Y nos nevó otra vez

El pasado 22 de enero Tokio vivió una gran tormenta de nieve como no había sucedido en 4 años. “Pero si nieva en Japón, eso no es una gran noticia, ¿o sí?” se podrán preguntar algunos, pero, al menos en Tokio, sí lo es. Explico.

Tokio no es una ciudad en donde nieve mucho. El número de nevadas al año se reduce a 1, cuando mucho 2, y en general la nieve no se acumula como en otros lugares del país, especialmente del norte o del lado del mar de Japón. Por tanto, aun con lo grande y cosmopolita que pueda considerarse, Tokio, en teoría, no necesita prepararse para una gran nevada porque “casi no pasan”. Los problemas comienzan cuando esas grandes nevadas pasan… y vaya que todo se vuelve un caos. Literalmente un “snowcalypse”.

Debido a que la ciudad no está preparada, la nieve hace de las suyas: entorpece el tráfico, hace que los trenes se retrasen o se detengan, y provoca que la gente se caiga, lo que se convierte en lesiones, a veces muy graves. Por esa razón, cuando el reporte del clima avisa que habrá una nevada, las empresas toman medidas como si se tratara de un tifón: permite que los empleados salgan temprano, lleguen más tarde, o en el mejor de los casos que trabajen desde casa, o en el peor de los casos pagan un hotel cercano al lugar de trabajo para que los empleados no tengan problema en llegar a la empresa al día siguiente.

Tenía ya buen rato de no nevar así. La vez pasada la nevada nos agarró regresando de un viaje. Recuerdo que fue un logro caminar de la estación a la casa, y aun en el relativamente corto tramo que tenemos que caminar me tocó ver a varios carros derrapar.

Este año no fue la excepción: además de carros derrapando y gente cayéndose, muchísimas personas tuvieron que esperar hasta 4 horas para poder tomar un autobús o un taxi porque los trenes no se movían. Hubo quienes de plano mejor se quedaron en hotel para evitar el estrés.

Sin embargo, aun con las risas sarcásticas de quienes viven en otras prefecturas donde la nieve es muy común y no causa tantos estragos como en Tokio, dudo mucho que la capital nipona sea la única ciudad en el mundo que sufre por esto.  Lo mejor es siempre estar preparado o resignado: hacerse de otro juego de llantas para el carro es, al menos para muchos tokiotas, un gasto innecesario; hay quienes sí lo hacen, sobre todo aquellos que manejan mucho a zonas montañosas. Pero quienes dependen totalmente del transporte público no tienen de otra más que resignarse y buscar alternativas.

Le preguntaba a mi esposa qué haría ella ante tal situación, y su respuesta fue: “Si veo que los trenes no se están moviendo por más de una hora, mejor me voy a cenar y relajarme, así no me estreso con tanta gente y trenes súper llenos. Y si después de eso no puedo regresar a casa, me quedo en algún hotel y regreso al día siguiente en el primer tren de la mañana”.

Cabe mencionar que en Iizuka (donde viví for 8 años y medio), la nieve tampoco era tan frecuente, pero ciertamente nieva un poco más que en Tokio. Ahí sí tenía cadenas para el carro, pero no desde el principio… tuvo que pasar algo para que las adquiriera, y sí me tocó manejar con mucha nieve, mas no tanto como para decir que soy experto en ello.

Un detalle más: había estado planeando llevar a mi hijo un poco al norte de Japón para que viera la nieve por primera vez. Esta nevada me ahorró una buena cantidad de yenes 😀

Ya va de salida el invierno… ¡Por fin!