Lavarse las manos

Antes que cualquier otra cosa, debo aclarar que lo aquí escrito está basado en mi experiencia y en la de algunas personas a las que les pregunté. No es una generalización ni una situación exclusiva de Japón. La presento porque aquí me he percatado de ella, pero me imagino que también existe en otros países.

Cualquiera podría pensar que lavarse las manos después de ir al baño es una acción lógica, que se debe realizar sin mayor conflicto ni pretextos. “Lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño” era la frase con la que la gente de mi generación (al menos) se encontraba siempre en televisión, radio, escuelas, y en la voz de los propios padres. Para mí es normal que ni siquiera lo pienso: vas al baño y después te lavas las manos. No hay discusión.

Sin embargo, seguro se podrán imaginar la sorpresa que me llevé cuando comencé a ver a hombres que entran al baño y salen sin siquiera tocar el lavabo. Insisto: seguramente también hay gente así en otros países, pero yo me di cuenta de este fenómeno acá en Japón, y desde que lo hice, no me cabe en la cabeza que no lo hagan. Y no estoy hablando nada más de alguien que entra a orinar, sino también de aquellos que entran a defecar, descargan toda su ira, se limpian y salen del lugar como si nada hubiera pasado. En mi caso, no hace falta ir a algún lugar en especial para ver la situación, sino que la presencio con frecuencia en el baño de mi trabajo, pero veamos.

Buscando información al respecto, se pueden encontrar varios sitios que citan estudios o encuestas que muestran el porcentaje de japoneses que no se lavan las manos. Las ligas siguientes están en japonés, pero las pongo como referencia de cualquier forma:

  • Este artículo de 2015 hace énfasis en un comentario que Hitoshi Matsumoto hizo en el que constata que él casi no se lava las manos al ir al baño, ni siquiera cuando defeca.
  • Este artículo de 2014 habla del tema, y menciona que uno de sus reporteros estuvo observando por una hora el baño de una estación de tren y de 128 personas que lo usaron, 88 no se lavaron las manos.
  • En este artículo de 2017 se menciona un estudio realizado por el Departamento de Asuntos del Consumidor, en el que de 2000 personas el 15.4% dice no lavarse las manos despues de ir al baño.
  • Aquí un artículo en inglés que muestra estadísticas sobre los hábitos de japoneses al ir al baño.

Las razones que la gente da para no lavarse las manos son varias:

  • No hay jabón en algunos baños públicos.
  • Son mis partes. No están sucias.
  • Tengo una técnica para que mis manos no toquen mis genitales cuando voy a orinar.
  • No es que las manos se llenen de orina o excremento.
  • Da flojera tener que lavarse las manos.
  • Las manos se maltratan.

¡Ah! Pero esto no es todo. Hay gente que dice que sí se lava las manos cuando en realidad lo único que se lavan son las puntas de los dedos, solamente con agua, y por espacio de uno o dos segundos cuando mucho. En serio. ¿Porcentajes? Ni idea, pero es fácil ver esto en cualquier baño público. De nueva cuenta: lo veo en mi trabajo todos los días también, y de vez en cuando en el baño de la estación. De hecho, varias veces me ha tocado ver a la misma persona entrar a orinar, usar las dos manos, ir al lavabo, lavarse nada más la punta de los dedos de la mano derecha por un segundo, ir a donde está la secadora y meter los dedos por dos segundos y salir… Y ni les cuento de otros baños públicos.

Intenté buscar un video que mostrara lo anterior, pero no tuve éxito. Encontré, no obstante, un apartado de comentarios en el periódico Yomiuri en el que una persona se pregunta por qué hay gente que nada más se lava la punta de los dedos cuando va al baño. y desencadena una serie de comentarios al respecto.

Ahora bien, no es que el gobierno o las instituciones de salud no promuevan lavarse las manos, sino todo lo contrario: se hace énfasis en la forma correcta de hacerlo así como su importancia, sobre todo en cuanto a prevención de enfermedades. Hay lugares como éste (dibujos, pero por si las dudas consideren que es NSFW) en el que se muestra de forma gráfica el equivalente de algunas acciones si no se lavan las manos.

Personalmente, es difícil ignorar a la gente que no se lava las manos una vez que te das cuenta de que sucede. Me importa menos (pero no dejo de sorprenderme) cuando se trata de un baño público y de gente que no conozco, pero cuando es en el trabajo definitivamente no lo puedo creer. Olvídense del contacto físico (como darle la mano a alguien), pero cuando ves que alguien que no se lavó las manos (o que lo hizo simbólicamente con la punta de los dedos) entrega documentos, usa el teclado de alguien más, usa el microondas, y en general toca algo que otros también tocarán, no puedes dejar de pensar en lo que sus manos pueden traer, y miren que yo no soy de los que me asusto o me importa mucho que algo esté sucio, pero hasta yo tengo mis límites. Ni siquiera cuando de verdad no hay jabón en los baños públicos se la paso; al menos hay agua :/

Mi esposa también me cuenta que hay mujeres que tampoco se lavan las manos después de ir al baño. Obviamente no lo puedo corroborar :P, pero no me extrañaría que la situación fuera exclusiva de varones.

Hace unas semanas, un usuario de reddit preguntó en r/mexico algo referente al tema en cuestión. No esperen muchas respuestas serias ahí, pero muestra precisamente lo mencionado arriba de que el problema no es exclusivo del país del sol naciente.

Y ustedes, ¿se lavan las manos después de ir al baño?

El cuarto piso

Ya valió madres…

Ustedes perdonarán lo “florido” de la expresión que encabeza este escrito, pero no pude encontrar una que describiera mejor el sentimiento.

Es una tarea titánica resumir lo que ha pasado en una década, sobre todo en una vivida completamente en un lugar tan diferente al del país que te vio nacer y crecer, así que me centraré en lo más importante: decirles que si se les vuelve a ir la pelota a mi jardín ya no se las voy a dar 😛

¡Ah! Qué tiempos aquellos en los que la vida era nada más llegar de la escuela, hacer la tarea y salir a jugar con los de la cuadra, sin importar el riesgo de volar la pelota al jardín de algún vecino y andar buscando forma de recuperarla sin tocarle. Ya llovió, lo sé. Pero regresemos al tema para no mostrar tan descaradamente mi lado senil.

Cuando cumplí 30 años estaba en Guadalajara de viaje justo después de haber ido a una conferencia en el Estado de México. En ese entonces no le di mucha importancia a la fecha puesto que estaba más preocupado acerca de si me podría graduar del doctorado a tiempo o no. Afortunadamente me salió el certificado en una caja de cereal y ¡terminé! (o mejor dicho, me obligaron a terminar). No obstante, aun con el estrés de esos días y la incertidumbre de no saber qué hacer después, el día a día era más fácil. La vida en Iizuka era relativamente tranquila, y después de 5 años de haber vivido ahí me había acostumbrado a lo lento que transcurrre el tiempo ahí.

Ahora que cumplo 40, mucho ha cambiado. Dejando de lado la parte física (arrugas, menos pelo, más dolores musculares, etc., etc.), la pasada década fue de cambios intensos en mi vida y en mi forma de pensar… y en la cantidad de horas que puedo dormir al día. Resumiendo:

  • Dejé la zona de confort llamada “Iizuka” y me lancé a la aventura llamada “Tokio”, lo que profesionalmente hablado ha dejado resultados mixtos.
  • Me amarré casé.
  • Viví en carne propia lo que es estar a punto de perder toda la esperanza por culpa de un trabajo, o mejor dicho, de un jefe totalmente inepto y déspota.
  • Me convertí en padre.
  • Visité por primera vez Europa. Me falta nada más tocar tierra en África para haber visitado “los cinco continentes”.
  • Aprendí a tirar el orgullo con tal de ver caras felices (que valen totalmente la pena).
  • Asistí a mi primer EVO.
  • Conocí gente que en la vida pensé que podría hacerlo.
  • Aunque recientemente con intervalos de inactividad por razones obvias, seguí escribiendo el blog, y gracias a él, he podido conocer  (en persona) de México y otros países.

Cuando estás más joven, te llegas a preguntar cómo las personas de más edad dejan de hacer cosas, se vuelven “aburridas” y se la pasan hablando la mayor parte del tiempo de lo mejor que eran las cosas antes. Disfrutas pensando que a ti nunca te va a pasar, que tú vas a ser cool, la excepción a la regla cuando llegues a esa edad. Y lo curioso es que lo sigues pensando sin darte cuenta de que, poco a poco,  esos cambios se van dando y es muy probable que tú no los percibas, pero puedes estar seguro de que la gente que convive contigo sí. Cuando menos lo piensas, llegaste a una edad que veías lejana, y aunque sí, es cierto que eres diferente y que no caíste en todos los estereotipos de los que alguna vez te quejabas, también lo es el hecho de que muchas de esas características y comportamientos se volvieron parte de ti, no porque tú lo hayas querido, sino que se fueron acoplando a las situaciones que viviste y a las decisiones que tomaste.

Concretamente hablando de ser un mexicano en Japón, no ayuda tampoco el estar entre dos culturas y tratar de estar al tanto de ambas. La gente con la que crecí y era (o sigue siendo) mi amiga, también ha cambiado con el paso de los años, pero a ellos les afectaron sucesos y experiencias diferentes que los que a mí, y por ende no podemos estar en sintonía como lo hacíamos antes. Lo mismo pasa con la familia y hasta con el mismo lugar de nacimiento: todo lo quieres ver como lo dejaste o quieres tratar a la gente (o quienes que te traten) basado en lo que tú has vivido. Obviamente no se puede.

Todo se oye muy dramático, y hasta parece que ya estoy “chocheando”, pero no (al menos no que yo sepa :P). Simplemente quiero entrar en esta década con la mente clara, con plena identificación de lo bueno y lo malo, tanto para disfrutar lo primero como para combatir lo segundo. Y quizá para algunos parezca exagerado o todavía muy rápido, pero es buen momento de ir pensando sobre el legado que quiero dejar, y en general, del futuro a largo (aunque ya ni tanto) plazo. Se vienen decisiones muy pesadas, y no les voy a mentir cuando les digo que seguramente en más de alguna voy a sufrirle, pero no todo será malo, yquiero ese sufrimiento y esas bondades que las decisiones van a traer consigo sean recibidas de la mejor forma posible. Ya no nada más es para mí, ahora soy el arquitecto y director de una familia, y debo considerar todo como tal. Nunca aceptar lo que venga, o “el destino”, sino trabajar para llegar a él y para cambiar las circunstancias que, en este momento, no son buenas. En resumen: debo aprender a amalgamar la mente que tenía hace más de 15 años cuando recién vine a Japón con la mente de ahora que soy padre y jefe de familia, con el “extra” de serlo en un país tan diferente al mío.

Y bueno… después de los párrafos anteriores donde me estoy cortando las venas con galletas de animalitos mientras nieva y hay música de violines acompañando, hay que celebrar que llegué al cuarto piso. No, todavía no quiero mi cocol (pero ya se antoja). No habrá fiesta ni nada parecido ($$$), mas espero al menos darme el gusto de comer algo rico hoy.

Una última cosa: seguirán ganando puntos malos si me hablan de usted. Los acusaré directamente con Santa Claus, el niño Dios, los Santos Reyes o quienes sean que les traigan juguetes en Navidad 😛