Popurrí de fotos (sin ninguna relación)

Para no hacerles larga la historia: otra tanda de trabajo pesada… Un malentendido me hizo perder un día completo. En fin.

Realmente hoy salí de la oficina con la idea de escribir una par de entradas que tengo pendientes desde hace rato, pero tuve algunos contratiempos extralaborales, y aunados con el quehacer que tenía pendiente aquí en la casa (limpiar lo básico y lavar trastes), al momento de sentarme en la computadora me dolía la cabeza, así que decidí que escribiría algo en el blog, pero no sería lo que traía en mente.

Desde hace poco más de un año mi teléfono celular es éste:

Aunque no es la quinta maravilla en cuanto a telefonía celular se refiere, sí tiene buenos specs, además de los clásicos servicios que traen, por lo general , todos los teléfonos en Japón: TV, dinero electrónico, internet ilimitado y cámara (fotográfica y de video). Es precisamente esa cámara con la que he tomado muchas fotografías que se han quedado en la MicroSD Card, y que de vez en cuando subo a Twitpic (mi twitter es @medinamanuel). He aquí algunas de ellas, con una pequeña descripción:

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Los lectores opinan – junio 2010

Como siempre, les agradezco de todo corazón el tiempo que se toman para comentar en este blog. TODOS los comentarios se leen, sin excepción, y casi todos son publicados, excepto aquellos que de plano solo quieren trollear o que son insultos directos.

En este espacio, trato de mencionar algunos de sus comentarios y responder preguntas que hayan sido hechas por allá. Lamentablemente no puedo poner todos en una entrada, puesto que sería enorme y tardaría mucho en terminar de comentar sobre sus comentarios (valga la redundancia).

Sin más preámbulos:

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A propósito del día del padre

Ayer 20 de junio fue día del padre. Muchos amigos ya son papás, pero no tuve la oportunidad de felicitar a ninguno, por lo que aprovecho para enviarles mis mejores deseos, esperando que la hayan pasado muy bien.

Con la situación familiar como está, ayer me puse a reflexionar mucho sobre mi señor padre; intenté llamarle por teléfono pero su celular simplemente no enlazó. Mala suerte.

Quizá para muchos la relación padre-hijo no fue la mejor, mientras que para otros es todo lo contrario. Yo, por desgracia, pertenezco al primer grupo. Podría decirse que comencé a conocer a mi papá hasta después de haberme graduado de la universidad… y es día que todavía no termino de comprender mucho de lo que piensa.

Mi padre se la pasaba trabajando todo el tiempo, acción muy loable, pero que a veces me hacía pensar que usaba el trabajo como escape de la realidad; rara vez convivía con la familia, y a decir verdad era raro cuando estaba en casa… no estaba acostumbrado a su presencia más de 1 hora.

Chapado a la antigua, “Don Manuel” careció de lo esencial cuando se es niño: ser, y comportarse, como uno. La necesidad de su familia lo obligó a trabajar desde los 7 años, hasta la fecha. Siempre pensé que a mi papá el trabajo lo llenaba… pero poco a poco descubrí que no hacía realmente lo que él quería: regresar al mundo de los restaurantes, a ser gerente, al mundo que lo crió, lo formó, y lo mantuvo hasta poco después de que yo naciera. A partir de ese momento, y hasta estos días, ha trabajado en el mundo de los taxis, primero en uno propio, y después, por desgracia, trabajando carros que no son suyos, y soportando durante varios años a diversos patrones a los que simplemente les interesaba más que el carro no dejara de producir dinero en vez del trato hacia los trabajadores que los conducían.

Gracias a que nunca dejó de trabajar, yo pude asistir a la universidad, lo que se convierte en la base de lo que soy y donde estoy ahora, y a donde planeo llegar en el futuro; lamentablemente, ese esfuerzo y sacrificio no lo supe valorar hasta que estuve de este lado del charco, solo, rascándome con mis propias uñas. Formar una familia es muy difícil, no cabe duda, y es una aventura que en algún momento de mi vida me tocará.

Lo malo del asunto es que los años pasan; las formas de pensar cambian, a veces de una forma en la que nadie más entiende, y cuando la personalidad no ayuda mucho a aceptar opiniones externas y errores propios, se forman corazas muy difíciles de romper. Ése siempre ha sido el obstáculo a vencer entre mi papá y los demás miembros de la familia. Prácticamente todo se reduce un problema que tiene sus raíces en la falta de comunicación, pero cuando ya ni las palabras surgen efecto, y menos cuando uno está como a 14,000 kms. de distancia, encontrar una solución se vislumbra muy difícil.

Por mi parte, no hay ningún tipo de resentimiento hacia mi padre y la actitud que siempre tuvo conmigo, pero en este momento sí lo hay respecto a su forma de actuar ante los demás miembros de la familia. No, no dejo de quererlo: es mi padre y eso no cambiará, pero lo que sí me gustaría que cambiara es su forma de ver las cosas; solo de esa manera se daría cuenta de que no está solo como él cree, y asimismo entendería y reforzaría los lazos familiares… lo único qur hay que hacer es aceptar los errores propios. Se dice fácil, pero hacerlo es tan complicado…

Pronto será también su cumpleaños. Espero poderle enviar algo… si tan solo supiera a dónde hacerlo.

Como sea: ¡felicidades papá! Y muchas, muchas gracias por el sacrificio tan grande que hizo para formar a la familia (si es disfuncional o no ya es harina de otro costal).

Housekeeping

Los últimos días han vuelto a estar pesados en el trabajo, y ya mejor ni digo por qué (es obvio). Estoy pensando en convocar a una junta el próximo lunes para detallar los pormenores de lo que se hizo (el viernes es fecha límite, y de esto depende buena parte del futuro de la empresa), y de lo que se tiene que hacer para que no se vuelva a repetir una situación como la actual.

No tiene caso meterme en detalles técnicos, puesto que la gente que me hace el favor de leerme y que no está en el medio de las computadoras ni programación terminaría confundida… solo espero que todo salga bien, porque no nada más depende de mí todo este cambio.

Por el lado familiar, ya ni sé que pensar. Mi señor padre está por cumplir 71 años, y aún así es hora de que todavía no aprende a reconocer sus errores; por lo general esto no sería tan malo de no ser porque su actitud se está llevando también a los demás miembros de la familia y la situación se torna dura, más para uno que está del otro lado del charco…

Se han juntado varios asuntos, y estar un poco resfriado no ayuda mucho; no obstante, no dejo que los problemas me tumben. Tengo mucho que estudiar, mucho por aprender todavía, y también muchos juegos que terminar (estoy a punto de completar Dead Space; primera vez que lo juego y se me ocurrió ponerle en Hard, jeje). Solo espero que termine esta racha para poder seguir moviéndome con mis proyectos.

Aquí seguimos. Les dejo un screenshot de la laptop, justo como la tengo en este momento: usando Xmonad.

Trabajando como japonés

Como mencioné en la entrada pasada, desde la semana pasada, y hasta ayer, estuve trabajando a marchas realmente forzadas (léase “como japonés”), y lo más malo es que es debido a problemas causados por alguien más.
No entraré en detalles de esos errores, porque sería meterme en temas muy técnicas, pero sí puedo dejarles como consejo lo siguiente: asegúrense que la persona que hace la toma de requerimientos para un sistema, especialmente uno grande y complicado, sepa lo que está haciendo. Es increíble la cantidad de detalles que te piden que cambies sobre la marcha, y eso de decir algo ahora y cambiarlo por completo a las 2 horas créanme que no deja nada bueno.
En 6 días acumulé 21.5 horas extras. Generalmente no trabajo más de 8 horas diarias, pero la cantidad de errores, cambios y la actitud del cliente obligaron a que el dueño de la empresa me pusiera como líder temporal; en pocas palabras, a arreglar lo que estaba mal.
Lo bueno de todo esto es que voy a descansar un par de días, y los voy a tomar ambos en viernes para hacer 2 descansos de 3 días. Además del pago de horas extras. Pero créanme cuando les digo que no vale la pena para nada trabajar como japonés. Yo estoy prácticamente medio muerto hoy, con dolor de espalda, cabeza y hombros. Mi jefe de plano no aguantó la carga y hoy descansó a fuerzas, pues el cansancio le provocó mareos.
El simple hecho de pensar que la mayoría de japoneses trabajan siempre más o menos a ese ritmo me da escalofrío. Yo paso.
Ya tendré más tiempo de actualizar el blog y de darle la “manita de gato” que necesita desde hace rato.
Aquí seguimos.