Ignorancia musical

Aunque desde pequeño escuchaba música y tenía mis canciones favoritas (“el yerberito”, de Celia Cruz, cuando yo tenía unos 4 años de edad, por mencionar un ejemplo), he de confesar que mis conocimientos musicales eran, y aún son, extremadamente parcos.

Muchas de las personas que me conocen personalmente no pueden creer que no conozca a una banda o una canción que, por lo general, todo mundo conoce (o debería conocer). Me pasó hace poco, en una ida a Tokio: fuimos a un karaoke y una amiga puso una canción de Coldplay, a lo que yo pregunté: ¿quién es Coldplay?”. Y así me ha pasado antes en incontables ocasiones.

Sé que los gustos musicales varían con cada persona: desde los que gustan de música clásica (que me encanta), hasta lo que odian el mainstream, pasando por ritmos como reggaeton, bandas norteñas, y un largo etc. Pero créanme que mi caso es grave…

Por ejemplo, no a todo mundo le gustan los Beatles, pero al menos pueden identificar algunas de sus canciones, aunque sea las más famosas, ¿cierto? Yo no podía hacerlo hasta hace unos años, ya que estaba aquí, en Japón, Y no es que conociera las canciones y no supiera quién las cantaba: simplemente no las conocía.

Algunos artistas o grupos me sonaban de nombre, y en algunos casos sí conocía las canciones pero ignoraba quién las cantaba, pero en general siempre he sentido que me falta mucho conocimiento en lo que a música se refiere.

Me puse a pensar cuál podría ser la razón. La música me gusta, incluso tengo canciones favoritas… ¿entonces? Le di varias vueltas al asunto, y a lo que llegué fue a mi familia.

Ya he mencionado en ocasiones anteriores que mi padre fue muy estricto con nosotros, aclarando claro que no es malo ser estricto pero sí lo es serlo de más; obviamente la música que a él le gusta a nosotros no nos agradaba del todo, pero hasta ahí todo es “normal”. La cuestión es que mi papá asociaba los grupos modernos con rebeldía, anarquía y, en algunos casos, hasta con satanismo (la famosa frase de “esas son cosas del diablo”). Mi mamá también entra en esta última categoría, pues siendo mi abuelo (q.e.p.d.) mariachi, sus gustos musicales estaban orientados hacia ese tipo de música. Por lo anterior, la música moderna que escuchaba cuando era chico era limitada.

Hasta la secundaria nunca me importó realmente todo esto, aunque recuerdo que tenía un cassette de Thalía que escuchaba muy seguido (la nena me encantaba 😛 ); en la secundaria, uno de mis compañeros idolatraba a “The Cure”, pero yo ni por enterado de quiénes eran, y por el puro nombre y la influencia de mi padre, yo también lo asociaba a que era música que “no debía de escuchar”. Sin embargo, cuando entré a la prepa comencé a notar que cuando se hablaba de música yo estaba completamente perdido. Conocía lo más común (el mainstream) sólo hasta cierto punto, pero cuando se trataba de hablar de grupos (preparen risas) como Maná (pueden reirse, gracias) yo ni siquiera los conocía. De hecho, cuando hacían fiestas con música en la prepa (lo que comúnmente se conoce/conocía como “luz y sonido”) notaba que la mayoría de la gente interpretaba o tarareaba las canciones. ¿Y yo? Calladito. Sin saber qué onda.

Por influencia de algunos amigos en la misma prepa comencé a escuchar más música. Por mencionar algunos ejemplos, conocí a Ace of Base, Toni Braxton, Aerosmith, entre otros. No obstante, no nacía en mí el sentimiento de querer escuchar más música: si escuchaba por casualidad algo nuevo, me interesaba, pero si no, ni enterado de su existencia. Recuerdo que un amigo, súper aficionado a los Beatles (¡saludos Pablo!) no podía creer que no supiera quiénes eran ellos ni tampoco que no pudiera decir el título de al menos 5 canciones de ellos.

De ahí en delante comenzó un cambio: escuchaba más música, pero no me preocupaba por saber quién la interpretaba. Me gustaba la música clásica y conocía piezas como la quinta o novena sinfonía de Beethoven… pero no sabía quién era el autor. Supongo que a muchos les ha pasado que han escuchado una canción y hasta se saben partes de ella, pero no se acuerdan o no saben el nombre, ¿cierto? Más o menos era el pan de cada día en lo que a música se refería para mí.

Todo dio un giro importante cuando me encontré con el idioma japonés. Gracias al boom de la animación japonesa en México era relativamente fácil conseguir música en japonés, no necesariamente relacionada con la animacion. Y a mi familia realmente no le importaba que escuchara música japonesa. Digamos que lo veían “diferente” a escuchar a algo como “U2”.

Uno de los primeros CD que recuerdo haber comprado fue el de endings de Ranma 1/2:

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Colorful


¿Cuál es el verdadero color de la vida?


Al morir, dejamos este mundo para ir en camino a otro y no hay forma de volver… a menos que tengas un poco de suerte.

Alguien muere, pero por fortuna “gana” una lotería de almas y le es permitido regresar a la tierra, al mundo real, pero en el cuerpo de otra persona. Según el “ángel” que aparece como guía, el dueño del alma cometió un grave error, y eso causó su muerte. La oportunidad que se le da de regresar al mundo de los vivos es una especie de entrenamiento en el que debe darse cuenta cuál fue su error, aunque esté en el cuerpo de alguien más.

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The Borrower Arrietty – la nueva película del estudio Ghibli

Arrietty, la protagonista

Después del éxito de 崖の上のポニョ(Ponyo), y conociendo la calidad de películas que nos ofrece el estudio Ghbili, la expectativa por ver la nueva producción era grande… y en eso se quedó: en expectativa.

Basada en la serie de libros The Borrowers, de Mary Norton, The Borrower Arrietty (借り暮らしのアリエッティ – Karigurashi no Arrietty) es la siguiente apuesta del estudio; el hype creado fue mucho, y muy bueno, se esperaba una película interesante, pero, desde mi punto de vista, Ghibli falló. ¿El guión? ¿la dirección? ¿qué estuvo mal?

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Popurrí de fotos (sin ninguna relación)

Para no hacerles larga la historia: otra tanda de trabajo pesada… Un malentendido me hizo perder un día completo. En fin.

Realmente hoy salí de la oficina con la idea de escribir una par de entradas que tengo pendientes desde hace rato, pero tuve algunos contratiempos extralaborales, y aunados con el quehacer que tenía pendiente aquí en la casa (limpiar lo básico y lavar trastes), al momento de sentarme en la computadora me dolía la cabeza, así que decidí que escribiría algo en el blog, pero no sería lo que traía en mente.

Desde hace poco más de un año mi teléfono celular es éste:

Aunque no es la quinta maravilla en cuanto a telefonía celular se refiere, sí tiene buenos specs, además de los clásicos servicios que traen, por lo general , todos los teléfonos en Japón: TV, dinero electrónico, internet ilimitado y cámara (fotográfica y de video). Es precisamente esa cámara con la que he tomado muchas fotografías que se han quedado en la MicroSD Card, y que de vez en cuando subo a Twitpic (mi twitter es @medinamanuel). He aquí algunas de ellas, con una pequeña descripción:

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Summer Wars

Acabo de regresar del cine, y con un muy buen sabor de boca después de haber disfrutado esta película. El tráiler, al final de la entrada.

El verano japonés. Época de calor húmedo todo el día, sandías, ropa ligera y las famosas vacaciones de verano, en donde la mayoría de estudiantes que viven lejos de sus padres regresan al menos unos días con ellos, especialmente para las fiestas de Obon.

El año: 2010. El mundo entero tiene acceso a Oz, un mundo virtual en donde se puede hacer de todo, comprar de todo, buscar información de todo… en fin, una realidad alterna casi perfecta, y en cualquier idioma. Es tan moderno el servicio, que puedes platicar con cualquier persona del mundo ya que todo se traduce automáticamente a todos los idiomas necesarios para que el interlocutor entienda. Y lo mejor: acceso desde computadora, teléfono celular, Nintendo DS, PSP, iPhone… en una palabra: desde cualquier dispositivo que se pueda conectar a la red. Y como buen servicio de internet, también puedes hacer tu propio avatar, como tú quieras, pues las posibilidades son infinitas.

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It’s a Rumic World – En Kyushu

Del 22 de agosto al 20 de septiembre se presenta en el museo municipal de arte de KitaKyushu la exposición de trabajos de Rumiko Takahashi titulada “It’s a Rumic World”, la misma que el año pasado estuvo en Tokyo, y de la cual ya había hablado en su momento. Esta vez sí pude ir a verla, al igual que Carlos (aunque él se me adelantó una semana).

Los trabajos que se pueden ver comprenden Urusei Yatsura, Maison Ikkoku (mi favorita), Ranma, Inu Yasha, la saga de las sirenas, One Pound Gospel, entre otras. Lo malo es que dentro no está permitido tomar fotos; la única oportunidad de llevarse un recuerdo en la cámara es justo a la entrada, y no perdí el tiempo para tomarme una foto con una de mis dos personajes de animación favoritas: Kyoko Otonashi (de Maison Ikkoku):

La exposición vale muchísimo la pena para quienes gustan del trabajo de la autora. Se respira nostalgia ante tantas obras originales de series con las que crecimos (los japoneses en los 80s-90s, y nosotros unos 10 años después). Pero lo que realmente se lleva las palmas es la última parte, titulada “My Lum”, en la que se le pidió a varios autores que dibujaran a Lum a su manera, con su estilo. Entre las versiones que más me gustaron están sin duda la de Goshou Aoyama (autor de Detective Conan), la de Yuu Watase (Fushigi Yuugi, Ayashi no Ceres, Zettai Kareshi, entre otras), la de Mitsuru Adachi (Touch, Rough, entre otras) y la de Moyoko Anno (Hataraki Man). Hay fácil unas 30 diferentes Lum, unas muy reales, otras con características muy marcadas del estilo de cada autor.

Al final, hay una sala donde se exhibe una capítulo especial de 25 minutos creado exclusivamente para esta exposición. Hay 3 capítulos en total: uno de Urusei Yatsura (que fue el que vi), una de Ranma y uno de Inu Yasha. Ignoro si ponen uno diferente cada día, pero cuando yo fui era solo el de Urusei Yatsura. El capítulo en sí no tiene nada del otro mundo, pero es divertido volver a ver a Ataru, Lum y los demás en una nueva aventura súper exagerada (característico de la serie).

Quizá lo que más duele de la exposición es la tienda de recuerdos que está al final: uno quiere llevarse prácticamente todo, pero los precios están por las nubes. Un P-chan de peluche costaba 3,675 yenes (unos 320-330 pesos); las camisetas (muy muy chidas) costaban 3,100 yenes, y a mí, que no me gusta mucho Inu Yasha, me encantó la del protagonista del mismo nombre cuando está sentado en un árbol. Había además llaveros, straps para celulares, posters, carpetas transparantes, tazas térmicas, figuras de colección de Lum, litografías originales, etc. etc.

¿Qué compré? Realmente no mucho:

  • El libro con las ilustraciones mostradas en la exposición y unas extras.
  • Un rompecabezas de Maison Ikkoku (que ya fue armado y espera estar en un marco pronto).
  • Una toalla de mano de Maison Ikkoku.
  • Una toalla un poco más grande de Inu Yasha.
  • Una de las minifiguras de colección que vienen en cajas. Me salió Sesshomaru.
  • Un strap de Maison Ikkoku.

Rumiko Takahashi no es mi autora favorita puesto que sus últimas obras han sido innecesariamente largas. Todavía Ranma pasó, pero Inu Yasha de plano se extendió mucho más de lo debido, según mi opinión. Me gustan más sus trabajos de antaño: Urusei Yatsura es simplemente buenísima, pero, a mi parecer, Maison Ikkoku se lleva las palmas por la profundidad de cada uno de sus personajes.

Les dejo los scans del volante informativo, del boleto, de la portada del libro de ilustraciones y de la toalla de manos de Maison Ikkoku que adquirí.

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Evangelion 2.0: You can (not) advance

Información sobre la primera película por acá.

El pasado sábado 27 de junio se estrenó la segunda película del projecto “Rebuild of Evangelion”. Bajo el título japonés de ヱヴァンゲリヲン新劇場版:破 (Rebuild of Evangelion: Ha), la película cambia totalmente la perspectiva de la serie debido a que no es un remake, sino que hay muchos cambios en la historia. Estos cambios quizá hagan que los fans-otaku-wannabe pongan el grito en el cielo ya que no se repitió lo que ya habíamos visto hace poco más de 10 años; sin embargo, en lo personal creo que le dan una bocanada de aire fresco a la ya de por sí sobrevalorada serie, haciéndola más interesante.

Yo sí tenía ganas de verla, pero sinceramente pensé que sería un remake e iba con las expectativas bajas. Cuál va siendo mi sorpresa al ver una nueva piloto, cambios en la historia, una Ayanami mucho más abierta (para como es Ayanami, lo que trata de hacer en la película es realmente un triunfo) y mucha acción. Salí muy satisfecho del cine, con ganas de volver a verla, y realmente no puedo esperar a que estrenen la tercera, que llevará por título “Evangelion: Q” (de Quickening).

Algo que es digno de mencionarse es la gente que fue a verla. Olvídense de otaku-wannabes: gente adulta, sin finta (al menos visible) de freak. Muchas parejas y grupos de amigos de más de 4. Nada de gritos frikis cuando sale Asuka (a quien por cierto le cambiaron el apellido). En fin, una muy buena experiencia.

Ignoro cuando podrán verla por aquel lado del charco, pero definitivamente no se la vayan a perder.

¿Y la navidad?

¿Qué es la navidad para los japoneses? Un día como cualquier otro. ¿Y la nochebuena? Una noche para comer pastel y, si tienes pareja, pasarla con ella. De ahí que sea tan fácil hoy irte a un antro, ligar a una chica y pasar la noche con ella (sí, con todo lo que eso conlleva). Hoy nadie quiere estar solo.

Lejos de “el niño Dios”, del significado que tiene para la comunidad cristiana el 25 de diciembre (sí, se dice que es solo una fecha representatitva, ya que no se sabe con exactitud cuándo nació Jesús) y de las posadas, la navidad en Japón es época de… hmm… lucecitas adornando parques y casas, y claro, regalos. No podía falta el factor $$$ siendo ésta una sociedad consumista por naturaleza y necesidad.  ¿Por qué necesidad? Porque las jornadas de trabajo aquí son por lo general tan desgastantes, que la gente trabaja, gana dinero, pero no tiene tiempo de disfrutarlo. Así, es necesario que se creen fenómenos mercadológicos para que la gente “se sienta bien y  tenga en qué gastar su dinero”: pasteles en navidad, las rebajas de año nuevo (las tiendas se atascan el 1 de enero), chocolates el 14 de febrero, chocolates blancos para las mujeres el 14 de marzo (el famoso white day), y así le podemos seguir. Digamos que gastando dinero se liberan de algunas  tensiones.

Hay japoneses (hombres y mujeres) que son más astutos, y pasan el 24 de diciembre en compañía de varias parejas. Hacen su agenda y desde la mañana hasta la noche se ven con 3 o 4 personas distintas. ¿Cómo hacerle? Fácil: decir que tienes trabajo. Como el 24 y el 25 son días comunes y corrientes, es normal que la gente tenga trabajo. Por tanto, a las de la mañana les dices que tienes que ir a ttrabajar en la noche, y a las de la noche que por la mañana estarás en el trabajo. Simple, y funciona. ¿Qué ganan con esto? ¡Adivinaron! Más regalos. Generalmente son los más jóvenes los que se prestan a esta plática, pero tampoco quiere decir que todo mundo lo haga.

Las series de animación japonesa también tienes sus especiales de navidad en donde se refleja el significado que para el pueblo japonés tiene la navidad. Vean el caso de Love Hina, I’s, Ranma, por solo nombrar algunas. Es divertido verlas, cierto, pero si he de escoger una en especial, sería la historia de Aa Megami Sama, las OVAs. Y es precisamente lo que voy a analizar a detalle:

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Aprendiendo términos (correctamente)

De antemano me disculpo por lo ingenua que parecerá esta entrada para muchos de los que amablemente leen este blog, pero sinceramente no podía dejar de escribir al respecto, sobre todo porque parece ser que la idea y el término erróneo se han dispersado de esa forma a lo largo de los años.

Ripit after mi:

Mazinger (pronúnciese “Mázinguer”):

Messenger (pronúnciese “Mésenyer”):

Corroboremos:

Mazinger:

Messenger:

La primera vez que alguien me dijo “deja te paso mi mazinger”, me quedé pensando mucho en la reacción que debería tomar. Primero, no entendía exactamente de qué me hablaban; bajo el contexto de alguien que creció viendo caricaturas en México y en donde la creación de un japonés llamado Go Nagai era algo así como un dios, estuve a punto de soltarme riendo a carcajadas al pensar que una chica me iba a dar su robotzote para que me pudiera comunicar con ella. No le di más importancia y tuve que apretar… bueno, aguantarme mucho para no reirme. El problema radica en que de esto han sido ya muchos años, y todavía en estos días es casi normal que la gente te diga “es que no te tengo en mi mazinger”… Ahora que estuve en México 2 personas me lo dijeron. Ya se imaginarán la reacción.

Para esas personas (porque una de ellas sé que sí me lee, es de mi familia :D): De tarea unas 1000 veces la diferencia entre “mazinger” y “messenger” por favor.

A los demás lectores, mil perdones 😀