La animación japonesa por fin encuenta un lugar en México

Durante la serie de los años maravillosos, y específicamente en la parte 4.5 escrita en 2011, comenté un poco sobre mi afición a la animación japonesa y al mismo tiempo mencioné brevemente la situación que el anime y manga vivían en ese entonces en México (y posiblemente Latinoamérica). Quise retomar el tema debido a los cambios que la afición ha vivido en México en los últimos meses, aunque se han venido cocinando desde hace algunos años.

Es necesario mencionar con detalle (ahora sí) la situación que se vivía en los años 90, tanto para refrescar la mente de los que vivimos esa época como para poner en contexto a las nuevas generaciones que no lo hicieron o que eran muy pequeños para darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Inserten aquí todas las exclamaciones de “¡Ya estás ruco!”, “¡ya llovió!”, “uuuuuuuu” y similares, pues aunque diga que no, esto va a sonar a historias de ésas en las que los niños se sentaban alrededor del abuelo mientras éste las contaba.

Tengan muy en cuenta lo siguiente: todo lo que aquí escribo es enteramente basado en mi percepción y experiencia. Ciertamente no soy la persona más informada al respecto y seguramente hay muchos más que pueden ahondar en alguno de los temas aquí referidos (si no en todos). Además, recuerden que tengo casi 15 años (al momento de escribir esto) viviendo fuera de México, por lo que seguramente se me van a escapar detalles de la situación del medio durante todo ese lapso.

Aunque en México se ha transmitido animación japonesa desde los 80s, la penetración del anime como lo conocemos actualmente comenzó a darse a mediados de los 90s. La gente conocía Saint Seiya, Dragon Ball, y los que recordaban, “La princesa de los mil años”, “Gigi”, Lala Belle, Candy Candy, “Robotech”. Sin embargo, entre los conocedores se movían otras que, salvo que alguno de tus conocidos fuera uno de ellos o un amigo cercano, jamás habías escuchado. Se rumoraba de una película llamada “End of Summer”; se mencionaba algo como “Guyver”; algunos otros contaban lo grandiosa que era “Ninja Scroll”… Pero todo quedaba siempre en rumores. ¿Cómo veías entonces esas joyas de las que se hablaba casi en secreto, y que si las conocías, eras (o mejor dicho, te sentías) parte de una élite que no tuvo otro origen más que el de “ser de los primeros en saber/conocer algo”? La respuesta era que te prestaran los videocassettes (vean Wikipedia si en verdad no saben lo que son). Pero esto era mucho más complicado de lo que se lee. Primero, tenías que ganarte la confianza de su dueño; luego, tenías casi casi que jurar con sangre que no se los ibas a enseñar a nadie más, ni que tampoco le sacarías una copia para tu uso personal. En resumen; tenías que mantener un cierto nivel de secreto. Después de todo, haber visto las series te ponía en una jerarquía (totalmente ficticia) más elevada que los demás, pero poseer material propio era la cúspide, y parecía que con limitar el acceso a él uno “protegía” su estatus.

Obviamente, la voz comenzó a expandirse, y cada vez más gente estaba interesada en ver esas series de caricaturas que (en la mayor parte de los casos) se “alejaba” de los clichés de aquellas con las que habíamos crecido: había trama, desarrollo de personajes (¡algunos incluso morían! Claro, todos excepto Seiya…). Se comenzaron entonces a crear grupos de gente con la misma afición. Los fans, que hasta entonces mantenían el gusto en secreto por miedo a la burla (en ese entonces la idea de que toda caricatura era dirigida a los niños era aún más fuerte de lo que ahora es; TV Azteca listaba a “Los Simpson” dentro de su barra de programas infantiles) comenzaron a salir a la luz y se congregaban para disfrutar series, películas o mercancía de ellas.

Había mercado, y mucho. Sí: las televisoras comenzaron a darse cuenta del potencial del “anime”, “animé” (como muchos equívocamente lo pronuncian), “caricaturas japonesas” (término que hacía enfurecer a más de alguno porque “¡ES ANIME, NO CARICATURAS!” – y aquí me incluyo… Era joven e ingenuo todavía), pero la velocidad con la que conseguían, de manera legal, series para transmitir, no era la suficiente para satisfacer a los que conocían que había mucho más que Dragon Ball, Sailor Moon, “Las Aventuras de Fly”. Los menos agraciados (léase: los que no tenían forma de conseguir las otras series) generalmente se sentían satisfechos con lo que podían obtener, pero quienes ya habían probado las mieles de animaciones con tramas mucho más complejas querían más, mucho más, y si las grandes empresas no podían proveerlo, lo buscarían en algún otro lugar, y hubo quienes aprovecharon la demanda para hacerse de una mina de oro.

Eran muy pocos y contados los que realmente viajaban a Japón para buscar y traer material a México. La mayoría lo conseguía desde Estados Unidos, y en algunos casos ni siquiera viajando personalmente, sino a través de contactos por correo con gente que vivía en ese país y estaba dispuesta a enviar videocassettes, monos de peluche, CD’s, etc., ya fuera para hacer negocio o como simple favor personal. Estos eran originalmente los medios por los que la mayoría de quienes poseían las series mucho antes de que se diera el “boom” las habían conseguido. Nacieron nuevos proveedores, pero muchos de ellos tenían un fin diferente a los fans: hacer dinero. Y es que la idea no era para nada mala: mucha demanda, poca oferta, y con que tuvieras un conocido que medio supiera qué es lo que se estaba viendo o la gente quería ver, podías poner un negocio, basado totalmente en distribución ilegal, pero negocio a fin de cuentas. Y con el surgimiento de estos negocios se volvió más fácil conseguir algo que quisieras ver, pero muy difícil conseguirlo de primera mano, puesto que nadie revelaban sus contactos ni la forma de obtener la mercancía. “Cuidaban su negocio”, si así lo quieren llamar.

Al principio eran pocos. La animación japonesa todavía era algo medio “oscuro”, pero la afición ya no era un secreto, y comenzaron a surgir los grupos de discusión, los “clubes”, y las famosas “convenciones”. El medio comenzó a crecer, y comparado como había sido apenas algunos años atrás, ver alguna serie relativamente reciente o adquirir el CD (pirata) de alguna de tus series favoritas era cuestión de si podías pagar o no. Oh sí, el negocio era totalmente ilegal, pero nunca fue barato, ni siquiera los famosos CD de SM Records, que todo mundo consideraba originales (y te los vendían como tal) pero que a fin de cuentas eran también piratas.

Ése fue siempre el problema: el dinero.

Algunos de los proveedores de antaño podrán poner a discusión que ésa no era la razón principal, pero siempre terminaba en eso. El surgimiento de nuevas tiendas donde los dueños apenas si conocían lo que vendían reflejaba que cada vez había más gente buscando obtener su rebanada del pastel, y considerando que los fans estaban hambrientos por conocer y tener más, abrir una tienda de mercancía referente a animación japonesa era, a mediados de los 90s, casi un éxito seguro. ¿Estaba caro? Ni modo. Estabas a la merced de los precios que cada vendedor quisiera manejar. Es más: ni siquiera necesitabas tener un local fijo; conseguías material, conocías a las personas correctas, se juntaban en algún lado y tú simplemente ibas ahí a mostrar (y muy probablemente a vender) tu mercancía.

Esto hasta parece historia de tráfico de drogas.

Tuvimos una época dorada, bañada en piratería y comercio ilegal, pero eso al fan no le importaba: se hablaba de tal o cual serie y era cuestión de ir con tu proveedor favorito a ver si tenía o sabía algo al respecto. Los clubes de aficionados se habían vuelto el emblema y la voz de la afición, y pertenecer a uno era, para algunos, símbolo de estatus. Los que manejaban los clubes estaban o creían estar (por lo general, porque conozco a quienes no fueron así) en un estatus todavía más alto, y dichos clubes comenzaron a dosificar el acceso al material que le concedían a sus miembros, los cuales pagaban una cuota mensual para seguir siendo considerados como tales.

El surgimiento de varios clubes de animación obviamente trajo consigo rivalidades, en donde la muestra de poder era ver quién tenía más y mejor material. No había señal de querer hacer algo por la afición en general, sino más bien por el grupo al que se pertenecía, y a final de cuentas por uno mismo. Comenzaron las envidias, los celos y, de nuevo, al aire secreto y misterioso de cómo o dónde conseguir material. Durante un tiempo esto se mantuvo, pero poco a poco algunos de esos clubes comenzaron a perder miembros por razones diversas: algunos simplemente se enfadaron; otros encontraron su hilo negro y comenzaron a obtener material y mercancía sin intermediarios; otros más perdieron el gusto.

Después de esto, vino una etapa de sobre-saturación (dentro del mercado ilegal): conseguir material se volvió relativamente trivial para el fan promedio; el surgimiento de tiendas en exceso comenzó a afectar a quienes habían abierto sin un plan de negocios sólido; las convenciones que antes eran añoradas y amadas por todos se volvieron pan con lo mismo: cobrar por entrar a comprar mercancía casi siempre ilegal, el concurso de disfraces donde no faltaba quien le gritara a la chica que enseñara más piel, los mismos invitados y la misma mecánica siempre. Lejos, muy lejos estábamos ya en ese entonces, de tener un evento en México de la calidad de la Anime Expo (en el año 2001 y 2002). Había planes, ideas muy buenas, pero la falta de organización y seriedad de muchas de las partes hicieron que muchos de esos planes se vinieran abajo. Incluso a mí me tocó estar involucrado en algo así, y las cosas no salieron bien sencillamente porque no había organización ni apoyo. No es posible convencer a gente seria del medio cuando las cosas no se hacen en serio y las bases son puras especulaciones.

El mercado legal no levantaba simplemente porque lo que ofrecía era algo que los fans ya lo habían visto hacía tiempo y el interés ya no era el mismo. Incluso tener DirectTV para ver animación japonesa en el canal “Locomotion” ya no era tan llamativo como antes. Había manga en español, traído por la ahora difunta editorial Vid, de la cual cuentan que su decadencia se debió precisamente a lo aquí mencionado (quisieron abarcar mucho, invirtieron mucho, no se vendió lo que esperaban). El boom había pasado. ¿Las televisoras? Dejaron de apostar por material nuevo y prefirieron usar la fórmula ya probada. Cuentan que Dragon Ball Z duró en TV mexicana muchos, pero muchos años,y eso que pasaban 5 capítulos a la semana. Huelga decir que internet comenzó a tener mayor penetración en los hogares de México y ¿para qué ir a comprar videocassettes cuando puedes bajar todo de torrents y quemar CD/DVDs al por mayor? La época de ir al tianguis a comprar impresiones a color de alguna de tus series favorita claramente había quedado en el pasado, y con ello las esperanzas de que más y mejor material llegara al país de forma legal. Esto siempre fue tema de discusión y contradicciones entre los fans: muchos querían que las grandes televisoras trajeran obras más recientes de Japón, pero pocos querían apoyar al mercado (adquiriendo mercancía de forma legal).

¿Películas de animación en el cine? Fue un logro haber tenido un par de Saint Seiya, y mucho, mucho después, Sen to Chihiro no Kami Kakushi. Hasta ahí. Si no pasó mucho cuando la afición había podido estar más unida, mucho menos pasaría ahora que cada quien estaba por su cuenta.

Mucho tiempo después aparecieron servicios como Crunchyroll o Netflix  que ofrecen una alternativa legal para poder ver series en stream. Quizá en México no haya tanto problema (si es que hay alguno) en bajar las cosas por torrent, pero en otros países tienes que andar “toreando” para poder hacerlo o te arriesgas a que te pesquen y te vaya muy muy mal. Si bien Crunchyroll, Netflix y similares no son los servicios perfectos, al menos son una apuesta nueva, diferente y legal, que es lo más importante. Cierto: siempre habrá quienes hagan o intenten hacer todo por la vía ilegal, pero el verdadero apoyo al medio se da por medios legales, con números que se puedan mostrar a los creadores y casas productoras para que volteen a ver a México (y Latinoamérica) como un mercado accesible.

Lo siguiente está basado en información proporcionada por nada más y nada menos que Érika (@kikamx_) la presidenta de KEM MEDIA (mayúsculas intencionales porque así está definida la empresa). Quizá el nombre de la empresa no les suene, pero si andan en el medio de “monas chinas”, seguro conocen alguno de sus proyectos.

Hace algunos años, en 2009, apareció un sitio web llamado RetornoAnime, que, como se puede leer aquí, nació primero como un pasatiempo, pero después se convirtió en un pilar en lo que a animación japonesa en México se refiere. Además de cubrir eventos de renombre en el medio, también fueron parte de un proyecto colectivo llamado “Kokuban”, con el cual, junto con el apoyo de Crunchyroll, hicieron proyecciones gratuitas de Sword Art Online.

Érika comenta:

Poco después, a Karla se le ocurrió que igual y podíamos traer Madoka Magica a México, ya que vio que Aniplex estaba autorizando proyecciones fuera de Japón. Y pues inicié el contacto con Aniplex of America. Y ahí fue cuando nació “Konnichiwa Festival”.

(Nota: Karla es también una de las fundadoras del proyecto)

Konnichiwa Festival es un proyecto que apuesta por traer películas del cine japonés (no nada más animación) no solamente para dentro del festival, sino para distribuirlas en México y Latinoamérica, y en lo que lleva de existencia han llevado a nuestro país muchas cintas actuales y relevantes, lo que en “mis tiempos” era el sueño dorado de muchos (incluyéndome):

  • Naruto: The Last
  • Boruto: Naruto the movie
  • Sword Art Online
  • Una voz silenciosa
  • Fairy Tail Dragon Cry
  • The Irregular at Magic High School
  • Your name

KEM MEDIA el vivo ejemplo de lo que pasa cuando se hacen las cosas bien. Antes que Karla y Érika se aventaran a hacer el proyecto, había visto ya a muchos queriendo hacer lo mismo pero fallando rotundamente por falta de seriedad o por querer irse por el camino fácil. De haberse puesto las pilas, estaríamos hablando de una empresa o proyecto similar desde hace 20 años (o más). Pero no: casi siempre que había oportunidad las cosas terminaban enfocándose en sacar algún tipo de ganancia rápida y no en un proyecto a largo plazo.

Ciertamente falta todavía mucho por hacer, pero esfuerzos como los de KEM MEDIA son importantísimos, sobre todo ahora que son reconocidos en Japón. Apoyar a este tipo de iniciativas también juega un papel importante, y según veo, los fans están respondiendo positivamente. Esto, sin duda, dará pie a lo que muchos de nosotros buscábamos hace décadas, cuando el terreno era “virgen”: animación japonesa en DVD/Blu Ray original, oficial y a precio accesible, y sin tener que pedirla desde el extranjero; películas de animación en el cine sin tener que esperar un milagro a que alguna de las televisoras se dignara en llevarlas a los cines en México. En serio: para mí todo eso era un sueño, y después del fiasco de las pseudo convenciones en México y de ver lo poco que avanzaron en tanto tiempo, lo seguía considerando un sueño. Ahora quizá ya no lo sea tanto, y eso no significa nada más que buenas noticias para quienes disfruten de esto.

Para aquellos que apenas comienzan con el gusto por las caricaturas japonesas y los cómics japoneses, la situación actual del medio es lo que siempre ha sido. Sin embargo, para aquellos que, como yo, vieron al medio nacer, crecer y estancarse en México, parece que, por fin, nuestra afición encontró su lugar en el país.

12 Replies to “La animación japonesa por fin encuenta un lugar en México”

  1. Muy cierto. Hay festivales como AniFest que, con apoyo de una de las cadenas más importantes del país, están sacando algo de material reciente. Gracias a ellos pude disfrutar, hace unos años, de Haruhi Susumiya, o más recientemente, de Luces en el cielo.
    Ah, y qué decir de Netflix, y Godzila.
    En tanto, por fin tenemos a Mazinger Z en la pantalla grande.

    1. Sí. Mucho tiene que ver que los que fuimos niños en ese tiempo ahora están en posiciones más importantes, algunos incluso son los que toman decisiones importantes en grandes empresas.

      Es bueno ver qué comienza a haber diversidad de forma legal. A fin de cuentas todos salimos ganando.

      ¿Viste Mazinger Z? ¿Qué te pareció?

      1. Me gustó mucho y a la vez he de confesar que no aporta nada. Tal vez porque lo poco que pusieron de nuevo a la historia parece una copia de otros animes, como el mundo Evangelion. Del resto de la historia digamos que le cuentan a los fans lo que querían saber y terminan algunas tramas que se esperaban desde un principio. Con todo, me gustó y la volvería a ver.

  2. Es la primera vez que alguien mas, aparte de mi, menciona a la princesa de los mil años, yo la veía cuando era niño, y nadie de mis amigos la conoce, acabo de terminar de ver initial D fifth stage y estoy viendo fate/stay nigth

    1. Uy sí. Yo la vi completa (me desmañanaba pues).

      A ti te pasa con la princesa de los mil años… a mí me pasa con Lala Belle. Muy poca gente que conozco la recuerda, y de mis amigos nadie.

      Initial D nada más leí el primer manga. Me interesó la historia, pero ya no le seguí. Tengo muchas series pendientes, pero las iré viendo una por una, con calma. Después de todo, no hay prisa.

      Saludos.

  3. Buenas tardes Manuel:

    Te debo muchos comentarios, pero desde hace más de un año he estado muy ocupado con la prepa (En Línea), bajas ventas, y mi niño de 1 año ya, simplemente no alcanza el tiempo. Hoy sólo porque estoy sacando unos archivos a DVD me doy tiempo, pero sino, no sé cuando pueda.

    Yo me enteré del anime en el 2005 más menos. Y fue por casualidad en un tianguis donde vi a “Chii” en una portada (en aquél entonces aún se usaban las cajas de DVD). Fueron pocos los que “compré” (nunca entendí por que me lo vendían si decían “de fans para fans”); después supe de los fansub y los descargaba directo (el torren perdió popularidad, y fue cuando era famoso el “megaupload”.

    Hoy, y hasta hace poco más de 1 año, los veía en streaming por el mismo canal del fansub.
    Yo igual fui de los que siempre vio lo mismo en las convenciones, incluso subían los precios de entrada y bajaba la calidad del evento.

    Algo dijiste de los cassettes, y sigo sin poder imaginármelo, pasando “paquetes” entre personas sin que se enteraran 😀 .
    Recuerdo cuando salió “Crunchyroll”, pasó a fregar a muchos que usábamos MCAnime como fuente de descargas. Si bien era bueno verlo de forma legal, el trabajo que hacían no era muy bueno, pues eran trabajos de personas poco profesionales (comparados con los fansub); por lo que perdí el interés en el ánime. ¿El manga? de vez en cuando lo leía de manera online (nuevamente en la página del fansub).

    Gracias Manuel, por esta anécdota. Cuando la leía pareciera la introducción de una película de drama. No estaría mal si se apega a lo que cuentas (con eso que les modifican y nunca es como el original…)

    Saludos desde Querétaro.

    1. Hola Sebastián.

      Antes que nada, muchas gracias por tu comentario.

      Uuuuyy. En 2005 el medio ya estaba súper estancado en México. En tu caso, las convenciones ya estaban así desde hacía tiempo y a ti te tocaron ya puros refritos. Qué mal.

      Lo de los videocassettes no era necesariamente que otros no se dieran cuenta que los traías, sino que para que alguien te soltara uno (y una copia, nunca el “máster”, que a fin de cuentas era también una copia) tenías que prometer que no se lo ibas a pasar a nadie, que no lo ibas a vender y que no ibas a decir en dónde lo habías conseguido. La gente era súper celosa de sus fuentes, y algunos temían que otros descubrieran su mina de oro (que en muchos casos eran amigos por correspondencia en EE.UU.). Era todo un circo.

      Jeje. Debería ponerme a adaptar esto en un guión para venderlo a Netflix 😛

      Saludos desde Tokio.

  4. Que tal Manuel. Sigo tu blog desde hace años pero nunca me había animado a dejar un triste comentario. Pero es que esta entrada me trajo muchos, muchos recuerdos de mis aventuras con el anime en años pasados.

    Yo también soy de los que recuerdan la Princesa de los Mil años. Nunca la vi completa, pues la pasaban los sábados a las 7:00 AM en la extinta Imevisión y esos horarios para un crío que en ese entonces iba en primaria como que no es muy normal xD Había otra que se llamaba las Aventuras de Gamba, que eran unas ratas que hacían un viaje para ayudar a otro ratón.

    A partir de ahí conocí Ironman 28, Mazinger Z por supuesto, Robotech (esta es la que más me obsesionó en mi infancia) Las Aventuras de Fly hasta llegar a lo más mainstream como Dragon Ball, Saint Seiya y Sailor Moon, Inuyasha, Ranma 1/2 etc.

    Yo les llamaba “caricaturas con historia decente” porque aunque sabía que eran de Japón no tenía la más remota idea de que se llamara anime a este género. Fue ahí por el 2003 cuando con el dinero que me dieron por haber sido integrante de casilla del extinto IFE me compré una revista española que se llamaba Animedia, que traía en un CDROM canciones, videos y fotos de los animes de los que hacían un análisis más extenso en la revista cuando empecé a entrar de lleno en el anime.

    A partir de ahí fue un no parar, pero también fue un suplicio porque conocí series y películas de las cuales se hablaban maravillas (Ghost in the Shell, Akira, Evangelion) que eran imposibles de conseguir, ni en internet. Eso cambió a los pocos años con el paraíso que alguna vez fue Megaupload. Literalmente, si un anime no estaba en Megaupload era que no existía. Hasta el apocalipsis allá en 2012. Recuerdo que tenía varias torres de DVD’s quemados llenos de animes y películas de anime.

    Hoy mi nivel de adicción ha bajado, eso y que ya casi no hay tiempo para hacer nada entre trabajo y las obligaciones de la vida adulta. Aunque de vez en cuando miro una que otra serie de anime en Netflix o Crunchyroll ya no es ni de lejos como en los viejos tiempos. Sin embargo mi gusto por el anime y la J-Music nunca se ha apagado del todo y espero que siga ahí por muchos, muchos años más.

    1. ¡Hola kosmos!

      Qué bueno que ahora sí te animaste a dejar comentario. ¡Hazlo más seguido! 😀

      ¡Ah! ¡Otra persona que recuerda a Gamba! Me encantaba la serie, pero la comadreja me daba miedo. Hace un par de años salió una película de Gamba en animación CGI. Yo no la he visto, pero las puras imágenes me trajeron muy buenos recuerdos.

      A mí no me tocó la era de Megaupload. Los torrents se comenzaron a popularizar cuando ya estaba en Japón. Cuando yo estaba en la universidad, bajar las cosas por medio de grupos de IRC era lo “in”. Conseguás mucho material por ese medio, incluyendo un buen de soundtracks de videojuegos.

      Concuerdo en tu último párrafo. Mi gusto por las “monas chinas” no ha cambiado, pero debido a esto de “vida de adulto”, uno tiene que ser mucho más selectivo con lo que ve debido a la falta de tiempo. No es como antes que podías seguirle la pista a 20 series al mismo tiempo; ahora ves una, si acaso dos, y ya con eso tienes para satisfacer tu ansiedad 😛 En mi caso, ser papá y dedicarle un poco más de tiempo a los videojuegos es lo que ha causado que no vea series como antes. Eso sí: siempre fui más de leer manga que de ver animación.

      Por cierto, la última serie que terminé de ver fue Psycho Pass y Psycho Pass 2. La segunda parte se me hizo más floja, pero la primera está muy interesante.

      Saludos 🙂

  5. Otra opción muy buena para ver anime de forma legal es amazon, pues si contratas Amazon prime (que cuesta 400 pesos el primer año) además de tener entregas ilimitadas de paquetes en un dia también te dan la subscripción sin costo extra para su app de streaming, no es tan buena como crunchyroll pero tiene un catálogo mucho mejor que netflix (En anime porqué en series y peliculas no le llega ni a los talones) además como Amazon tiene su propio servicio de streaming de anime en America y Canada, han aumentado mucho el catálogo en el último año y de momento en Mexico no hay cargo extra. A decir verdad creo que no solo el anime esta pasando por un gran momento en Mexico sino toda la industria del entretenimiento y es en mi opinión gracias a la mejora en la velocidad de internet (En la ciudad ya hay opciones accesibles para tener entre 50 y 100 megas de velocidad )y a los servicios de streaming, por ejemplo yo tengo crunchyroll, netflix, amazon video y youtube red y pago mucho menos que lo que antes pagaba a la compañia de cable (Como esto se extienda se van ir muchas a la quiebra) , es mas comodo que ver lo pirata, lo veo cuándo quiera y sin anuncios. Esa calidad de servicio, precio, comodidad, eficiencia y ademas no tener contratos ni plazos forzosos eran impensables hace tan solo un par de años, hoy en Mexico quien es pirata es porque quiere, porque las opciónes super baratas y comodas estan ahi incluso en cosas que antes eran muy caras como los videojuegos en consolas bajan un monton de precio en apenas unos meses en lugares como amazon o sus stores oficiales y en pc con steam muchas veces parece que te los regalan y hasta se puede pagar en el oxxo.

    1. ¡Muchas gracias por el dato!

      Agregando a tu comentario de “… hoy en México quien es pirata es porque quiere”: Así es. El problema surge cuando vas a foros, o incluso en tu círculo de amigos o conocidos, y todos hablan de tal o cual serie que ya vieron o están viendo de forma no legal. Muchos no se resisten a eso y terminan haciendo lo mismo, ya sea para estar “al día”, o también para no sentirse rechazados dentro del círculo en donde son aceptados.

      Al final del día, los verdaderos fans saben cómo apoyar a los artistas y a su trabajo. Para los demás, todo esto es una moda.

  6. Nosotros vimos el final de “Las aventuras de Gamba” donde este ratón aventurero y sus amigos muerden a Noroi hasta matarlo. Así salvan a un grupo de ratones isleños. Chuta se quedó para ayudar a su hermana. Bobo, Yoisho, Ikasama, Gakusha, Shijin y Gamba siguieron su aventura en el final. Esta serie siempre trae al final de cada capítulo la palabra TSUZUKU que indica que continúa la serie en el próximo episodio, seguido de las escenas del próximo, excepto el último. Una tradición en las series de TMS.

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