Longevidad

De un tiempo para acá, Japón se ha caracterizado por tener uno de los promedios de vida más altos del mundo, en especial en mujeres. Para muestra, basta un botón:



El lugar se llama Fukuchi, es un pueblito muy cercano a donde vivo. Ahí radica Minakawa Yone, la persona más longeva del mundo (en este momento): 114 años y contando. La foto muestra un cartel en un puente peatonal en el cual se menciona este hecho.

¿Cuál será su secreto?

Lockers

Hace rato recogí a Emi una fiesta de bienvenida que le hicieron los chicos del club de basket ball de la secundaria, y de ahí nos fuimos a Starbucks a tomar un café, pero no sin antes yo comer algo.

Fuimos a Nogata, la ciudad que sigue de Iizuka hacia el norte. Ahí, en un centro comercial, me encontré lockers. Nada fuera de lo normal: Metes tus cosas, echas una moneda de 100 yenes (10 pesos mexicanos), cierras con la llavae que está incluida y te la llevas. Cuando regresas y sacas tus cosas, tus 100 yenes vuelven a la mano, buena manera de no andar cargando cosas ni gastar dinero. Sin embargo, también hay de éstos:



Son lockers con refrigeración. Están a 5 grados, lo que permite que pongas dentro cualquier cosa que normalmente se echaría a perder en los otros lockers (pescado, carne, comida en general), hagas tus compras o entres al cine y no tengas que cargar con todo. Y si se fijan bien, ahí me veo reflejado tomando la foto con mi celular 🙂

Nunca me tocó ver algo similar en México. ¿Ya hay de éstos por allá?

Harazuru

Hace un par de semanas Emi y yo estäbamos hasta el gorro de trabajo (bueno, de hecho todavía lo estamos), por lo que decidimos agarrar un día e irnos a unas aguas termales naturales, aunque fuera un lugar cercano (de hecho tenía que ser cercano porque teníamos que regresar el mismo día).

Fuimos a Harazuru. No es la primera vez que vamos, pero esta vez yo manejé. Pensé que estaría más lejos, pero está cerca de una de las escuela a las que iba a dar clases de inglés. Se hace aproximadamente hora y media en carro, y aunque suena lejos, ya estoy acostumbrado a esas distancias.



El lugar tiene algo de historia y fama entre la gente de la región. Como se puede apreciar en el mapa, hay muchos hoteles de buena clase, hay también lugares a los que puedes llegar a bañarte nada más, hay lugares donde se puede comer. En fin, todo perfecto para pasar un rato de tranquilidad.

Algo curioso fue que me encontré esta máquina de refrescos, pero en vez de latas, es de botellas. A Emi le pareció curioso, sobre todo porque nunca había visto una coca cola de botella de vidrio. A mí me pareció nostálgico. Igual y como tengo la costumbre de fotografiar máquinas vendedoras de lo que sea aquí en Japón para subirlas al blog, decidí no fallar a la tradición:



De regreso me comí un helado de fresa.

Un momento de quietud entre un montón de cosas que ambos tenemos que hacer.