Dos años después

Ver a un hijo crecer es una de las dichas más grandes que he encontrado en la vida. Había visto como criaban a muchos niños, desde mis hermanos menores, hasta familiares y vecinos, pero nunca, sinceramente nunca, pensé o me di cuenta de todo lo que conlleva ver a un niño correr y jugar.

Mi papá nunca tuvo paciencia con los niños. Es fecha de que todavía no soporta ver a un niño correr y jugar dentro de la casa. Yo crecí bajo la idea de que, cuando estaba mi papá en casa, no debía de hacer prácticamente nada puesto que sentía que todo le molestaba. Si corría, era “¡no estés corriendo!”; si brincaba, era “¡deja de brincar”; si hablaba porque quería la atención de alguien, era “¡tú cállate!”. No son tan bonitos recuerdos, para ser francos. Cada que iba a la casa de algún amigo o familiar y veía cómo ahí los otros niños corrían y brincaban, me entraba el miedo de que, en cualquier momento, los papás o algún adulto fueran a enojarse.

Ahora que soy padre y que mi hijo ha cumplido dos años, me he percatado de muchos detalles que ignoraba respecto a la crianza de los niños. Gracias al trabajo que tuve en Iizuka de enseñar inglés a niños aprendí a manejarlos y a comunicarme con ellos, y me di cuenta de que en realidad era muy paciente, solamente que no lo quería sacar. Y es que un niño va a correr, va a brincar, va a interrumpirte siempre que quiera atención, va a pedirte tiempo cuando menos lo esperas, porque para esa personita tú eres el mundo, su espacio de seguridad ante tanta cosa desconocida con la que se encuentra día tras día. Tu vida ya no es nada más tuya, sino también de él. Y es ahí donde siento la diferencia en el trato de padres a hijos, y es donde podría entender la actitud que mi papá tomaba hacia nosotros (y actualmente hacia mis sobrinos), pero solamente “podría”, porque definitivamente no comparto esa visión: tener un hijo te cambia la vida, en todas las formas y significados posibles.

Sí, es una “joda”, y sí, hay veces en que quisieras gritar, y ruegas por tener ya ni siquiera un día, sino unos minutos para ti. El estrés se vuelve el pan de cada día porque ya no es nada más el trabajo y tu pareja (con todos los altibajos que ambos tienen), sino que una persona requiere de ti como nadie más lo había requerido en tu vida. Pero dentro de esa “joda” están todos lo momentos mágicos que en un instante hacen que el estrés acumulado, las horas de desvelo que han pasado, la preocupación que tienes cuando ves al niño enfermo, y hasta las lágrimas de desesperación que has derramado cuando todo se te junta y tu hijo algo quiere pero no sabes qué es e intentas entenderlo sin éxito, desaparezcan de la faz de la tierra y sientas como que nunca nada de eso ocurrió. No sé los demás, pero yo estoy inmensamente feliz por esa “joda”, y más aún por esos momentos.

Convertirme en papá ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida, y convertirme en el primer y principal guía que mi hijo tendrá a lo largo de su vida es una gran dicha, Definitivamente no es nada fácil, y hay muchas cosas que hay que adaptar (no voy a decir “sacrificar”), pero al final todo, absolutamente todo, vale la pena.

¡Feliz cumpleaños número dos hijo! Y de nuevo, publicado justo el día y a la hora en la que hace dos años llegaste a nosotros.

5 Replies to “Dos años después”

  1. No te lo tomes a mal, pero creo que tienes un serio problema con tu ese tema de tu padre y tu infancia, no todas las personas son iguales, ya es tiempo de que lo superes

    1. Para nada lo tomo a mal. Conozco a mi gente 🙂

      Nah. No es un problema. Es ponerte a ver la cosas desde diferentes puntos de vista y tratar de ser empático. Precisamente como no todos somos iguales creo que es importante tratar de entender por qué una persona actúa (o actuó) de tal o cual forma. En mi caso, eso se ha reflejado desde que me convertí en padre y comencé a ver las cosas “del otro lado”.

      El pasado no me afecta, pero no tampoco lo niego.

  2. Antes que nada quiero felicitarte por entender y asumir con energía el rol que representa ser padre, no cualquiera renuncia a los beneficios de pensar en uno mismo y dar y compartir todo por alguien más, porque tener hijos es eso, dejar de pensar en ti en primer plano.

    Te cuento que yo tengo mellizos, varones, aparte de una hija mayor y es verdad, hay días en los que me falta tiempo, paciencia y unos minutos para mí, pero siempre están ahí para darte un beso, jugar contigo, y hasta simplemente sonreír para cambiarte todo.

    El reto es grande y nunca será fácil, los niños son eso, niños y a veces la raíz de todo está en querer que se comporten como adultos y eso es imposible.

    Te mando un saludo.

  3. No sabes como me ayudan tus palabras ahora, demasiada “vida de adulto” me llenan de stress. Y ver como lo manejas, me ayuda a reflexionar sobre como lo manejo yo. Pero es verdad, cuando veo la sonrisa en la carita de mi pokemona cuando llego por ella a la escuela, todas las “jodas” del día valen la pena.

    Gracias

    Saludos.
    Kikekabuto

    1. No ha sido nada fácil. No pretendo minimizar las friegas que seguro te has parado, pero en mi caso, no hubo nadie que me enseñara nada respecto a los niños porque toda mi familia está allá.

      Decía una tía, hace un par de años que llevé a mi hijo a México, que nos faltó “la plática de la abuela” para saber manejar a los niños, porque se notaba que estábamos medio primerizos aun después de año y medio.

      Sí, he querido gritar muchas veces, y en más de alguna he derramado lágrimas porque el cambio y las exigencias han cambiado mucho, pero todo vale la pena cuando ves al monito sonriendo, diciéndote “papá” y, en mi caso, hablando español en medio de un mundo de japoneses.

      Saludos.

Leave a Reply to Manuel Cancel reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.