Medio sorprendido

Estoy trabajando en un artículo que he querido sacar aquí desde hace al menos un año. No obstante, no quería dejar pasar la oportunidad para escribir algo que me medio sorprendió. Explico:

El pasado domingo 16 de junio fue dia del padre en Japón. Mandé un mensaje en Twitter a todos los papás que me siguen por ahí. Todo normal. Poco después, algunos seguidores comenzaron a preguntarme si en realidad era padre o no…

Ahora bien: digo que me “medio sorprendió” porque aunque es cierto que el blog lo escribo tanto para mí para recordar lo que estaba haciendo en X época como para escribir información que pueda serle útil a alguien, en alguna parte de mi ser esperaba que la gente que me sigue por Twitter al menos le diera click a los links que ahí salen cuando escribo un artículo nuevo… pero no.

Cierto es que desde que me convertí en padre la frecuencia con la que escribo alguno nuevo por acá ha disminuído, pero sigo al pendiente de comentarios y preguntas que me hacen ya sea por aquí o directamente por correo. Pero “neta”: sí soy papá desde hace poco  más de 4 años.  Nada más no me vayan a “regañar” por no hacer pública mi vida privada, como hace años alguien lo hizo en Facebook :/

¿A poco no concuerdo con la imagen de ser padre? Al menos acá ya me están poniendo del lado de la gente “mayor”. Sabes que la esperanza de sentirse joven está totalmente perdida cuando un hispanohablante que te está atendiendo le dice a una de sus empleadas que “verifique los datos de este señor”… Nada más me falta que un niño japonés me diga “ojisan” en vez de “oniisan”. Ahí sí ya, oficialmente, estaré 100% en la categoría de “chavorruco” (por si todavía faltaba de entrar alguna parte de mí).

En fin. Sigo echándole ganas en la chamba nueva. Ya mero pasan los primeros tres meses, así que no tengo que aflojar el paso. Mientras tanto, no descuido este lugar 🙂

4 años desde que mi vida cambió por completo

Han pasado ya 4 años desde que me convertí en padre. El tiempo parace volar, y sin embargo, si me pongo a pensar todo lo que ha sucedido en ese tiempo, también parece una eternidad. No obstante, este año me ha sorprendido mucho el desarrollo de mi hijo, que aunque sé que es normal, no deja de asombrarme.

Parece mentira que hasta principios de año todavía teníamos que ponerle pañal por las noches y que no quisiera hacer popó en el excusado. Había comenzado a ir al “pre-kínder” justo hace un año, pero no se separaba de mi esposa, no jugaba con otros niños, no bailaba. Yo pensaba que la adaptación sería mucho más complicada cuando entrara ya en forma al kínder, pero no, o al menos, no tanto como esperaba. Ahora su rutina es levantarse a las 6:30 AM, desayunar y arreglarse porque el autobús pasa por él a las 7:50 AM, y regresa hasta las 2 PM, y aunque sí ha habido días en los que le es más difícil irse, en general parece ser que la ha pasado bien en su nuevo ambiente.

Jugar con mi hijo nunca ha sido aburrido, pero este año que ha pasado hemos encontrado muchos juegos que hemos podido disfrutar mucho; y no hablo nada más de videojuegos, sino de juegos en donde él usa su imaginación y yo hago cualquier papel que él me pide, pero siempre en español. Los juegos han sido el escenario perfecto para enseñarle nuevas palabras y formas verbales; así, por ejemplo, ya sabe qué es un antídoto, que es que algo “se regenere”, entre otras cosas.

Con todo, sí he de destacar la importancia que él le ha dado a los videojuegos, y de cómo eso ha servido para crear una conexión que, para ser sincero, nunca había experimentado. Para mí, los videojuegos siempre fueron un pasatiempo que disfrutaba solo, pero no porque quisiera, sino porque nadie cercano compartía el gusto. Obviamente cuando me iba con los amigos y jugábamos en casa de alguien podía compartir y hablar de juegos y nadie me veía raro, pero tener a alguien en casa que quisiera de verdad sentarse a jugar conmigo… y por fin le encuentro el gusto a jugar títulos cooperativos, aunque todavía sea yo el que haga la mayor parte del trabajo.

Se vienen muchos retos ahora que él ha comenzado a ir a la escuela, siendo el más grande mantener la constancia con el español. Su japonés es mucho más fluído y variado, pero ahí la lleva con el español también. Me entiende hablando a mi velocidad normal, y me he preocupado mucho por crear un ambiente de “solo español” en casa, no solamente conmigo, sino con las cosas que ve e interactúa: trato de que tenga a la mano material en español, de que pueda agarrar el iPad (ya súper viejo) y pueda encontrar rápidamente contenido en español; jugamos lotería, serpientes y escaleras, el juego de la oca, palitos chinos, y todo eso, aunado con la interacción en los juegos mencionada arriba, parece que están rindiendo frutos.

No lo voy a negar: es cansado, y requiere sacrificio de mi tiempo, pero, como referí antes, creo que vale totalmente la pena.

Una parte de mí quiere que mi hijo crezca rápido para poder compartir muchas más cosas con él, pero otra quiere que se quede como niño, así como está, toda la vida. Mi hijo me ha enseñado muchas cosas, y ha provocado en mí sentimientos que pensé que no tenía. Aun con sus berrinches, sus caprichos, sus enojos y sus llantos, es de las mejores experiencias que le vida me ha ofrecido.

¡Felicidades hijo en tu cuarto aniversario! Todavía te debo lo de andar en bicicleta, pero este año se hace.

16 años – Tratando de romper la burbuja

Siento que cada año que pasa digo lo mismo respecto a mi posición de estar en Japón y de todo lo que he vivido por acá. Sin embargo, nada puede estar más lejos de la realidad. Es cierto que hay cosas que no cambian, pero la vida continúa, y con ella las experiencias nuevas. En pocas palabras: aunque parezca que no, 16 años después de haber llegado a la tierra del sol naciente todavía sigo aprendiendo sobre este país, conociendo su cultura y tratando de adaptarme a ella.

Quería que este escrito saliera a la luz  a principios de abril, pero  circunstancias inesperadas lo impidieron. Dos de los cambios más importantes sucedieron precisamente ahí: mi hijo comenzó a ir al kínder y yo comencé a trabajar en una empresa no japonesa.

Lo primero era ya algo planeado, que vinimos preparando desde hace justamente un año. Todavía me parece increíble toda la serie de cambios que ocurrieron en mi hijo en tan poco tiempo, aunque ciertamente para un niño de su edad un año es un periodo de tiempo muy largo; para ser sincero, el año pasado no creía que mi hijo estaría listo para ir a la escuela (tonto yo), y pasó de ser el niño bueno que todo hace, todo escucha y es siempre obediente, al niño que ya tiene opinión, que dice lo que no le gusta y que se rehúsa a obedecer cuando algo no le parece (no sé cuántos cientos de veces he tenido que decirle “¡mastica!”, “¡come bien!”, “¡recoge tus juguetes!”.

Lo segundo es algo mucho más profundo, que tiene mucho más peso en mi vida.

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De cambios de trabajo – Adaptación

Todavía no ha pasado ni un mes desde que comencé en mi nuevo trabajo, pero con eso de que este año en Japón tendremos 10 días de descanso debido a la abdicación del emperador actual, el ascenso al trono del nuevo emperador y el cambio de era (de lo cual ya hablaré en otro artículo), decidí escribir esto ahora; incluso me estoy saltando otros artículos que están en borrador porque le quiero dar prioridad a esto, sobre todo por todo lo que ha implicado.

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De cambios de trabajo – Parte Tokio

En otras entradas he relatado lo pesado que es cambiarse de trabajo en Japón, sobre todo porque el proceso dura entre 3 y 6 meses. Además, tener el título de 正社員 (seishain, empleado oficial) pesa mucho en la sociedad japonesa porque da el sentido de estabilidad laboral, al grado que muchas instituciones financieras requieren que lo tengas para poder otorgarte un crédito (entre otros requisitos). Por ello, aunado al temor natural que uno siente ante los cambios, los japoneses se la piensan mucho para dejar un trabajo y comenzar en otro desde abajo, incluso si eso significa recibir un mejor sueldo o mejores prestaciones. Algunos incluso prefieren quedarse en una compañía solamente por el nombre o prestigio que ésta pueda tener sin importar que las condiciones de trabajo no sean agradables; lo toman como que es parte de ser trabajador en este país.

Hace unos días escribí respecto a la situación que viví cuando me cambié del trabajo que tenía en Iizuka por venir a uno en Tokio. De la misma manera, en 2012 escribí todo lo que viví durante mi estancia en ese lugar (sinceramente para olvidar). Tuve que aguantar mucho para poder escapar (literalmente) de ese lugar; tomé lo bueno (programación funcional y Scala) y he tratado de deshacerme de lo malo a lo largo de todos estos años, porque sí me afectó mucho y en repetidas ocasiones lo he dicho.

La empresa a la que me cambié en ese entonces era totalmente diferente. Si bien no entré haciendo nada de lo que quería, al menos el trato era como haber ido del cielo a la tierra, y no me importó que mi primera tarea fuera ayudar con las pruebas de un sistema y luego que me aventaran a depurar, o mejor dicho, a reparar, un programa en C# de alrededor de 12000 líneas de código que después entendí por qué nadie quería moverle (código hecho por un contratista, “espagueti”, repetitivo y lleno de bugs, de entre los cuales el más crítico fue encontrar una rutina recursiva larguísima que no tenía condición de salida), ni que en repetidas ocasiones me tuviera que quedar hasta el último tren. El simple hecho de que me trataran como persona hacía una gran diferencia, y sin importar el cansancio me sentía motivado. Pero eso sí: tenía miedo.

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Karma

Quienes me conocen personalmente o me han seguido aquí o en alguna red social saben que no soy fan del doblaje o traducción de las obras. Llámenme purista, pero si puedo ver o leer las cosas en su idioma original, mejor. Obviamente no hablo todos los lenguajes existentes, pero cuando tengo la oportunidad de disfrutar una obra en su idioma original, lo hago. La razón es simple: por mucho que se intente, siempre se va a perder parte del sentido original. Cierto: a veces es minúsculo y no afecta en gran (o ninguna) medida a la historia original, mas hay ocasiones en las que los detalles que se pierden aportan un “sabor” extra. Y no crean que aun así es posible entender todas las referencias, pero cualquier agregado a una experiencia de por sí buena siempre es bien recibido.

No vayan a pensar que “se me acabaron los frijoles” o “se me cayó el nopal de la frente”. Crecí viendo las caricaturas que pasaban en canal 5, y recuerdo los doblajes de Don Gato y su pandilla, Los Picapiedra, Los Supersónicos, El Pájaro Loco, Dragon Ball, Los Súpercampeones, Gamba, la princesa de los mil años, e incluso el icónico “hogar del pony” de Candy Candy. Entendía y me divertía (o lloraba si es que veía Remi), y en su momento no pensaba en esos detalles perdidos.

Hay adaptaciones que se llevan las palmas de lo cercanas que son al original, incluyendo actores de voz. No malinterpreten: siempre he dicho que el trabajo de los traductores y actores de voz es increíble y loable; es solamente la idea de a fuerzas tener que doblar algo lo que no me cuadra. De ahí que, por ejemplo, sea fan de ver películas de Disney o Pixar directamente en inglés, o monas chinas en japonés, desde hace mucho, incluso desde mucho antes de venir a Japón. Aquí no me preocupo tanto por eso porque la oferta de versiones en inglés de cintas como Avengers es grande y es relativamente fácil encontrar cines que la exhiban. De hecho, ni siquiera en Iizuka sufría tanto gracias a que tenía carro y podía ir al complejo de cines que estaba cruzando las montaña. La única sala de cine que había en la ciudad mostraba por lo general las versiones dobladas al japonés, pero recuerdo que ahí vi Matrix Revolutions en inglés en premier a la media noche. En contraste, recuerdo que la primera película que vi llegando a Iizuka fue en la tele: Star Wars, episodio I, EN JAPONÉS. El ignorante de yo no sabía que cuando transmiten películas acá lo hacen con audio dual… es decir, le podía haber cambiado la voz a ingleś… pero era joven e ingenuo, y tenía poco de haber llegado a Japón, aunado al hecho de que la primera tele que compré había salido defectuosa y había sido una gran prueba para mi japonés llamar para que la fueran a revisar y me la cambiaran por una que sí sirviera.

Lo mismo pasa con los pocos discos (DVD, BluRay) que compro: busco las versiones en inglés para las obras originalmente en ese idioma y en japonés para lo que se refiere a caricaturas japonesas. ¿Cómics? Sin cambios: prefiero leer algo como Civil War en inglés, Dragon Ball en japonés y Condorito en español (era mi cuento favorito cuando era niño). No soy de ver mucho películas en casa, pero cuando lo hago me gusta disfrutarlas tal como me gusta.

Centrémonos precisamente en obras visuales: cine y televisión.

Pensar en ver una película o serie con doblaje en español siempre ha sido un “no” en el momento en el que sé que puedo entender el idioma de la obra original. Lo mismo sucede con doblajes en inglés de títulos japoneses, aunque durante un tiempo hubo una excepción a la regla: Ranma 1/2 en inglés. Cuando ignoraba mucho del japonés y apenas tenía nociones básicas del mismo vi mucho de Ranma, y consideraba buenas el trabajo en inglés y me quedé con esa idea durante muchos años… hasta que después de mucho tiempo tuve la oportunidad de ver capítulos en japonés ya sabiendo el idioma. Me di cuenta de esos detalles que menciono más arriba. Insisto: no es que no aprecie las “localizaciones” de las obras, sino simplemente un gusto muy personal.

Todo seguía igual hasta que me convertí en padre en Japón.

Mi hijo es mexicano, por lo que tiene que hablar español de una forma u otra. Al principio no pensé mucho en la creación de un ambiente totalmente en español en casa y pensaba que con algunas películas seria suficiente, pero no. Obviamente mi hijo tiene mucha mayor exposición al japonés, y me he visto haciendo de todo para poder hacerlo ver series o películas en español, Los BluRay de Pixar que compré hace muchos años para mí afortunadamente tienen doblaje al español y por primera vez he visto películas como Toy Story, Cars, Coco, Encontrando a Dory y demás, en español. Conseguir películas de Disney con doblaje en español latino no es tan complicado cuando Amazon existe y las obras lo contienen, pero como mencioné antes, puras películas no son suficientes porque si no estoy yo con él, se enfada a los 10 o 15 minutos.

Configuré Netflix en español y al menos algunas de las series que ve sí tienen ese idioma, pero no todas. Incluso tengo una VPN para ver Netflix de otros países, pero como todos saben lo delicado que es el servicio respecto a acceso a contenido de otros países el acceso no es fácil ya que aunque pueda entrar un día con un servidor, al siguiente ya lo bloquearon y tengo que cambiar la configuración en el router hasta que encuentre uno que funciona.

En Youtube se la pasa viendo videos en japonés y de vez en cuando en español. No le molesta ver cosas en español, pero prefiere lo que está en japonés, y no he encontrado videos en español que se asemejen a lo que le gusta ver en japonés.

A lo mejor fui demasiado ingenuo en años anteriores, pero sinceramente nunca me imaginé que andaría buscando (y a veces rogando) que una obra tenga doblaje en español y que sea español latino. Nunca minimicé el trabajo de los traductores y actores de voz, pero he comenzado a creer que todo esto es parte del karma que se me está regresando por no ver cosas en español aunque sea después de haber visto las cosas en inglés o japonés. Pero no crean que ni así dejo de criticar: el otro día encontramos capítulos de Crayon Shin chan con el doblaje que se usó en México y me quedé cuadrado cuando escuché las voces y los cambios de nombre. Mi hijo me pregunta por qué Tooru Kazama se llama “Cosmo Kazama” en español, aunque le da risa el nombre; lo mismo con Misae (Mitsi), Musae (Mitsu) y Himawari (Daisy). No obstante, agradezco muchísimo que haya trabajos de estos incluso con todas las criticas que alguien como yo pueda emitir.

De cambios de trabajo – Parte Fukuoka

Llegué a Tokio en agosto de 2011, es decir, casi 2 años y medio después de que me sacaron a patadas haberme graduado del doctorado. Quienes han seguido mi blog desde por ahí de 2008 más o menos estaban enterados de cómo estaba mi situación laboral en ese entonces debido a que llegué a comentarlo brevemente. Lo que nunca conté en ese entonces fue cómo estuvo el proceso del cambio y de lo que tuve que pasar, aguantar e investigar para que todo sucediera de la mejor manera. En su momento no quise escribir al respecto porque pensaba que no era apropiado, pero al pasar el tiempo y adquirir más experiencia me di cuenta de que no era una práctica tan rara en Japón y que quizá esa experiencia podría servirle de referencia a alguien más. La idea no es quemar a alguna persona o institución en particular, sino más bien a las prácticas que en algunos lugares de Japón son todavía relativamente comunes (aunque ciertamente ilegales).

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Sequía

Sin temor a equivocarme, creo que éste es el periodo de tiempo más largo que he pasado sin escribir aquí. La diferencia con las veces anteriores es, además del tiempo, el hecho de que lo tenía previsto; sabía que las cosas se iban a poner pesadas desde principios de año, pero debo reconocer que ni yo esperaba que fueran así.

¿Qué pasó?

Por principio de cuentas, tuve una situación de salud delicada en casa. No yo, sino mi esposa. Todo pasó muy rápido. Hubo que tomar medidas un poco más “avanzadas”, pero a fin de cuentas todo salió bien.

Por lo anterior, también tuve la visita de mi suegra durante un par de meses. Y aunque no fue por paseo o recreación, sí debo decir que es una enorme ayuda tener a alguien que ayude con mi hijo cuando hay que concentrarse en otros detalles que, en su momento, requieren de toda la atención que se les pueda dar. La presencia de alguien de la familia fue, en pocas palabras, un respiro entre tanto que se tenía uno que mover y de las precauciones que se debían tomar.  No obstante, obviamente tenía que pasar tiempo con mi hijo; lo disfruto al máximo, siempre lo he dicho, pero durante este tiempo sí fue un poco maś dificil y estresante.

Además, todo lo antes mencionado se juntó con mi actividad de cambio de trabajo. En efecto: estuve en entrevistas desde noviembre del año pasado; entre proyectos, discusiones y nerviosismo por ver si podría obtener el puesto (y al mismo tiempo un aumento de ingresos totalmente necesario), al final la empresa si decidió contratarme. Esto lo detallaré en otro escrito, que espero que no pase tanto tiempo para que vea la luz.

Por más que quería escribir en el blog, sencillamante el tiempo no me lo permitía. Tenía algunos momentos libres, cierto, pero no eran los suficientes para sentarme y dejar que las palabras fluyeran, ni tampoco estaba en la mejor situación para sentirme insipirado, o mejor dicho, con ganas. Publicar artículos aquí es una actividad que disfruto mucho, pero también ya ha referido con anterioridad que un escrito toma tiempo; a veces nada maś tengo la idea en el cuaderno, a veces tengo anotaciones de algo que no quiero que se me pase escribir, y a veces un tema me toma meses porque tengo que leer o investigar algo y luego plasmarlo de tal forma que quede conforme con la redacción (miento… nunca quedo conforme).

Lo que más me dolió respecto al blog durante este tiempo fue que una vez escribí mucho, muchísimo, para publicarlo, y sin embargo tuve un lapsus brutus y lo borré… Mi memoria me decía que lo había dejado guardado en algún servicio en la nube, pero no era así. Era un escrito detallado sobre mi primera transición laboral de este lado del mundo. Lo voy a publicar, solamente que tengo que volver a escribirlo todo desde el principio.

Sí he estado al pendiente de los comentarios y los he estado respondiendo. No obstante, si alguno se me pasó, háganmelo saber. Siempre contesto todo lo que me preguntan, pero con tantas cosas que traía en la cabeza, no me sorprendería que algo se me haya pasado.

¿Qué sigue ahora?

Primero, mi vida va a cambiar mucho a partir de abril. Seguiré en Japón, y ahora sí parece que a mediano o largo plazo. Mi hijo está por entrar al kínder, y al menos en lo que a eso respecta, no me pienso mover de aquí en los 3 años que cursará ahí. Luego, mi cambio de trabajo, del cual estoy con una mezcla rarísima de sentimientos: hay días en los que siento que me va a ir bien y que voy a poder con todo, pero hay otros en los que me paso todo el día con miedo e incertidumbre de si realmente voy a poder, y la “bonita” presión de que si fallo, nos quedamos en la calle.

Puede sonar tonto, pero ese miedo realmente existe. Tampoco es la primera vez que lo siento: cuando me cambié al trabajo que estoy a punto de dejar, estaba igual; no en la misma magnitud, pero sí era la misma mezcla de sentimientos y pensamientos. Siempre me han gustado los retos, pero desde que me convertí en padre, le “entro” con más “precaución” a las cosas porque mi hijo depende 100% de mí (mi esposa también, pero ella puede trabajar) y eso se traduce en miedo, y al mismo tiempo en apoyo mental (tengo miedo de fallar, pero no puedo fallarle a mi familia). Y eso muestra otra faceta de mi personalidad: tiendo a exigirme mucho, muchísimo, y nunca estoy a gusto con lo que hago. He mencionado antes que aprendí a detenerme, voltear y ver el camino que he recorrido, y lo he hecho. Ayuda muchísimo a tranquilizarme, pero también me quedo con la idea de que ya es pasado, y de que eso fue lo que me puso en ese momento, así que solamente hay que ver para adelante y entrarle al toro por los cuernos.

El ritmo de vida va a cambiar también: con mi hijo yéndose muy temprano a la escuela y yo entrando a trabajar mucho más temprano que antes, los horarios se van a recorrer. Por lo tanto, tengo que tomar decisiones sobre a qué hora puedo hacer qué cosa, especialmente porque el tiempo que podré pasar con mi hijo se verá reducido, y eso es lo que quiero maximizar a como dé lugar.

El blog claro que sigue. No esta abandonado ni mucho menos, sino que simplemente hay situaciones que requieren una prioridad mayor que la que éste pueda tener. He seguido respondiendo correos a quienes me escriben directamente y he pasado tiempo respondiendo comentarios; ahora nada más me falta comenzar a escribir de nuevo en forma.

Agradezco mucho a las personas que pasan por aquí y se toman el tiempo de leer lo que a lo largo de casi 15 años he dejado plasmado. Ya casi cumplo 16 años de haber llegado a Japón, y volver a leer artículos que escribí hace 5, 10, 12 años es como un portal que me permite ver y recordar qué estaba haciendo y pensando en esas épocas… Lo que me recuerda que a lo mejor ya estoy senil 😛

Aquí sigo, con menos tiempo y menos pelo (no es broma), pero viviendo, disfrutando y criticando a una sociedad que se convirtió en mi segundo hogar… aunque no hay nada, NADA, que supere unos tacos al pastor de algún puesto (entre maś perros, mejor) y unas buenas tortas ahogadas.

¡Feliz 2019!

El calendario chino se compone, a grandes rasgos, de ciclos de 12 años (digo a grandes rasgos porque hay detalles más específicos), y cada uno está representado por un animal. El último año del ciclo es el del jabalí, que es justo el año que comienza. En japonés se escribe 亥年, y se lee “idoshi”. Además, este año Japón tendrá un nuevo emperador y una nueva era va a comenzar en mayo.

Como mencioné en el kanji del año pasado, el jabalí trae para mí una serie de cambios radicales en mi vida y tengo que estar preparado para ello. Asimismo, el blog sigue y seguirá en pie, esperando que este año pueda hacerme más tiempo para escribir todo lo que tengo pendiente aunado con todo lo nuevo que se presente.

A todos ustedes, les deseo lo mejor para este 2019. Deseo que todos sus deseos se cumplan y que tenga la fuerza de voluntad necesaria para cumplir sus propósitos de año nuevo. Reciban un fuerte abrazo desde Tokio.

El 2018 en un kanji

Kanji de los años anteriores:

Ni cuenta me di cuándo fue que llegamos finales de diciembre. Tuve una enorme carga de trabajo el último mes que apenas me quedaba tiempo para saber en qué día vivía. En fin. Ahora que se supone que estoy de vacaciones (porque uno no descansa con niños en casa) y siguiendo la tradición del blog, aquí resumo mi año en un kanji.

Este año la selección no fue complicada. Mentiría si dijera que no pensé en candidatos más realistas, sobre todo porque el año estuvo lleno de sorpresas no tan gratas, situaciones que pusieron a prueba mi “aguante”, y varias noticias un tanto pesadas no hace mucho tiempo. No obstante, opté por seguir siendo fiel a lo que más me marcó durante los últimos 365 días.

Se lee “Chou”, “Ido”  y significa “reto”, “desafío”. Se usa en palabras como el verbo “idomu” (挑む, retar, desafiar), “Chousen” (挑戦, que tiene el mismo significado de “reto”).

Este año para mí se caracterizó por estar precisamente lleno de retos, tanto en lo personal como en lo intelectual. Terminé el curso avanzado de Deep Learning que estaba tomando en la universidad de Tokio, tuve que hacer trabajo voluntariamente a fuerzas en un par de áreas que no son mi fuerte pero que tienen que ver con mi especialidad, y tuve que tomar algunas decisiones ya con mucho más peso en mi vida y en lo que viene para el futuro.

Cierto es que los retos no terminan este año: ya antes siquiera de iniciar el siguiente se presentará uno bastante grande, y, sin ánimos de adelantar algo todavía, ya estoy en otro reto que tendrá respuesta justo en unas semanas. Se avecinan tiempos “realistas”, que si bien no serán fáciles, tampoco me quiero tirar al drama diciendo que serán muy difíciles. Habrá de todo, pero por lo menos puedo ver el panorama desde ahora para irme preparando.

En cuanto a Japón y el kanji del año, el escogido este año fue 災 (sai), y quiere decir “catástrofe”, “calamidad”, “desastre”. Japón sufrió muchos de estos durante el año: terremotos grandes (Hokkaido, Osaka, Shimane), inundaciones al oeste del país, récord de temperaturas altas en verano y tifones, entre otros. Yo esperaba que ganara el kanji de 平 (hei), porque está por terminar la era Heisei (平成) con la abdicación del emperador y la ascendencia al trono del nuevo el próximo 1 de mayo (y que dicho sea de paso dará lugar a una semana dorada de 10 días); sin embargo, ése quedó en segundo lugar.

Para los interesados, les dejo la liga al documento oficial del kanji del año, la cual incluye el número de votos para cada kanji (se listan los primeros 10), así como algunas opiniones de la gente que votó por ellos. Huelga decir que está en japonés.

¡Nos vemos en 2019!