Tuve un sueño y en él soñaba que…

La vida era bella, que la competencia no existía, que los sentimientos puros valían más que todo el oro del mundo, que la diversión sana existía, que se podía confiar en la gente.

Era bello soñar, porque dentro del sueño de mi sueño conocí a tanta gente, y me trataban con respeto, pero sin ningún rencor ni resentimiento. Los títulos no existían, simplemente los nombres, y cada uno tenía un nombre único, nunca había repetidos, simbolizando la libertad y al mismo tiempo la inexistencia de la avaricia, ya que nadie deseaba lo de otro, y todos tenían algo diferente, algo que los hacía únicos y especiales.

Cada uno tenía su pareja, pero no era predestinada, sino que una vez que se formaba, era sólida, estable, sencilla. Nunca había alguien que se quejara por falta de cariño o de atención, porque siempre sobraba.

El aire era puro, y la tierra fértil, todo precioso. Quienes lo desearan, podían ascender hasta las nubes y pasear por los campos blancos que se formaban encima, como una gram masa de algodón reunido en un solo lugar y con ese propósito.

El amor se declaraba en cualquier lugar, y cada vez que uno nuevo nacía, ese lugar se llenaba de vida: Su paisaje cambiaba eternamente, quedando como prueba irrefutable de que ahí había comenzado algo que había que durar por siempre.

Tuve un sueño donde soñaba, y todo era perfecto… pero tuve que despertar en mi sueño solo para darme cuenta de que estaba soñanado. Tuve que abrir los ojos y entender que estaba soñando que soñaba…

Pensamientos de un domingo a la 2:55 am, recordando y celebrando un suceso hermoso, y deseando que, al menos mi mundo, se asemeje un poco a ese sueño.

Dedicado para alguien que, con algo de suerte, algún día leerá.

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