Ayer en la noche me dispuse a reinstalar Linux en la máquina de la casa. Desde Fedora 8 no había vuelto a reinstalar; siempre hacía upgrade. Del 8 me pasé al 10, y el 11 simplemente lo dejé pasar (aunque lo tengo instalado en el trabajo).
Pensé que lo que más trabajo me iba a costar sería el respaldo de las carpetas que tengo en ese disco duro (uno de 160 GB, exclusivo para Linux), y aunque sí tardé un buen en mover todo (y se me olvidaron los bookmarks de Firefox 🙁 ), en donde topé con pared fue en la instalación de los drivers de Nvidia.
Mi tarjeta es una GeForce 7600 GS, nada del otro mundo. No tengo ningún problema con instalar/compilar los drivers por mi cuenta ( lo que significa que también tengo que revisarlos a pie continuamente o volverlos a compilar cuando salga una actualización del kernel), pero por lo general siempre le dejo todo al yum o al package manager y lo venía haciendo por medio de RPMS. Después de todo, ahorran tiempo. Total que después de instalar el nuevo sistema operativo me encuentro con que el monitor que yo quería que fuera el principal (uso 2) era detectado como secundario, y el que quería como secundario (que también uso como TV), era el principal, eso sí, ambos con su máxima resolución detectada correctamente. Aquí comenzó el problema.
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