Habemus nuevo Dragon Ball Kai

Antes de que se me pase, y aunque sé que muchos ya lo saben, pero no puedo dejar de mencionarlo.

El domingo pasado (6 de abril) comenzó en Japón la nueva parte de Dragon Ball Kai. Sip, es decir: Dragon Ball Z, la parte de Majin Buu, sin los fillers, todo al grano, y en gloriosa alta definición.  ¿Necesito decir más?

Nuevo opening:

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=gY2iNfG7D7U[/youtube]

Lo “bueno” (?) de esto es que, como es a las 9 am, y One Piece le sigue inmediatamente a las 9:30, me “obligará” a ver la segunda. A ver qué tanto ha avanzado desde la última vez que le puse atención.

11 años – El tiempo vuela

Dicen que cuando te diviertes, el tiempo pasa volando. Aunque no puedo decir que este año fue pura diversión, realmente sí sentí que el número once llegó muy rápido.

Como pudieron notar, el blog estuvo sin contenido nuevo por espacio de 3 semanas. Comencé una entrada nueva, pero la dejé a medias, y es hora de que todavía no termino de editarla. Se me juntaron un buen de cosas a finales de marzo, y hasta ahora me pude sentar y tener tiempo para mí… lo cual no es bueno, porque siempre debo de hacer tiempo para lo que me gusta.

En fin. En el último año he visto muchos casos de odio/amor hacia Japón por parte de extranjeros. Como ya saben, cada quien habla de la feria como le fue en ella, y aunque es cierto que los comentarios positivos son mayoría, los negativos llaman mucho la atención. Mención especial a los que denuncian racismo por acá, aunque lamentablemente es algo a lo que nos tenemos que enfrentar (nada más intenten rentar un departamento por acá…).

Tenemos el caso del equipo Rojos de Urawa, quien por poner un letrero de “Japanese Only” en una entrada del estadio le costó un juego a puerta cerrada; también el caso de un restaurante que niega la entrada a extranjeros argumentando “falta de modales”… No son situaciones nuevas, pero ahora están sonando mucho más porque contrastan con el famoso O-MO-TE-NA-SHI que Japón “vendió” para que Tokio obtuviera los juegos olímpicos del 2020.

En lo personal, la policía me paró 2 veces (nada nuevo), lo curioso fue que una de ellas fue en la estación de la casa, lo cual sí me sorprendió. A final de cuentas no pasa de una inspección de rutina, y luego una mini charla sobre México, etc., etc. Me tocó también pagar la renovación del contrato de la casa, lo cual me dejó en la quiebra en marzo. Explico:

En Tokio (y no sé si en otras partes de Japón, pero en Iizuka nunca me tocó algo similar), los contratos de renta de casas son por 2 años, y cuando expiran, hay que renovarlos, lo que significa que hay que pagarle a la agencia inmobiliaria la módica cantidad de un mes de renta nada más de la pura molestia. O sea, 2 meses de renta en uno. DOUBLE COMBO. Ni modo. No puedo decir que no estaba preparado, pero de todas formas, sí pega.

También tenemos que ya pagamos más IVA (conocido acá como 消費税, shouhizei, impuesto al consumo): de pagar 5%, ahora pagamos 8%. Todo subió de precio; minúsculamente, pero subió. Fue divertido ver a cantidades industriales de personas haciendo compras “de último minuto” antes de que el impuesto subiera: Súper televisiones de 60″ para arriba, carros, el súper de un mes… ustedes saben: #FirstWorldProblems

Pero quizá lo que más puedo comentar de este último año que he estado por acá es que me hizo despertar en varios sentidos, y al mismo tiempo, me hizo recordar por qué estoy aquí y por qué me gustó y me sigue gustando) Japón… pero también resaltaron los aspectos negativos (que varían de persona en persona), y al final todo queda en una balanza que hay que saber nivelar.

Hace un par de semanas platiqué (después de fácil unos 5 años) con uno de mis mejores amigos en México, y la plática y sus comentarios me ayudaron a despejar un par de dudas que tenía respecto a mí mismo y a la situación que me ha tocado vivir de este lado del mundo desde que llegué a Tokio. Fue una plática refrescante, porque él es uno de los que me conoció desde la prepa, y por tanto sabe por todo lo que pasé para llegar a este lugar y hacer lo que vine a hacer, y fue precisamente lo que mencionó. Creo que tener tantas cosas en la mente, aunado con mi personalidad de NUNCA estar conforme con nada, me nublaron la vista y me hicieron dudar de lo que viene. Por fortuna, parece que la costa se aclara y que el barco vuelve a tener rumbo.

El año pasado, cuando cumplí 10 por acá, hice un recuento de lo que había vivido durante ese tiempo en Japón. Ahora, teniendo 11 años aquí, y 2 años y medio en Tokio, tocó hacer un resumen de lo que este año me ha traído.

Tengo un buen de chismes que contar, pero lamentablemente algunos tendrán que esperar, tanto por discreción y respeto hacia algunos colegas, como por precaución. Todo a su tiempo. Sólo espero que este año ese tiempo no me vuelva a dejar como novia de rancho. Ya hace falta que nos reconciliemos.

11 años… Cada día después de haber obtenido el doctorado es un nuevo récord, porque nunca me pasó por la mente de que estaría todavía aquí en 2014.

Kioto, de pisa y corre

La semana pasada me mandaron del trabajo a Kioto, justo como sucedió el año pasado.

La última vez que fui a Kioto de paseo fue hace 4 años, cuando todavía vivía en Fukuoka. Fue la primera vez que experimenté viajar en un autobús nocturno en Japón, y aunque es muy barato, comprendí que no aguanto uno de esos más de 4 horas.

De trabajo fui el año pasado también, aunque a otra área de la ciudad. Esta vez, me tocó muy cerca de Nara, por lo que el hotel fue reservado en esa prefectura.

 

En sí lo que hay que hacer de trabajo no tiene gran ciencia, pero el problema es que a veces la comunicación entre la empresa y el lugar a donde voy (por lo general universidades) a veces no es la adecuada y se genera caos y hasta pequeños conflictos con los encargados del lugar.

A fin de cuentas todo terminó bien, y el segundo día tuve oportunidad de ver a una amiga que solía vivir en Iizuka pero ahora está en Kioto. Primero, fui yo solo al 建仁寺 (Kenninji):

Continue reading “Kioto, de pisa y corre”