De cambios de trabajo – Parte Tokio

En otras entradas he relatado lo pesado que es cambiarse de trabajo en Japón, sobre todo porque el proceso dura entre 3 y 6 meses. Además, tener el título de 正社員 (seishain, empleado oficial) pesa mucho en la sociedad japonesa porque da el sentido de estabilidad laboral, al grado que muchas instituciones financieras requieren que lo tengas para poder otorgarte un crédito (entre otros requisitos). Por ello, aunado al temor natural que uno siente ante los cambios, los japoneses se la piensan mucho para dejar un trabajo y comenzar en otro desde abajo, incluso si eso significa recibir un mejor sueldo o mejores prestaciones. Algunos incluso prefieren quedarse en una compañía solamente por el nombre o prestigio que ésta pueda tener sin importar que las condiciones de trabajo no sean agradables; lo toman como que es parte de ser trabajador en este país.

Hace unos días escribí respecto a la situación que viví cuando me cambié del trabajo que tenía en Iizuka por venir a uno en Tokio. De la misma manera, en 2012 escribí todo lo que viví durante mi estancia en ese lugar (sinceramente para olvidar). Tuve que aguantar mucho para poder escapar (literalmente) de ese lugar; tomé lo bueno (programación funcional y Scala) y he tratado de deshacerme de lo malo a lo largo de todos estos años, porque sí me afectó mucho y en repetidas ocasiones lo he dicho.

La empresa a la que me cambié en ese entonces era totalmente diferente. Si bien no entré haciendo nada de lo que quería, al menos el trato era como haber ido del cielo a la tierra, y no me importó que mi primera tarea fuera ayudar con las pruebas de un sistema y luego que me aventaran a depurar, o mejor dicho, a reparar, un programa en C# de alrededor de 12000 líneas de código que después entendí por qué nadie quería moverle (código hecho por un contratista, “espagueti”, repetitivo y lleno de bugs, de entre los cuales el más crítico fue encontrar una rutina recursiva larguísima que no tenía condición de salida), ni que en repetidas ocasiones me tuviera que quedar hasta el último tren. El simple hecho de que me trataran como persona hacía una gran diferencia, y sin importar el cansancio me sentía motivado. Pero eso sí: tenía miedo.

Ni siquiera cuando me animé a dar el brinco desde Fukuoka sentí miedo. Nervios sí, pero miedo como tal, no. Todos mis ahorros se fueron en la mudanza y en el viaje, pero no me sentía desesperado. Sin embargo, no tuvieron que pasar meses para que comenzara a sentir temor y perder la confianza en mí mismo. Recuerdo que a los pocos meses de haber iniciado labores en Tokio una amiga de Emi se casó en la prefectura de Oita y yo asistí. Emi todavía vivía en Fukuoka, así que era también un pretexto para vernos. Al dia siguente, cuando Emi me fue a llevar al aeropuerto para regresar a la capital nipona llegamos con muchas horas de anticipación… y me solté llorando. Ya había trabajado en Japón, pero era la primera vez que experimentaba lo que realmente es una empresa japonesa. Sinceramente, quería correr, quería dejar todo, pero sabía que no podía y que. quisiera o no. me tendría que aguantar. No sé qué tan mal me haya visto, pero Emi incluso me dijo que si quería renunciar, lo hiciera, y que mientras encontraba un nuevo trabajo ella me ayudaría económicamente, oferta que obviamente no acepté. Ya todos saben qué pasó después en esa empresa.

A la nueva empresa entré al área de sistemas, donde durante un tiempo estuve errante porque no sabían a ciencia cierta dónde ponerme.  Luego, me pasaron a R&D. Creo que duré poco maś de un año ahí. Después me cambiaron a un área nueva y comenzamos un proyecto interesante. El lugar me proveyó de un poco de la calma que había perdido cuando recién llegué a Tokio, pero el miedo nunca despareció. El trato nunca fue malo, pero era notorio como los japoneses no convivían mucho con los pocos extranjeros que había; no era porque no quisieran, sino porque suponían que queríamos estar entre puros extranjeros. En los eventos de la empresa siempre intentaban poner a los extranjeros juntos, en la misma mesa o en el mismo equipo. Creo más bien que nos respetaban en exceso. No obstante, el miedo estaba presente cada vez que algo nuevo comenzaba. Sentía que no podría dar el ancho con lo que me pidieran y me imaginaba casi siempre el peor de los escenarios. Afortunadamente, el nacimiento de mi hijo me infundió un poco de valentía y serenidad, y, a veces fallando y a veces teniendo éxito, el trabajo salía, y comencé a aprovechar mejor los tiempos libres: repasé mucho, estudié temas nuevos, aprendí nuevas tecnologías. En resumen, me estaba preparando.

Pero el miedo seguía presente.

Platiqué con varias personas respecto a ese miedo. La gente que me conoce muy bien me dijo que el miedo era normal, pero que tenía que dejar de sentirme menos ante las situaciones puesto que, hasta ese entonces, había demostrado que podía manejarlas. “Necesitas creer más en ti”, fue el comentario más frecuente que recibí.

El problema que, al menos yo, tengo es que mucha gente cree que por vivir en Japón, tener un doctorado salido de una caja de cereal y que mi esposa sea japonesa me hacen un “súper hombre”,  y muchas personas llegan hasta a minimizar los problemas o situaciones a las que me enfrento porque “eso no es nada para ti”. No crean que estoy siendo presumido, para nada. Le sufro como todos, a veces más de la cuenta  (o de lo que es necesario).

Regresando a mi situación laboral: a decir verdad, comencé a sentirme a gusto en la empresa. Poco a poco habia ido ganándome mi lugar y a mostrar que podía hacer las cosas sin necesidad de quedarme horas extras innecesarias. La empresa iba por buen camino, estaba creciendo, y yo también. Es cierto que no me imaginaba quedándome en ese lugar para siempre, pero tampoco pensaba tanto en cambiarme… no como en los primeros años. Con tanto movimiento de un área a otra, no veía claro cuál sería mi posición en el lugar, ni tampoco el tipo de crecimiento profesional (y económico) que iba a tener, por lo que sí estuve buscando lugares, haciendo entrevistas, conociendo agencias reclutadoras, etc. Llegué a tener dos ofertas de trabajo interesantes, pero en ambas el problema fue que lo que me ofrecían era menos de lo que ganaba en ese momento. En otro par, había llegado hasta las últimas entrevistas, pero terminaron contratando a japoneses. Hubo otras en las que ni pasé los filtros, y hubo una que me querían poner tal cual de profesor de ML para los del área de sistemas, pero me hicieron un examen de programación en C… y miren que le muevo a C, pero sin repasar es difícil acordarte de algunas cosas, sobre todo en papel. En fin, por una u otra razón nada se concretaba y seguía en la empresa.

Tuvieron que pasar 6 años y medio para que el cambio sucediera, y fue un conjunto de factores, aunados con el alineamiento de no sé qué galaxias, lo que hizo posible que me animara a dar el salto después de tanto tiempo en el lugar. Y creo que será para bien, porque he de confesar que estaba en una zona de confort grande, quizá no al grado de en la que estaba cuando vivía en Fukuoka, pero sí como para tener presente, y en el aspecto económico las cosas no habían cambiado por un buen número de años. Con mi hijo creciendo y los gastos de la casa aumentando “no la iba a librar” tan fácil.

Aun así, el miedo está presente. Pero noto una diferencia ahora en comparación con hace años: estoy aceptando la existencia de ese miedo y estoy intentando que, al mismo tiempo, eso sea el motor que me impulse a crecer como quiero hacerlo. Durante años había estado buscando cómo me quería ver en el futuro, pero no lo tenía claro. Sin embargo, hace algún tiempo comencé a divisar esa figura (aunque todavía de forma confusa), y comprendí que para acercarme a ella y verla mejor era necesario un cambio. Sabía que ese cambio incluiría ese miedo que a lo largo de todos estos años he percibido, pero lo estoy intentando superar. No miento cuando les digo que he sentido como el estómago se me retuerce de las ansias algunos días, e incluso días en los que, tontamente, he cuestionado si la decisión que tomé fue la mejor, pero la única forma de saberlo es haciendo el intento.

Comienzo una nueva etapa de mi vida en Japón a partir de mañana con un nuevo trabajo y nuevas responsabilidades. Y no soy el único: mi hijo también comienza su educación en este país. Así como él entrará en un mundo desconocido, aprenderá, se caerá, llorará y crecerá, lo mismo voy a pasar yo. Tengo miedo, sí, pero ahora acepto que es parte de mí y, salvo su mejor opinión, creo que es el primer paso para deshacerme de él de una vez por todas.

Deséenme suerte 🙂

 

12 Replies to “De cambios de trabajo – Parte Tokio”

  1. yo creó que ese miedo se llama INCERTIDUMBRE….porque sabes q tu familia depende de ti…pero solo hay una forma de saber si es lo correcto (tu lo as dicho).

    Pero buena vibra
    Q sigas superandote….y pues nos leemos en la proxima.

    1. Hola Charly.

      Muchas gracias por tu comentario.

      Sí. Creo que, si bien no todo, gran parte de ese miedo es precisamente porque las decisiones que tomo ya no nada más me afectan a mí. Pero vamos a entrarle a ver qué tal nos va.

      Saludos.

  2. Mucho exito Manuel! Te envio todas las buenas vibras! Yo vivi hace algun tiempo en Corea (Por una maestria) y regrese a mi natal pais(Guatemala), y ahora en Junio ire a estudiar mi doctorado en Londres y al igual que tu muchas veces pienso si tome o no la decision correcta. Tengo miedo de dejar la comodidad que mi pais me ofrece, pero creo que debo enfrentarlo y dar lo mejor de mi. Mucha suerte y exito para ti!

    1. Hola Enrique.

      Muchas gracias por tu comentario 🙂

      Es muy difícil agarrar valor para salir de lo que estás acostumbrado, aunque sepas que es para bien. Te enfrentas a cosas nuevas y te preguntas (al menos en mi caso) si realmente serás capaz de resolver lo que se te ponga enfrente.

      ¡Ánimo! Ya lo hiciste una vez, y ahora en Londres será definitivamente otra gran experiencia. Ignoro si tienes familia (que dependa de ti), pero si no, aprovecha al máximo, porque cuando ya alguien depende de ti esa incertidumbre se cuatriplica… y es justamente lo que estoy viviendo en este momento.

      Saludos.

  3. Te deseo mucha suerte Manuel Umehara (:P), soy un lector ya hace 4 años que encontré tu blog y siempre disfrutó cada una de tus entradas, te deseo lo mejor y animó tu puedes.

    saludos.

    1. Jajaja. Ni de chiste le llego a los talones a Umehara. Deja tú de la habilidad en los juegos, sino en la persona que él ha creado (es prácticamente una marca).

      Muchas gracias por el comentario 🙂

  4. Hola Manuel,

    Pocas veces comento, pero siempre te leo.
    Mucho éxito en esta nueva etapa, a ti y a tu niño.
    El miedo es normal y la estrategia que has tomado creo que es la más adecuada.
    ¿Has escuchado del síndrome del impostor? Es esa duda que nos acecha y nos hace dudar de absolutamente todo cuanto hacemos.
    Creo que la misma fuerza que te ha acompañado a llegar hasta aquí, te seguirá acompañando en todas las futuras aventuras.

    Un saludo,

    1. Hola Paprika.

      Muchas gracias por tu comentario 🙂

      Sí. Había escuchado del síndrome del impostor; después de leer tu comentario me puse a buscarlo más a fondo… y es casi exactamente como me siento.
      Durante algunos días de la semana pasada estuve temblando en la oficina.

      Ya comencé a hacer algunas de las recomendaciones para combatirlo. Espero que funcionen.

      Saludos 🙂

  5. Hola!
    Yo también estoy por dejar la bonita comodidad de trabajo que tengo, y me da bastante miedo regarla, es porque estudiaré una nueva Lic y pues tengo miedo porque además comenzaré al mismo en un nuevo trabajo.
    Te envío un fuerte abrazo!

    1. Híjole… Es que el miedo (o los nervios) a un nuevo trabajo siempre va a existir. Yo tengo semana y media de haber comenzado en la nueva empresa (al momento de escribir esto), y aunque ya tengo un buen de cosas que hacer, todavía ese miedo está presente. Siento mucha presión, pero ya un poco menos que el lunes pasado. Tú también vas a sentirte nerviosa al principio, pero trabajando y echándole los kilos pronto superarás esa etapa.

      ¡Ánimo!

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.