62 años después

Nadie en Japón olvida el 6 de agosto. Hace 62 años, Hiroshima, y el mundo, vieron los efectos devastadores de la bomba atómica.

Lejos de una clase de historia, el museo de Hiroshima en el parque de la paz presenta un panorama realmente triste, y siempre lo recomiendo a las personas que vienen a Japón. Es por detalles como estos cuando me deprimo al pensar que la mayoría de jóvenes quieren venir a este país a visitar Akihabara, Shinjuku, Harajuku, Ginza, y en general, cualquier barrio de Tokyo. Ciertamente esos son lugares divertidos que vale la pena visitar, pero habiendo tanto legado cultural en Kyoto y tanta historia y dolor en Hiroshima y Nagasaki, siento que esos deberían ser destinos casi casi obligados.



Un reloj en el museo antes mencionado. Se detuvo justo a la hora en que cayó la bomba. Es un testigo mudo de la destrucción que sufrió la ciudad en ese tiempo.



Sinceramente no sé cómo se llama este edificio en español. En japonés es 原爆ドーム (Genbaku Dome). El único edificio que quedó en pie después de la bomba. Ubicado a 160 metros del epicentro.



Todas estas son fotos que están en la galería. Las tomé en mi primer viaje a Japón, en septiembre de 2002, o sea, hace casi 5 años.

Este día, la gente de Hiroshima detiene sus actividades por completo a la hora en la que cayó la bomba. Se guarda silencio durante unos minutos, y el primer ministro presenta una ofrenda a las víctimas en el parque de la paz. Por supuesto, es también obligatorio mencionarlo en las noticias.

Insisto: No pretendo dar una clase de historia con esto. Simplemente, hoy, no todos los años, solo hoy, lean un poco de lo que pasó el 6 de agosto de 1945 y vean a lo que podemos llegar si siguen las guerras sin sentido: El exterminio de la raza humana en unos cuantos segundos.

Impaciencia

Aunque no hay necesidad de mencionarlo, todos sabemos que cada uno tiene su límite de paciencia. Algunos soportan muy poco, mientras que otros parece que nacieron para estar enojados de cualquier cosa.

Creo que mi límite es realmente grande, pero poco a poco he comenzado a perder la paciencia ante un suceso que se repite día con día en mi laboratorio.

Hay, además de mí, otros 2 estudiantes de doctorado: Uno de Bangladesh y el otro de China. El de Bangladesh, al igual que toda la gente que he conocido de ese país, es una persona de la que se puede aprender mucho como persona, ya que es humilde, servicial, buen padre, trabajador, en fin. Pero el chino… bueno, no sé decir mucho al respecto: No habla, apenas si responde los saludos, y su japonés es todavía no tan bueno como debiera. No hay ningún problema con todo lo anterior. Lo que realmente me molesta es:

1) NUNCA contesta el teléfono, ni hace el intento por hacerlo. Hay veces en que solamente estamos él y yo en el laboratorio, y si yo me voy al cuarto de al lado (al de las computadoras) y el teléfono suena, tengo que ser yo el que deja de hacer las cosas para ir a contestar, porque si no, él no mueve ni un dedo (me consta). Una vez de plano le dije que él también tenía que contestar el teléfono, pero no me respondió.

2) Esto es quizá lo que me ha sacado de quicio: Ahora en verano, es común en todas partes tener el aire acondicionado prendido (que sinceramente hay veces que no se necesita, pero bueno, países diferentes, condiciones climáticas diferentes y cuerpos acostumbrados de forma diferente. Él llega, prende el aire acondicionado, y está CADA 30 SEGUNDOS con la “garraspera” en la garganta, que a ratos se convierte en tos. Es desesperante, más porque lo tengo casi enfrente, y hay veces en que de plano no me puedo concentrar porque está con su tos y su garganta. Ha llegado al punto de ser insoportable. Lo que no me explico es por qué diantres no va al doctor. De menos, al que tenemos en la universidad que no cobra nada. En serio que parece que no tiene sentido común, puesto que no se da cuenta de que es molesto para los demás, ni tampoco que su salud es primero.

¿Cómo decirle que no se manche? Ni idea. Deberían verlo para que se den una idea, de lo, hmm… ¿cómo decirlo?… “niño” que se ve aun con sus 31 años.

¿Será acaso que me he vuelto mucho más gruñón de lo que ya era y estoy exagerando?

Hoy, otro día en el laboratorio, intentando concentrarme en medio de los “cof cof” y los “gagh gagh” de esa persona..