Solo

Esta semana volví a comprender el significado de esta palabra al darme cuenta de la reducida cantidad de amigos que tengo por acá. A esos amigos los aprecio mucho, de verdad, pero la convivencia o la falta de convivencia diaria me han hecho volver a darme cuenta de la soledad en la que realmente me encuentro. Explico:

Curiosamente, el otro día que estaba en casa de Gilberto sucedió algo que en toda mi estancia en Japón (desde abril de 2003) nunca ha pasado: Sus amigos llegaron a su casa para salir a algún lado por la noche. Regresé a casa y me puse a reflexionar sobre ese suceso, lo bien que me sentí porque Gilberto no está pasando lo que yo, y al mismo tiempo lo mal que me siento porque a mí no me suceden esas cosas. La razón es sencilla: Gilberto, al igual que la mayoría de los extranjeros que conozco, se mueven dentro de un ambiente diferente, uno donde hay otras personas, donde se puede conocer y convivir con la gente. Yo, rara vez estoy en esos ambientes.

Alguna vez estando en México comenté delante de mis compañeros de la universidad que, salvo el grupo de Apoteosis, personas a las que siempre tengo en la mente y que tengo la fortuna de conocer desde la preparatoria (a la mayoría), sentía como que por fin tenía amigos. La universidad me enseñó mucho, no solo sobre mi especialidad, sino sobre la vida, la importancia de la convivencia y el sentido de la amistad. Gente como Beto (Alberto Chávez Sánchez, aunque sé que no lee este blog), compañero de la universidad y padre de familia desde que lo conocí en ese entonces, tiene todo mi aprecio y mi respeto, tanto por sacar la carrera y mantener una familia, como por la lección que me dio aquella tarde de octubre de 1996, que hizo que mi visión de la vida cambiara; Omar, ni se diga: Uno de mis mejores amigos en la universidad (y hasta estos días lo sigue siendo) y prácticamente mi maestro en el arte de la programación. Él, junto con Nadia, chica preciosa que también fue mi compañera, se esforzaron al máximo durante 4 años por cambiarme, porque dejara de ser el sangrón, pedante y chocante que fui hasta la época de preparatoria. Juan José Sandoval (Magic), que me ha extendido su amistad desde siempre y hasta hace poco la supe valorar de verdad (algo que realmente no me enorgullece decir)… En fin, a todos y cada uno los de mi grupo, todos los que no menciono aquí… La universidad ha sido, hasta el momento, la mejor época de mi vida socialmente hablando.

Mi estancia en Japón no ha sido desagradable, al contrario, la he disfrutado mucho. He conocido nuevos amigos, pocos, pero muy valiosos. Sin embargo, poniéndome a pensar detenidamente, no tengo amigos japoneses (hombres). Amigas japonesas tengo muchas, muchísimas (y no es por presumir), y solo son amigas, nada de otra cosa. ¿Entonces, de qué me quejo? Primero, de que aunque conozco a mucha gente, algunas personas muy importantes, esas relaciones son más “serias”: Relaciones de trabajo, políticas, etc. Son pocas las relaciones que tengo más ligeras, más de convivencia, más de relajo. Segundo, que, aunque no quiera hacerme menos, en muchos de los casos soy excluido de muchos eventos por diversas razones, entre las que podemos mencionar mi edad y mi “grado escolar”. No es que los japoneses no convivan con alguien que no sea de su misma edad, pero entrar en un círculo en donde todos son menores que tú es una tarea complicada, y se vuelve casi imposible si no tienes a nadie conocido ahí dentro. Y aún cuando sea aceptado, será muy difícil romper ese respeto a los mayores (aunque suene a chiste para muchos), puesto que estoy en el primer año de un doctorado, y el hecho de que esté en un grado superior, aunque sea solo un semestre, debe ser respetado bajo los estándares japoneses. Tercero: Hablar japonés fluidamente es una ventaja que tengo ante muchos otros extranjeros, y no lo presumo, solo lo menciono, pero normalmente los extranjeros vienen y tienen 6 meses exclusivamente de clases de japonés, y eso es, como ya referí antes, un lugar en donde puedes conocer gente, convivir y hacer amigos. Yo no tuve esos 6 meses, y por mi avance en mi proyecto y por lo que había estudiado de japonés antes de venir a este país, realmente no lo siento, pero si lo vemos desde el punto de vista de las relaciones sociales, posiblemente sí me hizo falta.

Algunas personas me han sugerido que expanda mis actividades, pero hacerlo implicaría que tengo que dejar de hacer otras que me gustan. Sería un sacrificio, pero creo que tendré que hacerlo. El Kyudo me gusta mucho, y aunque tengo meses sin pararme al dojo, es una actividad que quiero continuar, en lo que me quiero hacer bueno. ¿Problema? No es lugar para conocer amigos. Hay demasiada disciplina dentro y la relación superior-inferior es obviamente de ley. Entonces, para relaciones sociales queda descartado. ¿Bares? No tomo alcohol, pero aún así los frecuento precisamente para conocer gente, pero por lo general a las personas que conoces ahí rara vez las vuelves a ver o rara vez surge una relación distinta.

La falta de lugares para relacionarse es lo que me hace complicado poder tener una novia. Ya tuve una novia japonesa, fue muy lindo el tiempo que duró, pero las cosas finalmente no se dieron y terminamos. De eso hace ya tiempo. Además, no sé por qué todo mundo dice que tengo “pegue” con las chicas, porque realmente yo no lo creo. Comentarios como “Tú puedes tener novia fácilmente” o “¿Cuántas novias tienes?” o “Tú lo puedes todos, conseguirte una novia debe ser muy fácil para ti”, por nombrar solo algunos, han llegado a irritarme, porque la gente los dice sin conocer la situación en la que me encuentro. Una maestra de japonés casi no puede creer que no tenga novia en este momento, pero al explicarle la situación dice que me comprende, y la solución que propone es precisamente entrar a un círculo diferente, pero concuerda en que será difícil ser aceptado por las razones arriba expuestas…

¿Qué me queda? Seguir viviendo como hasta ahora. A veces me llega la nostalgia y la soledad se resiente y mucho, pero trato de disfrutar cada segundo que estoy en este país, porque, bien o mal, aquí he podido desarrollarme como yo he querido, y eso es algo que México nunca me dio ni me dará jamás. No soy malinchista y quiero mucho a mi tierra, pero la situación de México es deprimente, y no nombremos a la familia por favor.

Y que no se malinterprete: A los pocos amigos que tengo por acá, los aprecio y valoro muchísimo. Y todos los que tengo en México son parte invaluable de mi vida, porque aunque esté lejos, aunque casi no hablemos, tengo el honor de ser considerado como su amigo, y tengan por seguro que siempre los considero de la misma manera.

Y a todas las personas que he conocido por medio de este blog: Muchas gracias. Sus comentarios de aliento, sus correos para preguntarme algo o para saber cómo estoy, son también invaluables, porque aunque no nos conocemos, de alguna manera están al pendiente de lo que me está pasando aquí. Lo agradezco infinitamente.

Por lo pronto, a ir al cine a ver Superman.

Muy cierto

La siguiente es una transcripción de un artículo incluido en la revista mensual gratuita Fukuoka Now. Es una publicación principalmente dirigida para los extranjeros que viven en Fukuoka. El texto está en inglés y preferí no traducirlo. Refleja un hecho muy cierto que se vive a diario por este lado del mundo, a la que siempre me enfrento. Es realmente molesto que la gente crea que, por ser extranjero, no sabes japonés, pero todo es gracias a las personas que menciona el artículo.

Aunque no es de mi autoría, quisiera dedicar esta transcripción a ciertas personas:

* A cierta persona que me dijo que si pasaba el nivel 1 del examen de habilidad del idioma japonés sería un churro. Lo presenté y lo pasé. ¿Churro? El día que quiera le puedo enseñar gramática japonesa que en su vida ha visto.
* Al tico, aunque últimamente ya está estudiando más y eso me da mucho gusto.
* A Omar, para que corrobore todo lo que he le dicho sobre aprender japonés desde que estábamos en la universidad.
* Aunque jamás en su vida lo vaya a leer, a un investigador de la India que tiene más de 6 años de vivir en Japón y no sabe más que el japonés para saludar.
* A varios conocidos extranjeros que consideran que aprender japonés es una pérdida de tiempo.
* A los lectores de este blog que están estudiando o tienen inquietud por estudiar japonés.
**You don’t say**
by __Evan Kirby__ (British, Japanese School Owner / Technical Writer)

If you live in Japan but don’t speak Japanese, then you’re the one who’s been causing me all these problems. Let me explain: Every time I go into a McDonalds, they flip the menu over to the English side before I reach the counter, and the staffer prepares to try to take my order through sign language. This isn’t for me: I speak Japanese. No, they’re not doing this because of you, and it annoys the hell out of me! That’s just the start of it. Public employees don’t accept that I can speak Japanese, and insist on trying to communicate in English, despite it obviously being their first time since junior high school. Almost every time I meet someone new, one of the first questions they ask is, “So you’re an English teacher, right?” I’m not, and I resent this assumption of my job based on my skin color.

The reason for all these assumptions is the same: The large number of foreigners in Japan who don’t learn the language of the country they live in. Stereotyping all of us based on this is a natural result. That’s why I think all foreigners living or intending to live in Japan for more than a year have a responsibility to learn Japanese. Of course, many people every year come to Japan becasue of a love of the country and culture, and make every effort to master the language as quickly as possible. If you’re one of those people, good for you. But this article isn’t about you. This is about the rest of you, the ones who haven’t learned Japanese yet.

So why is it that some people can survive without being able to communicate with the vasy majority of people in this country? Well, Japan is pretty easy to live in, with convenience stores galore. Also, people often fall into the pattern of spending most of their spare time with other foreigners, rather than Japanese friends. But in large part, Japanese people themselves are to blame, for their damningly low expectations. It’s almost comical how quick people are to to praise: A one-word reply in Japanese will often have people telling you “Ojouzu desu ne!” (**Su japonés es muy bueno**). Japanese people generally don’t expect that foreigners (at least, non-Asian foreigners) living in Japan will speak any Japanese at all. Consider how different this is to most English-speaking countries: Immigrants are expected to learn English as quickly as they can. In Japan, lack of external pressure from society to improve makes it easy to be lazy. So why should you put in the effort? Well, it’s always nice to exceed people’s expectation of you, for one thing. But more importantly, not speaking Japanese means you greatly reduce your opportunities, both professionally and personally. If you met a Japanese person in your home country, chances are you wouldn’t think to ask, “So you’re a Japanese teacher then, right?” But enough foreigners in Japan are English teachers that it becomes the obvious stereotype. And the reason is obvious – if you can7t speal Japanese fluently, the only jobs possible use English. If you have aspirations to a career in anything that doesn’t involve the words “repeat after me”, you’d better start studying. And in your personal life, not speaking Japanese vastly reduced the number of people you can ever call you friends. More than that, it reduces your ability to participate in society. While few people claim total immersion as the ultimate goal of their stay in Japan, you miss out on too much by not speaking the language, whether it’s the best place to eat bee larvae (!) or which onsen (**Aguas termales**) really keep the water clean.

So what are your options? First of all, giving up is not an option: No-one is incapable of learning Japanese. If you can speak English, you’ve already proven your ability to learn a language (And for the teachers amongst us, there are few things more ironic than explaining the importance of learning English without bothering to learn Japanese yourself!). If you’re one of the people who “tried it, couldn’t do it”, then you used the worng method. Try taking classes, and put yourself into situations where inability to speak Japanese will cause problems for you. Comfort breeds laziness; necessity (and embarrasment!) can be great motivators. Be the only foreigner at a local club – your local community center should have a long list of available ones, including sporting groups. Tale an interest on local news. Make friends who don’t speak English, and work hard to keep them. Set goals for yourself. The much-maligned Proficiency test, held in December every year, can focus your studies clearly. Attending weekly Japanese language classes structures your learning and focuses your skills.

Of course, learning Japanese isn’t going to fix all of your problems, or eliminate the ingrained attitudes of Japanese people toward foreigners. But it certainly can’t hurt, except when you’re tyring to avoid the NHK guy (**La cadena nacional de radio y televisión NHK intenta convencer a la gente de pagar unos 20 dólares mensuales por ver TV, y alegan que es ley, lo cual es falso. Una forma de evadirlos es hacerles entender que no hablas japonés, a lo que ellos solo pueden responder dejándote un folleto en inglés para que lo leas y vuelven a pasar a tu casa a la semana.**). The most important thing is to not give up. Your enjoyment of your time here depends on it, of course. But, more importantly to me, so does mine!