolina). La casa estaba a poco más de 2 km de la oficina, y en carro, por los caminos desolados del campo japonés, hacía cuando mucho 5 minutos. ¡Ah! Los buenos tiempos…

Desconectado

¿Qué hay para el blog después de 14 años de vida?

A decir verdad, mucho. El problema radica en el tiempo para poder plasmar todo en palabras. Pero no crean que no he hecho nada al respecto. Tengo, como siempre, varios artículos incompletos que están esperando ser completados y publicados; uno de ellos es de esos largos, pero no sé exactamente qué tanto se vaya a extender.

Como siempre, he estado activo en los comentarios, respondiendo preguntas y agradeciendo el tiempo que brindan en escribirme algo. Se aprecian mucho, de verdad.

¿Qué ha pasado durante este tiempo de sequía en el blog? En resumen: mucho y poco. Ustedes perdonarán la ambivalencia de la respuesta, pero no encuentro mejor manera de expresarlo. Pasó septiembre (tuve que editar esta parte porque se supone que iba a salir algo para los 14 años del blog que se cumplieron en ese mes), fui al Tokyo Game Show otra vez, se acabó el verano (para mi desgracia), hice corajes interminables en el trabajo (y en algunos me tragué mi orgullo temporalmante… ya llegará mi momento), y me puse a analizar mucho mi situación actual, tanto como individuo, profesionista, esposo y padre de familia. Podría recopilar todo en una frase sencilla: “tipo de análisis, de proyecciones y de cambios”.

Por lo anterior, he estado desconectado del mundo sin realmente estarlo. Sí, otra vez con la ambigüedad, pero explico: aunque sí estoy al pendiente de las redes sociales y medio leo respecto a lo que me interesa (videojuegos, tecnología, investigación, etc.), sí me he perdido de noticias “serias” o “importantes” de Japón. Creo que estoy más enterado de lo que pasa en México (incluyendo algunos memes) que de lo que pasa a mi alrededor en Japón. Rara vez veo televisión, lo cual no ayuda, y los trayectos hacia y desde el trabajo siguen igual que antes: sesiones de Netflix, videojuegos o libros. Pero cuando alguien me pregunta algo de lo que supuestamente está sucediendo a mi alrededor, no puedo responder al instante.

Por increíble que parezca, no es culpa nada más del trabajo. Cierto es que las responsabilidades en él han aumentado (y sueldo se ha quedado igual, gracias), sino que además de eso es chocar de frente con la realidad por enésima vez, y darme cuenta de detalles que hasta el momento no eran tan importantes pero que poco a poco van cobrando relevancia.

Una de las cosas que decidí hacer fue tener un espacio real en el que pueda relajarme en casa y pueda jugar videojuegos con mi hijo sin tener que “robarle” la televisión a mi esposa. Parece fácil, pero después de meses (por no decir años) de estar ignorando deshacerme de un montón de tiliches que conservaba más bien por flojera y no tanto por nostalgia, desescombrar el cuarto donde tengo la computadora se ha convertido en todo un reto. Ya verán la diferencia una vez que termine, y no crean que no he comenzado: ya se han ido mangas (algunos regalados, algunos vendidos), un montón, pero montón, de panfletos de las películas a las que iba hace 12-14 años, y están por irse muchos CDs también. Tiré el sofá que compré con Emi hace ya muchos ayeres y que nos acompañó durante tantos años y aventuras desde que estábamos en Fukuoka. Ahora, estoy en busca de otro más pequeño, que cumpla ciertas características, y al mismo tiempo estoy en una eterna pelea entre deshacerme de mi escritorio (y que Emi dice es excesivamente grande) y comprar uno más pequeño, o dejarlo ahí y jugar con el poco espacio que me queda en el ya de por sí reducido cuarto. La cuestión es que ese escritorio sí lo necesito (no es por nostalgia), pero debo ser sincero de que es raro cuando realmente me puedo poner a avanzar en mis proyectos personales en la casa, que es cuando realmente aprovecho la mayoría del espacio que ofrece.

Contrario a lo que algunos pudieran pensar, no me estoy volviendo zombie ni mucho menos. Cierto es que pronto (en menos de un mes al momento de que esto salga publicado) voy a cumplir 40 años (hasta acá se alcanzaron a oír los “ruuuuuco” que más de alguno de ustedes dijo o pensó) y que quizá por la edad ya me preocupan más cosas del futuro, siendo el retiro una de ellas, por mencionar un ejemplo. He estado considerando muchas opciones, qué me conviene más, pero todavía no llego a una decisión concreta. Comentaba sobre esta decisión hace poco más de un año durante una tranmisión en vivo en YouTube, y se acerca el momento de tomarla. De ahí que el tono de las cosas se haya vuelto mucho más serio últimamente. No que no hubieran sido serias antes, sino que hay muchas perspectivas y caminos y tengo que enfocarme en las que valen más la pena para mí y para mi familia.

En lo que al blog respecta, no se ha muerto, ni se morirá (al menos no pronto). Parte del proceso de cambio incluye también encontrar ese tiempo que necesito para sentarme a escribir respecto a situaciones que quiero dejar plasmadas aquí. Además, y como mencioné al principio, sigo activo en los comentarios ya que es más fácil responder a una pregunta en concreto que desarrollar un tema para un escrito. Lo que sí les puedo comentar sobre el blog es que el gasto del hosting ya ha comenzado a pesar. NO voy a poner anuncios ni mucho menos. Lo menciono porque quiero que valga la pena el dinero gastado, y eso se logra escribiendo aquí, por lo que estoy usando eso como fuente de motivación para dedicarle un poco más de tiempo a esto. Eso sí, no me es posible regresar al ritmo de escritura que tenía antes de ser padre, pero estoy consciente de que es parte de la adaptación que tengo que hacer.

Sigo vivo, estoy bien, nada más que más pensativo que de costumbre. 14 años después y el blog también está vivo, y todavía hay mucho que contar.