Festival de fuegos artificiales 2011 – Iizuka

El verano en Japón significa varias cosas: mucho calor, playa, campeonato de béisbol de los estudiantes de preparatoria, etc. Pero si hay algo que no se puede dejar de nombrar son los festivales de fuegos artificiales que se realizan en todo el país.

Durante mi estancia en Iizuka, nunca falté a ningún festival de la ciudad, e incluso hubo veranos en los que asistí también a otros de lugares cercanos. Así que cuéntenle mínimo 8, pero seguramente son como 15 (o quizá más, necesito hacer memoria), y a algunos fui vestido de Yukata, incluyendo el de este año.

2011 es quizá el último año en el que vi el festival de Iizuka (al menos durante un buen rato… uno no sabe qué le depara el futuro), por lo que tenía que vestirme de Yukata, ir al lado del río y sentarme en el pasto mientras comía Yakitori y disfrutaba de esas luces que iluminan el cielo del verano japonés. Estando allí, por mi mente comenzaron a rodar muchos recuerdos de mis andanzas en esa ciudad. Uno de ellos fue el del primer año que asistí al festival, y de cómo el tiempo en el que me graduaría como doctor se veía largo, casi inalcanzable (en ese entonces tenía 4 meses como investigador. Faltaba entrar a la maestría, graduarse y seguir al doctorado… muchos años). Y por trillado que se escuche, realmente el tiempo pasa volando, y cuando menos te das cuenta todas esas memorias quedaron atrás, en el baúl que las albergará por el resto de los días que esté en este mundo.

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Adiós Iizuka

8 años 4 meses fue lo que viví en Kyushu, en la prefectura de Fukuoka, en la ciudad de Iizuka. Muchos o pocos, lo cierto es que fue el tiempo necesario para conocer el otro lado de la moneda: vivir en Japón y en el campo.

Siendo originario de Guadalajara y habiendo crecido ahí, un lugar como Iizuka me pareció extremadamente aburrido cuando llegué; no había bullicio, ni mucha gente, ni muchos carros. El transporte público (autobuses) son solamente los necesarios y el último pasaba a las 8 pm. Durante los primeros meses (que ya relataré en otro escrito) entendí que tenía que buscar mi propia forma de transportarme, de lo contrario estaría viviendo de lo que hubiera en la tienda de autoservicio más cercana (10 minutos caminando). Primero fue bicicleta, después carro.

El campo japonés se disfruta enormemenete cuando se tiene libertad de movimiento. Con automóvil propio, una licencia de manejo recién obtenida y muchas ganas de lanzarme a la aventura comencé a explorar el lugar. Comencé por Iizuka, pero poco a poco me fui extendiendo por todo Kyushu. Nada más me faltó manejar a Miyazaki y a Kagoshima, pero a las demás prefecturas de la isla sí tuve la oportunidad de conducir.

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