Sin mucho tiempo ni siquiera para dormir

Habrán notado que en este mes casi no he escrito aquí. Y no es por falta de ideas, si no por falta de tiempo. En este momento es lunes 26 de febrero, 12:35 am. Ya me iba a dormir, pero decidí prender la computadora y escribir aquí, porque si no, quién sabe hasta cuándo podría.

Platicando con Arnoldo el otro día, me recalcó algo que ya sabía, pero como que lo había olvidado: Mi ritmo de vida actual está realmente acelerado. Y lo peor del caso es que no es nada más por mi investigación, sino que también la vida fuera de la escuela ha subido de ritmo, tanto, que a veces no tengo mucho tiempo para dormir.

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Los días entre semana se han vuelto una rutina muy pesada. Lo bueno es que no es monótona, pero sí muy cansada. Es la primera vez en la vida que añoro que llegue el fin de semana, solo para poder dormir las horas necesarias y recuperarme de todo lo que no dormí los días anteriores. De ahí que, aunque tengo mucha información para el programa de radio, no me levante a tiempo para transmitir. Estos últimos 2 sábados me he levantado a las 11:30 am, y eso que me duermo alrededor de las 12:30 am, es decir, tiempo suficiente para, según yo, despertarme a las 9, pero la diferencia es que no pongo despertador, por eso me quedo dormido. Es más: El simple hecho de tener que poner despertador para no quedarme dormido es algo totalmente nuevo en mi vida, puesto que en todos estos años nunca lo necesité y realmente nunca me quedé dormido, sobre todo en días en que tuviera que ir a la escuela o al trabajo.

El año escolar en Japón termina en marzo, y tengo que meter marcha forzada para poder sacar un artículo antes de que eso suceda, de lo contrario, estaré realmente retrasado y el doctorado se va a complicar con ganas. Ni modo, es lo que escogí y tengo que echarle ganas.

Omar tiene su examen de admisión a la maestría este martes. Le deseo la mejor de las suertes. Espero que le vaya muy bien.

Por cierto, y para termina esta entrada, me dieron la noticia de que en abril llegará otro mexicano aquí a Iizuka. Se llama Jorge, tiene, aparentemente, 19 años, y viene a estudiar la universidad. En este momento está en Tokyo aprendiendo japonés. Otro mexicano en Iizuka al fin. Espero que sepa a dónde viene, porque si no, se va a sentir raro, sobre todo después de haber vivido un año en la capital.

Buenas noches. Mañana tengo que llegar temprano al laboratorio.

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