Trayer-srg: Trayer con soporte para varios monitores

Algo rápido, mientras termino el post de los años maravillosos:

Para quienes usan manejadores de ventanas como dwm o XMonad, existen programas que proveen barras de sistema estilo Gnome o KDE. Los 2 que conozco son stalonetray y trayer. Ambos tienen sus pros y contras.

En lo personal, comencé usando el primero, pero terminé yéndome al segundo por simplicidad. No obstante, trayer tiene un problema: en configuraciones de más de un monitor, el edge left o right se identifica con la parte izquierda del monitor más a la izquierda o la derecha del monitor más a la derecha. Es decir: no es posible poner la barra en un monitor determinado.

Intenté de todo. Las posiciones verticales se pueden arreglar nivelando la parte baja de todos los monitores con algo como xrandr y aritmética básica, pero las horizontales nada más no.

Aquí es donde entra trayer-srg: un fork del programa original que, además de pulir el código, añade funcionalidad, y entre ella, está la opción de especificarle en qué monitor queremos que la barra salga.

Así, mi .xsession queda de la siguiente forma:

# Win Key in HHK2
xmodmap -e "keycode 49 = Super_L"

# Fonts
xset fp+ /usr/share/fonts/truetype/android
xset fp+ /usr/share/fonts/truetype/windows

# Monitor settings
xrandr --output DFP1 --mode 1680x1050 --primary --output DFP5 --mode 1280x1024 --right-of DFP1

# Background
feh --bg-scale `cat /home/mmedina/.xmonad/background`

# Systray (using trayer-srg)
trayer --edge top --align right --width 100 --widthtype pixel --height 14 --SetDockType true --SetPartialStrut true --monitor 0 --transparent true --tint 0 --alpha 0 &

# Let's go!
exec xmonad

En cuanto a la status bar, anteriormente puse los scripts que ejecuto. Sin embargo, en el trabajo simplemente corro xmobar con la siguiente configuración (no le he movido la gran cosa):

    Config { font     = "-misc-fixed-*-*-*-*-10-*-*-*-*-*-*-*"
           , bgColor  = "#000000"
           , fgColor  = "#BFBFBF"
           , position = Static { xpos = 0, ypos = 0, width = 1580, height = 14 }
           , lowerOnStart = True
           , commands = [ Run  Date "%H:%M:%S * %a %b %_d %Y" "theDate" 10
	     	      	, Run Memory ["-t", "Mem: <usedratio>%"] 10
                        , Run Swap [] 10
                        , Run Cpu ["-L", "3", "-H", "70", "--normal", "green", "--high", "red"] 10
                        , Run StdinReader]
           , sepChar  = "%"
           , alignSep = "}{"
           , template = "%StdinReader% }{ %cpu% - %memory% %swap% <fc=#FFCC33>%theDate%</fc>"
           }

 

El resultado (click para agrandar):

statusbarXmonad

Cierto es que puedo ponerle más funciones a XMobar, o incluso configurar Conky con dzen2 (que me llama más la atención), pero me acostumbré a tener la barra así en el trabajo. En una chance me pongo a jugar para ponerle más monerías.

La basura de unos, el tesoro de otros

Yo estaba con la idea de que ya habia escrito al respecto, pero revisando me llevé la (no muy grata) sorpresa de que no era así. Arreglemos eso:

Para muchos, es una leyenda urbana, una serie de anécdotas que corren de boca en boca pero que a algunos no les toca: encontrar objetos totalmente funcionales en la basura en Japón.

No. No hace falta ser pepenador para encontrarse con algo que valga la pena; a veces es cuestión de suerte, otras de saber dónde buscar.

Durante los años que he estado por acá, he visto a varios amigos recogiendo diversos objetos que, a veces sin nada de cuidado o arreglo especial, operan a la perfección. Mi experiencia va desde esquís, hasta computadoras y servidores. Sí: gente ha armado computadoras o servidores de archivos con partes que encuentran en los tiraderos de las universidades.

A mí, quizá lo que mejor me ha tocado es un carro. No miento: el primer automóvil que tuve acá fue un regalo de un chino que tenía que deshacerse de su auto porque se mudaría a Tokio y compraría otro más grande. Supe de la oferta y acepté gustoso, pero esto lo detallaré en otra entrada.

En abril pasado, después de regresar de las compras de la semana un domingo por la tarde, vi en la basura una caja que llamó inmediatamente mi atención: un Playstation 2. Al principio pensé que era nada más la caja, pero el corazón gamer me llevó a acercarme y a abrirla. Mi sorpresa fue grande al ver que la caja tenía un PS2 de los Slim (el último modelo que salió), un control, y al lado tenía como 5 juegos, cada uno con su respectiva caja y manuales. Los revisé, y me percaté de que los discos no estaban dañados. Si el PS2 no hubiera estado en la basura, lo que normalmente se hace en estos casos es llevarlo a la policía para que ahí espere a que el dueño lo reclame, pero como no era el caso (era basura) no había problema en que me lo llevara a casa.

Acto seguido: corro a mi morada, destapo la caja y saco todo con cuidado. De entrada, todo se ve bien cuidado. Pensé: “seguramente lo tiraron porque no funciona”. Me dispuse a conectarlo y a probar algunos de los juegos que lo acompañaban. El aparato prendió y entró al menú del PS2, ignorando completamente que había juego dentro. Antes de descartar todo, probé con otros juegos, incluso con algunos de los míos, y nada. Pensé que fue buena idea haberlo tirado después de todo, pero mi curiosidad me llevó a buscarle a ver si había algo que se pudiera hacer. No hubo de pasar mucho cuando supe cuál era el problema.

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