Como mencioné en la entrada pasada, desde la semana pasada, y hasta ayer, estuve trabajando a marchas realmente forzadas (léase “como japonés”), y lo más malo es que es debido a problemas causados por alguien más.
No entraré en detalles de esos errores, porque sería meterme en temas muy técnicas, pero sí puedo dejarles como consejo lo siguiente: asegúrense que la persona que hace la toma de requerimientos para un sistema, especialmente uno grande y complicado, sepa lo que está haciendo. Es increíble la cantidad de detalles que te piden que cambies sobre la marcha, y eso de decir algo ahora y cambiarlo por completo a las 2 horas créanme que no deja nada bueno.
En 6 días acumulé 21.5 horas extras. Generalmente no trabajo más de 8 horas diarias, pero la cantidad de errores, cambios y la actitud del cliente obligaron a que el dueño de la empresa me pusiera como líder temporal; en pocas palabras, a arreglar lo que estaba mal.
Lo bueno de todo esto es que voy a descansar un par de días, y los voy a tomar ambos en viernes para hacer 2 descansos de 3 días. Además del pago de horas extras. Pero créanme cuando les digo que no vale la pena para nada trabajar como japonés. Yo estoy prácticamente medio muerto hoy, con dolor de espalda, cabeza y hombros. Mi jefe de plano no aguantó la carga y hoy descansó a fuerzas, pues el cansancio le provocó mareos.
El simple hecho de pensar que la mayoría de japoneses trabajan siempre más o menos a ese ritmo me da escalofrío. Yo paso.
Ya tendré más tiempo de actualizar el blog y de darle la “manita de gato” que necesita desde hace rato.
Aquí seguimos.